Venezuela death aid o los músicos instrumentados


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He querido sustituir la palabra inglesa life por death, a propósito del nombre del concierto liderado por el cantante Juanes en la ciudad de Cúcuta, cerca del Puente Internacional Simón Bolívar, en la frontera entre Colombia y Venezuela. Según palabras en las redes sociales, los organizadores se proponen ofrecerle una ayuda humanitaria “al pueblo que sufre bajo la égida de Nicolás Maduro”, para lo cual concluido el acto cultural saldrían en tropel a través del límite legal y consensuado entre ambas naciones.

Se trata del lavado de imagen que necesita una operación golpista desprestigiada entre los círculos intelectuales serios del mundo, un acto contra la cultura misma y que instrumenta el capital humano de algunos cantantes hacia los intereses de las élites sudamericanas y sus mandamases del norte.

La muchedumbre irá, no para apoyar a Guaidó, sino porque la entrada es gratis y podrán ver en directo al grosero Maluma, al oportunista Miguel Bossé (que usa la política para lanzar una mustia carrera como cantante) o a Juan Luis Guerra, un cristiano que parece que olvidó el llamado del Nazareno al amor y la paz. Pero la muchedumbre estará ahí, son ellos los que de gratis se prestarán de carne de cañón en el escenario militar de una rotura de fronteras y un desafío hacia la soberanía nacional de Venezuela.

¿Por qué no van hasta allí los artistas-intelectuales, como Mario Vargas Llosa o Carlos Alberto Montaner?, la operación pareciera estar hecha a la medida del gusto de las masas, porque son estas las que se usarán como escudos humanos. El fenómeno no es nuevo, ya en el anterior concierto en el mismo lugar, hace diez años, estos mismos cantantes intentaron lavar la imagen del gobierno de Álvaro Uribe, quien entonces violó la frontera de Ecuador, en un acto militar contra líderes de la guerrilla colombiana.

“Yo nací en Venezuela, yo nací en Colombia, yo nací en Ecuador”, gritaba Juanes enardecido, mientras pensaba en el próximo contrato multimillonario que le harían en ese engendro discográfico de Miami, que apuesta por lo peorcito en concepto musical, además de promover el arte de las masas en favor de élites de poder. Ahora, se recurre al lavado de imagen en un acto de desacato a los principios del derecho internacional, porque detrás de la “ayuda humanitaria” viene el Comando Sur.

A la vez, los medios de la desinformación estarán atentos, especializados en el lanzamiento de fake news en torno a la crisis de Venezuela, de hecho, el presentador de televisión Napoleón Bravo escribió en su cuenta de Twitter: “este sábado será sensacional”. Yo diría que, en su caso, sensacionalista.

Los músicos instrumentados han hecho una lista, no exenta de presiones de parte de las discográficas y los medios publicitarios, a la vez que llena de promesas para aquellos que se presten al show mediático y el uso de sus fans como muros humanos de contención, en un escenario prebélico. El mismo show que se dio hace pocas semanas en el plano diplomático, donde se plegaron tanto países europeos como americanos al chantaje político, que ahora se orquesta desde el campo de la cultura.

Halcones de la anti política en el Sur de la Florida, como Marcos Rubio estarían detrás del complejo militar-musical que opera en Cúcuta, una ciudad empobrecida y en abandono, una urbe donde hay niños que comen de la basura, personas sin seguro médico, indigentes, asesinatos y una situación de emergencia (verdadera crisis humanitaria). La ayuda, en cambio, tiene un solo color político: el anticomunismo, receta de bondad que según el discurso de Donald Trump en la Universidad de la Florida traerá el cielo a la tierra. Otros sucesos fabricados, como el del Golfo de Tonkín en Viet Nam, nos recuerdan la facilidad con que Estados Unidos fabrica guerras.

En la larga cadena de intereses que se unen a los cantos de Juanes en Cúcuta, el último y principal eslabón es el complejo militar industrial, especialista en “reconstrucciones” destructivas (véanse Libia, Irak, etc...). El gas y el petróleo que hay debajo de los pies de los venezolanos son los verdaderos casus belli, que no el amor de Trump por el pueblo del país sudamericano. Aunque parezca una verdad como el Peñón de Gibraltar, este adagio se invisibiliza en las cadenas de los medios y en los discursos de los parlamentarios europeos, que dan una muestra más del por qué Inglaterra se quiso ir de Bruselas: la Unión Europea es un organismo ficticio y vacío de significado geopolítico.

Son el petróleo y el gas en manos de un Estado que no es neoliberal y al que no se le controla, los factores que traen tanto la “ayuda” como las armas; una situación que contrasta con el Caracazo, real crisis humanitaria que no mereció atención de nadie, puesto que entonces los recursos fósiles estaban a resguardo capitalista. De aquel colapso de la gobernabilidad surgió el voto por Chávez y el consenso popular en torno a la V República, modelo que los halcones entierran antes de tiempo, pues lo consideran “anticuado, antidemocrático y generador de pobreza”.

Donald Trump, con su discurso electorero de cara a la elección presidencial, ha arreciado esta campaña, ya que le teme al juicio político por traición que le harían las dos cámaras de su país, cosa que no ocurre gracias a la influencia de Marcos Rubio. “Quid pro quo” le dice el senador cubano americano al presunto presidente traidor a la patria.

La actual operación, que incluye el uso de la cultura de masas como lavado de imagen para una agresión y para generar un escudo humano, parece inventada por el lobby más diabólico asentado en el vecino país norteño, una fracción minoritaria de la sociedad norteamericana que está dispuesta a violar el más bello principio sobre el que se fundaron los Estados Unidos: “Creemos que todos los hombres nacen iguales en derechos, como la búsqueda de la felicidad…”

Venezuela death aid pasará a la historia musical en América como el momento en que los músicos traicionaron a sus fans, por un puñado de contratos en Miami. Por lo menos no se atrevieron a titularlo “Paz sin fronteras”, aunque sea la frontera física entre Venezuela y Colombia precisamente el objetivo a vulnerar.


1 comentarios

Carlos Benet
22 de Febrero de 2019 a las 16:57

A ver si luego van a cantar al muro de Trump, en la frontera de Estados Unidos con Mexico, para permitir que pasen los hambrientos y necesitados de Centroamérica, que son cazados a tiros en la frontera, enjaulados los niños sin padres y tratados como bestias.

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