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Un libro que merece ser reeditado


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Esteban Llorach.

La selección de las Fábulas de Esopo (1), de Esteban Llorach Ramos (2) es, sin lugar a dudas, un título que merece ser reeditado. A través de las 218 páginas que lo conforman su autor ha logrado, de manera excelente, introducir al lector no sólo en el conocimiento del contexto histórico-literario de la Grecia Antigua colonial en la figura “casi mítica” de un esclavo (¿frigio? ¿tracio?) como Esopo y su pensamiento disconforme a la sociedad en que vivió —aristocracia gentilicia versus demos o pueblo—, trasladados a breves “composiciones desprovistas de artificios retóricos y guiadas por unos principios morales que se explicitan” a través de la personificación de diferentes animales y de un sinnúmero de elementos de la naturaleza circundante hasta lograr aplicarles raciocinio y comunicación oral a cada uno de sus actos o acciones, sino también por la enseñanza, elocuencia y vigencia ética que los relatos fabularios han representado y representan en la historia de la humanidad.

Como bien explica Llorach Ramos en su introducción a esta obra: “(…) La fábula persiste durante los siglos V y IV a.d.n.e. en Heródoto, Jenofonte, Platón, Sócrates. En la época alejandrina —época de la literatura erudita y cortesana, nada popular— la fábula decae y apenas se menciona salvo por Calímaco. A principios del siglo III a.d.n.e. la encontramos en Demetrio Faléreo. Más tarde, Roma, heredera de la cultura griega, incorpora las fábulas en las obras de Lucilio, Horacio, Plinio, Cicerón, Aviano, Apuleyo, Catulo y Fedro. La literatura religiosa de los denominados “padres de la iglesia” hace frecuentes incursiones por la fábula (…) En lo que atañe a la Península ibérica, las fábulas arribaron con la irrupción de las traducciones medievales del persa y del árabe. Así, Pero Alfonso tradujo del árabe al latín treinta y dos cuentos orientales denominados Disciplinas clericales mientras que Alfonso X “El Sabio”, en 1251, ordenó la traducción de las fábulas indias recogidas bajo el título El Libro de Calila e Dimna. En el siglo XIV el Arcipreste de Hita, con viveza y realismo, explota —partiendo también de las fuentes orientales—, los mismos temas esópicos: “El lobo y la grulla”, “El león y el ratón”, “El zorro y el cuervo” y muchos más (…) Nutridos en la lengua esópica, La Fontaine (3) en el siglo XVII, Samaniego (4) e Iriarte (5), en el siglo XVIII, y Hartzenbusch (6), en el XIX, generan sus fábulas que llegan hasta nuestro días.

Virtudes, bondades, esperanzas, actos de justicia y de maldad, vicios, corrupciones, imprudencias…cualidades y sentimientos que en la realidad del ser humano han persistido durante todos los tiempos se entremezclan ingeniosamente en el fabulario de Esopo otorgándonos un mensaje de profunda eticidad y un complemento estético sobre la necesidad de ser mejores en sentimientos y en belleza interior espiritual.

Fábulas de Esopo, de Esteban Llorach Ramos, un título cuya reedición en Cuba contribuiría a desarrollar y enaltecer las virtudes morales y valores ciudadanos de nuestro pueblo y, en especial, de nuestros jóvenes y niños. Una obra para todos los tiempos y generaciones.

El maestro y su discípulo

Paseaba un maestro de escuela por la orilla de un río y vio venir flotando unos corchos, al mismo tiempo que se oían ayes lastimeros un poco más lejos, como de un niño que se ahoga y pide auxilio. El maestro tomó los corchos y fue al sitio donde se oían los gritos y donde estaba, efectivamente, uno de sus discípulos próximo a perecer ahogado.

-¿Qué te ocurre?—le preguntó.

-Creí que sabía ya nadar y tiré los corchos; pero si usted no me ayuda, me ahogaré.

El maestro le arrojó con tino los corchos y le dijo:

-Vuelve a tomar lecciones del que te enseñaba, y no despidas otra vez a los profesores hasta estar bien seguro de tu ciencia.

La mujer y la cántara

Una pobre mujer se encontró un día una cántara vieja que había contenido vino. Le acercó la nariz, y aspiró con éxtasis el excelente aroma que despedía aquel casco, abandonado al cabo de largo años de servicios.

-¡Oh, dioses! —exclamó—. ¡Qué delicioso sería el vino que encerraba esa cántara, si tal perfume se desprende aún hoy de su interior!

Después, reflexionando, añadió para sí:

-Una buena vida es como una buena cántara, que en la vejez conserva perfume de grandeza, aún cuando su aspecto sea achacoso y miserable.

El tordo y la golondrina

Un tordo joven, que vivía en un jardín de casa opulenta, hizo gran amistad con una golondrina transeúnte. Era ésta tan amable con él y al inocentuelo le pareció tan galante y discreta, que le cedió entusiasmado lecho, comida y amor.

-No hay nada en el mundo, ¡oh, madre! —decía un día—, como la amiga que he tenido esta primavera.

-Lo que no hay —–dijo su madre—, es un hijo tan tonto como tú. ¿No sabes, infeliz, que cuando llegue el frío ella se marchará de retorno con los suyos a la caliente tierra de que procede?

Para conceder amistades hay que esperar un verano y un invierno. Y, quizás, varios veranos y varios inviernos.

 

Notas

(1) Fábulas de  Esopo. Editorial Gente Nueva. La Habana, 1980. El esclavo Esopo (s. VII-VI a.d.n.e.) fue el más destacada fabulista de Grecia. Con posterioridad, casi seiscientas fábulas, recogidas por la tradición oral y escrita, le son atribuidas.

(2) Esteban Llorach Ramos (Matanzas, 1950), escritor, editor, crítico, Premio Nacional de Edición, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y Presidente de la Sección de Literatura infantil de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

(3) La Fontaine, escritor francés (1621-1695). Disgustado con los estudios teológicos que emprendió se dedicó a la poesía. Escribió doce libros de fábulas, el poema Adonis y la novela Psiquis.

(4) Samaniego, escritor español nacido en Laguardia, La Rioja, en 1745. Estudió leyes. Sus Fábulas en verso castellano le hicieron célebre.

(5) Iriarte, poeta español nacido en Tenerife en 1750. Estudió humanidades. Compuso, además de sus fábulas, once epístolas satíricas y varios poemas.

(6) Hartzenbusch, poeta, dramaturgo y académico español (1806-1880). Escribió numerosas obras teatrales, artículos de crítica.


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