José Antonio Fulgueiras: «Tengo necesidad de escribir»


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Para José Antonio Fulgueiras la computadora es una extensión de sí mismo, la necesita para vivir porque la necesita para escribir y ya él no puede imaginarse otra vida que no sea esta en la que es un escritor casi a tiempo completo.

Según él mismo lo único para lo que tiene alguna habilidad notable es la redacción, esa que aprendió leyendo y releyendo a los grandes de la literatura.

Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida 2023, este Sagüero tiene en su haber más de 40 años de oficio en el periodismo y una treintena de libros publicados, entre ellos su más reciente título Cuando la vida se vistió de verde que rinde homenaje a la batalla de los médicos del Hospital Militar de Villa Clara «Comandante Manuel Fajardo» contra la COVID – 19.

¿Cómo llegó Fulgueiras al periodismo?

Llegué a la poesía siendo un niño. Yo vivía en el campo, a la vera de Sagua la Grande, a un kilómetro más o menos. Ya me gustaba la música campesina, es decir, lo que era, la décima, la improvisación, el repentismo y empecé a escribir algunas décimas. En el periodismo inicié porque estaba en la Empresa Telefónica de Sagua y hacía falta un corresponsal de la empresa. El director, que me ayudaba mucho porque yo tenía poco conocimiento de la parte electrónica y me defendía muchas veces que me querían botar me dijo «Hace falta que te pongas de corresponsal para el Periódico Vanguardia». Ahí conocí a Ifraín Sacerio que era el corresponsal de la antigua región de Sagua. Empecé con él y me di cuenta que el periodismo tenía también mucha poesía, en el caso de la crónica que ha sido el fuerte mío siempre. Comencé a enviar noticias de deporte para el periódico Vanguardia.

Cuando en 1976 se hizo la nueva división político – administrativa del país Sacerio vino para Santa Clara y yo me quedé en la parte del municipio de Sagua porque se eliminaron las regiones. Un día se inundó El Santo y fui como ayudante de un reparador y vi un compañero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias que sacaba a una niña del agua y cuando regresé hice una crónica, la mandé para el periódico y para sorpresa mía me la publicaron en la primera página del periódico Vanguardia. A raíz de esto Pedro Hernández me mandó a buscar con Sacerio, vine aquí al Vanguardia y me preguntó si quería trabajar como profesional para el periódico. Yo le dije que sí, «yo lo que estoy mañana mismo aquí». Él pensó que era mentira.

Ya al otro día estaba ahí. Regalé todas las cosas mías, las herramientas de la Empresa Telefónica a los compañeros de trabajo. Cogí una maleta que tenía de la escuela al campo y me aparecí aquí en el periódico. Así empecé en Vanguardia, a finales de diciembre de 1978.

Durante varios años dirigió la UPEC en Villa Clara. ¿Cuánto le aportó estar al frente del gremio de periodistas de la provincia?

Estuve 22 años al frente de la UPEC en Villa Clara. La primera etapa que estuve no era profesional, yo ya era periodista del periódico y también me eligieron como presidente de la UPEC. Ahí estuve hasta que me seleccionaron para trabajar de corresponsal de Granma y tuve que dejar la UPEC. Pero siempre salía en todas las elecciones. Después cuando yo me decido a irme del periódico por cuestiones personales empecé a trabajar en el centro del libro por poco tiempo. Yo quería seguir en el centro del libro porque me gustaba y me sentía bien ahí pero hubo elecciones de la UPEC otra vez, me pusieron en la candidatura y para sorpresa mía volví a salir. Entonces la gente empezó a decir «Machete, Machete» y pensé «estoy embarcando» Ahí salí de presidente y estuve 11 años más hasta que me dieron la posibilidad de pasar a corresponsal de Prensa Latina y le pedí la liberación a la UPEC Nacional. Ellos aceptaron, entre comillas, porque no estaban muy de acuerdo. Entonces fue cuando entró Bolivia Tamara Cruz.

En 22 años el aporte que tuve fue conocer a todos los periodistas, sobre todo entender a las personas, que todos tiene su manera de hacer periodismo, cada periodista tiene su forma de escribir. En Villa Clara muy pocos periodistas tienen transporte, salvo algunas excepciones, casi todos se mueven por sus propios medios, ya sea caminando o en transporte público. Los periodistas son personas de a pie.

Fue también un aprendizaje porque cada vez que me encontraba con ellos aprendía cosas que yo desconocía, me aportaban mucho, tanto cosas del periodismo como de la vida. Lo más importante es que nunca tuve problemas con ninguno, al contrario, los ayudé en todo lo que me fue posible. También cuando yo empecé en el periodismo pensaba que todo el mundo iba a escribir como escribo yo, entonces me di cuenta que cada uno tiene su estilo. Hay algunos que son muy buenos escribiendo noticias, otros en la entrevista, en el reportaje…

Los eventos en La Habana fueron una gran experiencia porque tuve la posibilidad de estar varios años en el Comité Nacional donde había muchos compañeros de los que aprendí como Pepe Alejandro, Ariel Terrero, Randy Alonso y otros tantos que hacían muy buenas intervenciones.

