Un luthier villaclareño: Amed Humberto Camilo López


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¿Qué te lleva a ser luthier?

El azar. El tránsito obligado frente a la casa de uno de los más destacados luthiers de Cuba, Carlos Rodríguez: “El Grillo” y su interés por analizar las obras plásticas que siempre llevaba conmigo, lo llevaron a que me manifestara que yo tenía sensibilidad para construir buenos instrumentos musicales. De no ser por ese encuentro fortuito y posteriores pláticas no estaría hoy ejerciendo este trabajo.

¿Qué implicó?

Cambió mi vida en todos los aspectos, se amplió tanto como ni remotamente imaginé. La condicionó y la cambió por completo.

¿Llevó aparejado el aprendizaje?

He tenido que aprender a administrarme, hacer marketing, relaciones públicas...ser obrero y, a la vez, el jefe que lo critica, dualidad está muy complicada.

Me ha labrado más mi carácter porque me ha dotado de más tenacidad, paciencia, creatividad, y a la vez flexibilidad para entender los diferentes gustos para quiénes trabajo.

Afectó tanto mi vida que tanto mi esposa como mis amigos hemos tenido que crecer y madurar con este proyecto.

¿Por qué?

Porque me consume mucho tiempo, recursos. Porque implica lo que yo llamo hacer  vida de taller con tu pareja y tus amigos. En realidad todos somos parte de un pequeño equipo dónde se aportan criterios, sugerencias, que nos motivan a crecer en el conocimiento y amor a la luthiería.

¿Todos se comportan igual?

No sé cómo lo llevan otros luthiers. Mis amigos dicen que soy un filósofo o un trabajador social que hace luthiería, porque cuando me tomo algo en serio, me interesa que mi vida se vea implicada en ese proyecto. Detrás de cada instrumento hay una subtrama espiritual, investigativa, de intercambio y pasional...

No me limito a ver el instrumento como la mera unión material de varias partes. En realidad, en mi mente nunca dejo de pensar en la luthiería y todo su universo.

¿Consideras entonces que tu vida es la luthiería?

Yo no quiero que toda mi vida gire sólo en torno a la luthiería, no ser sólo un profesional del oficio; pero sí deseo que esta continúe ampliando mis horizontes de la vida. No quiero ser sólo luthier. Me intereso, por sobre todas las cosas, lo que no alcanzo a ver de ambas, su complejidad, su interacción, su alma. Lo no evidente, lo que está sucediendo detrás de los hechos.

¿Cuándo comienza tu vida como luthier?

En marzo del 2006, con una guitarra clásica para música de concierto.

¿Para quién?

Para un estadounidense, pero me resulta imposible dar el nombre porque no lo tengo.

¿Otros instrumentos ejecutados?

He construido varios y un buen número de instrumentos, todos de cuerdas pulsadas. Entre ellos: timple canario, guitarra clásica y de acompañamiento, requinto, laúd, bajo acústico, tres, cuatro puertorriqueño y guitarra barroca.

De los instrumentos realizados ¿cuáles son los que más te satisfacen?

En realidad es la historia que se esconde detrás de cada instrumento lo que me hace feliz, ya sea por lo que exigió de mí o por el valor sentimental que tuvo. Por mencionar algunos ejemplos, citaría el tres que construí para Maikel Elizarde, uno de los mejores treseros de Cuba, integrante del afamado Trío Trovarroco. El me insistió en que le confeccionara el instrumento y tuvo mucha confianza en mí. Me satisfizo mucho la guitarra que hice para un adolescente afectado por el factor XP y que pudo disfrutarla, aún a pesar de su enfermedad.

A Yasel Giralt, un buen músico del que se comienza a hablar ahora, le he hecho los instrumentos con los que creció: laúd, tres y cuatro de origen puertorriqueño. Toca en el grupo Son Antillano de Villa Clara, y me emociona, porque me tocó la suerte de ver nacer y apoyar a una estrella desde sus primeros pasos.

Veinticinco años de amistad me unen a Guillermo Millares, un artemiseño de Playa Baracoa, para quién construiré un timple canario, un instrumento que nunca tocará, porque no sabe, pero del que no se separará jamás. Será un homenaje eterno a la amistad.

Construí un laúd para Tomaso, reconocido laudista e integrante del dúo Cuerdas de Mayabeque, que acompaña a relevantes poetas de nuestro país como Héctor y Néstor Gutiérrez. Recibir tantos elogios de voces tan autorizadas, ver a una persona recobrar la motivación y la alegría de tocar con lo que él denominó el instrumento de sus sueños, además de su familia feliz y agradecida, me llena de regocijo.

La elección para permitirme trabajar con el luthier francés Didier Jarny, por la recomendación que especialmente hicieran Aland López, instrumentista del Conjunto Artístico Ars Longa, y Angélica María Solernou, del Grupo Ars Nova, me capacitó para construir una guitarra barroca, una reproducción de Jean Voboam de 1690. Esto posibilitó que un grupo del interior del país, posea un instrumento representativo de esta etapa de la música antigua. Angélica se realizó profesionalmente y yo me sentí muy bien con ese trabajo.

