Sin que medie la celebración de determinado aniversario, el embrujo de La Habana; sus luces y sombras, han atrapado desde siempre a los artistas. Interminable sería nombrar a quienes en distintas épocas han plasmado en diversos soportes parte de su fisonomía o espíritu. De ello da fe la exposición Tres tristes tigres, inaugurada en fecha reciente en la galería Collage Habana, como homenaje a la capital en su 500 cumpleaños.

Bajo la curaduría de Miriam P. Casanellas, a quien también pertenece la no menos atinada museografía, han sido reunidas allí obras en las que Douglas Pérez (Cienfuegos, 1972), Luis Enrique Camejo (P. del Río, 1971) y Kelvin López (Las Tunas, 1976), vienen abordando desde hace algún tiempo el tema de la ciudad.

Que el título que la muestra comparte con la novela de Guillermo Cabrera Infante no ha sido forzado, ni picardía del marketing y mucho menos simple coincidencia con el protagonismo de La Habana o el número de artistas-amigos que la recorren, es algo que quedará claro para quienes conozcan el texto y decidan visitar la muestra.

No se trata en este caso de lo anecdótico, sino de cómo desde diferentes perspectivas ha sido captada la atmósfera citadina; y de lo novedoso que, en el contexto de la plástica nacional, ha resultado en su momento el lenguaje de cada uno de los autores.

En las pinturas de Douglas Pérez, con su visión de una ciudad del futuro en piezas de las series de finales de la pasada década Pictopía y Vedado. En los dibujos de Kelvin López, con los pertenecientes a la titulada Archievements (2014), en la que reflejó, a partir de fotos de archivo, viviendas abandonadas por la burguesía en los primeros años de la revolución; valiéndose, con pericia de grabador, de la incorporación al paisaje de cuños con consignas de la época.

Con casi veinte años dedicado a llevar al lienzo el tema urbano, Luis Enrique Camejo aporta a la muestra sus monocromáticas piezas de gran formato en las que se reproducen, más desde lo emocional que desde lo sensorial, determinados sitios habaneros. Quizás las que más explícitamente remiten al ambiente de la novela de marras.

A la inusual estructura empleada por el escritor, también parece hacerle un guiño Casanellas con el despliegue de las piezas por ambos niveles del inmueble, sin atender a la autoría de las mismas y sin que aparezcan los ilustradores pie de obras.

Tres tristes tigres, la exposición de Collage Habana, estará abierta al público hasta finales del mes de julio.