En 2023 recibió el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida, la más alta distinción que se otorga en nuestro país a un profesional de la prensa. ¿Cuando comenzó en este oficio se imaginó o soñó que alcanzaría el reconocimiento que tiene hoy como periodista?

No porque cuando yo empecé como corresponsal voluntario del periódico Vanguardia, yo tenía sexto grado porque cuando estaba en primer año de la secundaria me cogieron para el servicio así que no terminé el curso escolar. Entonces me propuse primero alcanzar una meta que era llegar a ser universitario. Empecé la facultad obrera y cuando me faltaba incluso un semestre nos decidimos Sacerio y yo a empezar la universidad en La Habana en moto y estuve cinco años haciendo la carrera universitaria en moto. Imagínate tú como fue aquello que muchas veces dormíamos en la terminal de ómnibus pero bueno me gradué y cuando terminé me mandaron para la Escuela Superior de Guerra Máximo Gómez a pasar un curso de corresponsal de guerra y me enviaron para Angola que fue la principal escuela que yo he tenido. Ahí conocí más el interior de las personas, yo tengo un libro que se llama El hombre por dentro que lo escribí en esa etapa.

A mí realmente siempre me ha gustado superarme pero yo tengo mi propio estilo de superarme. Terminé la universidad y pasé algunos posgrados pero la forma mía de superarme es leyendo mucho. Yo leo mucho a los grandes escritores, a García Márquez, a Vargas Llosa, a los mayores exponentes de la literatura para la utilización de las técnicas narrativas. También leo muchos periodistas norteamericanos: Jack London, Gene Fowler. He Leído a los grandes cronistas cubanos como por ejemplo Rolando Pérez Betancourt, me influyó mucho su forma de hacer las crónicas, me influyó mucho el propio Onelio Jorge Cardoso que tiene dos libros de crónica que para mí son fascinantes. He captado como todos ellos escriben y prácticamente me he preparado autodidactamente. Y lo he hecho leyendo, leyendo y leyendo.

La vida me dio la oportunidad de estar en Angola pero también me dio la oportunidad de que me mandaran por Granma a Gambia en África. Ahí hice uno de los libros míos que más me gusta que se llama Gambia: el perfume de las raíces. Después me enviaron a Venezuela donde estuve dos años haciendo un libro sobre la rehabilitación de los deportistas con los entrenadores deportivos de la Misión Barrio Adentro. Estuve tres años en Bolivia lo que me dio la oportunidad también de escribir tres libros: El Che se viste de blanco, El Che regresa a Bolivia e hice uno de los médicos bolivianos que estudiaban en Cuba. Eso me facilitó incluso entrevistar a Gary Prado, que soy el único periodista cubano que lo entrevistó. Cuando yo lo vi sentado ahí en la silla de ruedas, al hombre que capturó al Che, puse en función de la entrevista todo lo que había aprendido de periodismo y la conversación fluyó bien.

Cuando yo veía la lista de candidatos al Premio José Martí no pensé que me lo iban a dar. A mí me proponían y para mí es un orgullo que me propusieran en mi delegación pero había muchos compañeros con grandes méritos, gente que tienen tanta historia como yo o más, no es fácil obtenerlo desde una provincia

Ya Villa Clara venía con varios Premios de Periodismo José Martí que hay provincias que tienen si acaso uno y otras que no tienen ninguno y eso es buena señal. Pero también puede ser malo porque han sacado a bastantes de aquí. Por ejemplo el que queda vivo aquí de los Premios José Martí es Pedro Méndez que es para mí uno de los mejores humoristas que ha tenido Cuba, premio nacional del humor, además. Cuando tú te ves comparado con Pedro tú dices “bueno yo no estoy a la altura de Pedro”.

Me fue difícil de asimilar pero fue una alegría inmensa. Lo supe allí en la UPEC. Yo estaba en un recorrido con Díaz-Canel y cuando salí me llamaron para decirme que pasara por la UPEC pero ya yo pensaba que tampoco me habían seleccionado porque eso siempre se filtra. Cuando subí estaba un grupo de periodistas de aquí de Villa Clara ahí con Roxana la presidenta de la UPEC. Yo pensé que me habían preparado eso porque era propuesta al premio pero no imaginaba que lo había ganado. Fue una alegría inmensa, me dieron deseos de llorar también porque nunca lo esperé, realmente. Es lo más grande que he recibido. Ya después de eso yo le digo a la gente que no tengo más nada que recibir porque a lo que yo más podía aspirar en mi vida era a ser el Premio Nacional de Periodismo José Martí porque vengo de Sagua la Grande donde hay dos premios más grandes de Periodismo pero que no trabajaban aquí en Villa Clara que eran Julio García Luis, que para mí es uno de los grandes periodistas que ha tenido Cuba, y Ernesto Vera. Esos son dos grandes periodistas y entonces imagínate tú estar en esa trilogía.

