Inaugurado oficialmente en 1979, el Teatro Nacional de Cuba ha constituido una institución emblemática de la cultura cubana desde sus inicios. Apenas corrían momentos de la victoria revolucionaria en Cuba, ya se emprendía un proyecto para convertir aquella iniciada construcción desde 1952 aproximadamente, en un espacio para visualizar y promover el quehacer de los artistas del país. Así abriría las puestas este coloso de las artes en 1979 bajo la dirección de Isabel Monal, acogiendo a jóvenes proyectos que con el paso de los años se han convertido en agrupaciones puntales de la cultura cubana, como la Orquesta Sinfónica Nacional y la compañía Danza Contemporánea de Cuba.

El Teatro Nacional de Cuba ha sido casa y espacio vital para grandes artistas de nuestro país y de otras naciones, que han encontrado en sus escenarios, el lugar idóneo para mostrar su arte y compartir con un público exigente y conocedor. Las salas Avellaneda y Cobarrubias conservan la huella de grandes nombres de la cultura de todos los tiempos que por ahí han pasado. Ambas salas han sido testigo de importantes acontecimientos de nuestro país, como el Festival Internacional de Ballet, cita que reúne en la capital cubana a personalidades de remombre internacional y prestigiosas compañías danzarias para visualizar su quehacer y establecer un diálogo entre los creadores de la danza a nivel mundial.

Concebido como un espacio para visualizar la creación artística y especial las artes escénicas, el Teatro Nacional es un escenario multicultural que acoge con beneplácito otras expresiones de la cultura como la música y las artes visuales. Dos galerías ponen en contacto al visitante con la obra de aristas del panorama visual de la isla y de otras latitudes.

Desde su fundación diversos exponentes de la plástica cubana como René Portocarrero y Raúl Martínez establecieron en nexo con la institución dejando huellas de su obra artística ahí. Esculturas y murales dan la bienvenida a esta gran casa del arte que, en sus cuarenta y un años de inaugurada, mantiene su vitalidad y condición de servicio para poner en contacto al público con valiosas propuestas de la cultura.

Su variada y valiosa programación le ha merecido un público asiduo y exigente que es testigo de la calidad de sus propuestas.

Más allá de las presentaciones en sus escenarios, el Teatro Nacional de Cuba amplia cada año su programación a partir de cursos y talleres que persiguen el desarrollo personal y profesional de todos aquellos que participan masivamente, desde niños y niñas, hasta una amplia presencia de personas de la tercera edad. Estas opciones constituyen un acercamiento más directo entre el público y la creación.

A cuarenta y un años de abrirse de forma inaugural las puertas de este coliseo de las artes en La Habana, el Teatro Nacional de Cuba sigue siendo una institución que prestigia el quehacer de nuestros artistas y pone el alto la cultura cubana.