Ver "Cloaca", al estilo de Juan Carlos Cremata, y pensar hoy el Teatro


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Juan Carlos Cremata estrenó en los días finales del 2014 la nueva producción de El Ingenio: una versión cubana de la obra de la dramaturga holandesa María Goos, titulada Alte Freunde, Baraka, Baraka, especie de onomatopeya inventada por cuatro jóvenes para saludarse, colaborando de esta forma en crear una complicidad entre ellos.

El Director la ha versionado para su escena, junto a la escritora y dramaturga Agnieska Hernández, bajo el título de Cloaca, despertando grandes expectativas en el público que desde hace rato le sigue.

Las notas al programa dan fe de la trascendencia de su autora y de este propio texto en el teatro holandés, así como en otras zonas del mundo; a la par que nos presentan esta obra como “de una alta comedia, con profundas zonas dramáticas y caracterizaciones que examinan los obstáculos de la amistad masculina.” Nos alerta que se trata de una obra concisa, donde el diálogo está respaldado por un verdadero oficio y conocimiento del ser humano.

La puesta en escena cubana frisa la farsa, en especial con la elaboración del personaje de  Tony, a cargo de Daniel Romero, quien consigue un loable desempeño. A su altura está el resto de sus compañeros de elenco: Lázaro León, en Peter; Omar Durán, en Ian; y Carlos Solar, en Martín, personaje que realiza una caricatura del propio Director, con la cual Cremata se ríe de sí mismo, de su manera de hacer el Teatro, mientras también evoca a otra figura de la Dirección Escénica en el teatro cubano del presente.

La fábula es precisa y parte del personaje de Peter, ante el cual se ha planteado un problema que resultará, en cierto modo, eje de este encuentro de los amigos. El transcurso del tiempo presente con su suceder resultará un eje fundamental para el desarrollo de la historia, así como de la presentación y desempeño de sus personajes. Una comedia nos hablará de algunos temas muy serios y ante nuestros ojos veremos el develamiento total de uno de sus protagonistas, curiosamente, el de mayor compromiso social. No obstante, y a pesar de la importancia que adquiere aquí el sentido de la temporalidad y de lo que nos dicen las notas de su programa de mano con respecto al ejercicio de sus diálogos, pienso que la obra puede ganar en síntesis.

Disfrutando esta puesta en escena, mucho más sobria que las anteriores del mismo director, la cual se centra y sostiene sobre el histrionismo de sus intérpretes y que habla tanto del oficio de Cremata  como de sus actores, pensaba nuevamente el Teatro como lugar de libertad y diversión, en el sentido literal y primigenio de esta última palabra, y en su función de vanguardia del pensamiento social.

El Director no deja escapar la oportunidad de ubicar el discurso escénico general en su específico contexto, el que se abrió para Cuba a partir del 17 de diciembre, y, una vez más, en una contemporaneidad transida a nivel planetario por rituales políticos, que son, justamente, puestas en escena de lo político, Cremata, con escasos recursos, pone en solfa una zona de esta dimensión política de la existencia de modo tal de enfatizar las diferencias del Teatro, como arte, y la puesta en escena artística.


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