A partir de este hecho es que entro en contacto con Andrés Martínez Bilva, Jefe del Taller de Luthiería de la OHCH, y con todo el universo que integra la Oficina del Historiador: grupos musicales, luthieres, eventos, la emisora Habana Radio, prensa extranjera y periodistas. Siento que hay personas que no se limitan a escuchar sobre mi trabajo, sino que me han dado cabida, me impulsan, me asumen. Ver  los sueños de otros realizados y los reconocimientos recibidos me compensan.

Entonces, Amed ha recibido ayuda, se ha sentido recompensado de algún modo.

Yo tengo que agradecer en el plano profesional a muchas personas, en primer lugar a Carlos Rodríguez, mi maestro, por escogerme. A Esteban Donate, luthier de La Habana por la colaboración brindada a mi trabajo, a Dámarys y Rafael, luthieres que colaboran con el Museo Nacional de la Música, por su inspiración y aliento, a los muchachos del Taller de Luthiería de la Plaza Vieja que me han hecho parte de su equipo, a Luis García, luthier del municipio Cerro por sus sugerencias y transmisión de experiencias.

También al Conjunto Artístico Ars Longa, muy especialmente a su directora Teresa Paz y un reconocimiento muy especial a todos mis amigos.

¿Qué hace ahora Amed?

Trabajo en una guitarra, un timple canario, y estoy elaborando un método para intentar rescatar un laúd barroco inglés. Desafortunadamente, carezco de información sobre el instrumento, por lo que debo diseñar la tapa, y determinar la forma correcta de devolverlo a su estado original.

Y Amed, ¿de qué se asombra?

Sé que en La Habana y en otras partes del país hay muy buenos luthiers y me asombro por la cantidad de músicos que viajan a Santa Clara a pedirme la construcción de un instrumento. Ellos han sido remitidos por otras personas, músicos reconocidos, a los cuáles agradezco profundamente y a quiénes lamentablemente, no conozco personalmente.

Me asombra también que a pesar del poco tiempo de trabajo, este haya tenido tan buena aceptación y sea tan valorado.

¿Qué es el trabajo para Amed?

Disfruto mucho mi trabajo porque me regocija, me reconforta, me apasiona. Me paso el tiempo encerrado en el taller, ignorando muchas veces la historia que se van labrando los instrumentos cuando salen al mundo. Es por ello que me asombró mucho la entrevista que me hiciera France Press por la guitarra barroca que construí para Ars Nova con la asesoría de Ars Longa.

¿Resulta difícil la obtención de materiales para la construcción de instrumentos?

Bueno, realmente la madera la obtengo de lugares que son restaurados. Esas maderas son de muy buena calidad y están muy curadas. Mis amigos me ayudan, me dicen dónde las puedo encontrar, y a veces hasta me las traen.

Los trastes y los clavijeros o los ponen los músicos o me los traen amigos que viajan al extranjero.

En cuánto a pegamentos, lijas y barnices, no tengo problemas, puedo encontrarlos de calidad, en el mercado.

¿Y cómo resuelve Amed, los instrumentos para trabajar?

No existen. Tienes que diseñarlos y hacerlos tu mismo. Y si te encuentras algo profesional, tienes que adaptarlo. Es que hasta las herramientas las tienes que personalizar: sierra, taladros, cortacintillos, rectificadora, dobladora de costillas...Confeccionarlas a partir de la experiencia que el trabajo aporta.

¿Y cómo imagina Amed el futuro?

Me gustaría, de alguna forma, llegar a ser parte o contactar con las Sociedades de Luthiers que existen en el mundo, intercambiar conocimiento, experiencias...

La búsqueda, por qué no, de un mercado extranjero para los instrumentos que, de este tipo, se confeccionan en Cuba.

Tu experiencia en cuánto a la restauración y/o conservación de estos instrumentos, ¿la dejarías al futuro?

Me gustaría que todos los luthiers cubanos se pudieran superar más y se crearan más espacios para confraternizar e intercambiar experiencias. Y que sean favorecidas las áreas más distantes de la capital, como la región oriental.

Creo, firmemente que hay muchas personas haciendo esta labor y que no se conoce que preservan y salvaguardan este patrimonio material e inmaterial.

Quisiera expresar que como los cubanos tenemos que librar demasiadas batallas cotidianas, esto nos ha llevado a la creación de un estilo propio, una forma particular de resolver los problemas que nos topamos. Algo así como a lo cubano. Y eso nos hace únicos, una reinterpretación isleña de la realidad, válida y funcional.

Existen en nuestra sociedad, ansias de inclusión y modernidad. Anhelo que estas ansias que ha tenido desde siempre el criollo, algún día le permitan, no tanto luchar porque le reconozcan por quién es, sino simplemente serlo; él se ha ganado ese derecho por su perseverancia, tradición e inventiva.

Decir a todos los luthiers cubanos, que continúen manteniendo su vela en alto, que en estos momentos, esforzarse por ser un buen luthier, no es diferente a ser un buen patriota.

A fin de cuentas, ayudamos a sostener un sensible e importante sector de nuestra Patria: nuestra cultura e identidad.

Un abrazo a todos los que lean estas palabras, y éxitos para todos mis compatriotas...


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