¿Después de tantos años como periodista qué lo motiva a seguir ejerciendo hoy en la corresponsalía villaclareña de Prensa Latina?

Yo estoy jubilado y recontratado en Prensa Latina pero realmente me gustaría dedicarme a la literatura que es otro de los fuertes míos. Porque ya me cuesta físicamente, levantarme temprano, estarle cayendo atrás a los recorridos y todo eso me está costando bastante trabajo.

Yo voy a morir escribiendo. Cuando tú te enteres de que yo morí, si muero en la mañana tú sabrás que la noche anterior estaba escribiendo porque yo tengo necesidad de escribir.

Me gusta mucho el periodismo humorístico que es otro de mis fuertes. Ahora en estos momentos llevo ya colaborando varios meses con Pa Lante en una sección que le puse Machete Fulgueira que sale en todos los números con décimas humorísticas. Con esto me entretengo y a veces se me ocurre algo para eso de Dímelo cantando, alguna cosa humorística, se me ocurre una anécdota o se me ocurre escribir algo de otro tipo y voy y lo anoto pero es lo único que sé hacer, ese es el fuerte mío: escribir. Yo siempre he dicho que escribir es lo único que sé hacer en mi vida porque cuando yo tenía carro no sabía ni cambiarle la goma ponchada y lo único que sé, me parece algo bien, no muy bien, pero es escribir.

¿En su opinión cuáles son los principales retos del periodismo cubano actual?

Yo no sé de dónde sacaron en Cuba el periodismo ese consultivo, consultorio, no sé todas esas cosas que hay que consultarlo todo y esa no era la idea de Fidel. Cuando Fidel estaba allá en México fue Vasconcelo que era el director del diario La Marina, que era un periodista totalmente a favor de Batista. Entonces Fidel le dijo la frase célebre esa de «en el 56 seremos libres o mártires» y entonces cuando él se va uno de los compañeros que estaba ahí le dice a Fidel: «para que tú le dices eso a Vasconcelos si tú sabes que él es batistiano y no lo va a publicar» y Fidel le dijo «él es más periodista que batistiano y él sabe que tiene tremenda noticia» y al otro día salió en el diario de La Marina, en la primera página completa.

El periodista tiene que buscar información y tirarla, si no me la publican en el órgano de prensa la publico en el muro pero la publico ¿Sabes por qué? si no lo haces lo van a publicar otros porque ahora en Cuba y el mundo hay millones, millones y millones de periodistas entre comillas que cogen una cosa, tiran una foto y ponen un texto entonces ya no es la época mía, por eso ¿Qué hago yo? Yo la tiro primero. ¿No me la publican en el órgano de prensa? La pongo en el muro mío y ya. Ese es el periodismo como enseñó Sagarra a los boxeadores: el que da primero da dos veces. Bueno, en el periodismo tienes que dar tú primero. Entonces ese es el periodismo mío.

Además de periodista es autor de varios títulos y miembro de la filial de literatura de la UNEAC. ¿Cuánto le ha aportado pertenecer a la UNEAC?

Mucho. Hace poco me propusieron y no pude aceptarlo por todos los cargos que tengo para formar parte del directivo de la UNEAC. Eso me llegó. Me llegó porque cuando yo empecé como miembro hace muchos años me consideraban periodista, no escritor. Pero me he ido ganando un espacio ahí quizás con mis libros, con mis crónicas y eso me aporta mucho porque las reuniones de la UNEAC son muy descarnadas, los compañeros expresan su criterio y eso me ha ayudado mucho a mí porque Villa Clara es una potencia de escritores, de poetas y músicos en Cuba.

Cuando Silverio se pone, por ejemplo, a hablar, lo respalda una trayectoria. Hasta el Presidente de la República ha pasado por El Mejunje. Ir a un lugar y una provincia donde tengan gente como Silverio, como los trovadores de la Trovuntivitis, como los pintores de Villa Clara y los humoristas de Melaíto que son premiados, cuando todas estas cosas confluyen también en la UNEAC y escuchas, siempre te aportan mucho, porque es estar como en un equipo Cuba donde todo el mundo tiene alta calidad y tú sabes que tienes muchas posibilidades de ganar los juegos.


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