Sed de sangre


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Sed de sangre

El escritor Modesto Caballero Ramos es el autor de la novela policíaca Sed de sangre, publicada por la Editora Política, y dirigida —desde una óptica ética e ideo-estética por excelencia— a los amantes de ese género literario.

La trama gira alrededor del asesinato, con relativa poca diferencia uno de otro, de dos ancianos, con un elevado nivel de vida; crímenes horrendos perpetrados, supuestamente, por un «oficial» del Ministerio del Interior (MININT) y su «ayudante», con la complicidad de un sujeto de la peor catadura moral y social.

Con muy pocos datos concretos y sin huellas u otros elementos de juicio que pudieran descubrir las identidades de los asesinos, un equipo de experimentados oficiales de la Sección de Homicidios del MININT se dan a la ardua tarea de comenzar a hilvanar la red donde más temprano que tarde caerían los autores de esos macabros hechos de sangre.

Caballero Romas, con la valiosa ayuda de los conocimientos aportados por la martiana ciencia del espíritu en las aulas universitarias, donde se licenciara en Ciencias Penales, así como en la praxis criminogénicacotidiana, conoce al dedillo no solo la estructura psicopática en que descansa la personalidad de los asesinos, homicidas y demás delincuentes que, en nuestra sociedad, tratan de vivir al margen o fuera de la ley, sino, además, las virtudes, defectos, inconsistencias, necesidades, y hasta debilidades (¿por qué no…, si son seres humanos de carne y hueso?), que sustentan la vida psíquica y espiritual de los aguerridos combatientes que colaboraran con el teniente coronel (r) del MININT.

Desde la vertiente estructural, Sed de sangre no sigue un orden lineal, encaminado única y exclusivamente a darle respuesta al acertijo que constituía para los miembros de la sección de Homicidios los casos que in situ debían resolver y esclarecer, sino que, mientras les seguían la pista a los autores intelectuales y materiales de dichos asesinatos, tuvieron que enfrentarse a  casos de homicidio, robo y otras pillerías de baja estofa, cometidos durante el lapso en que se encontraban enfrascados en la investigación pertinente; y en consecuencia, capturar a los sujetos que incurrieron en esas figuras delictivas, tipificadas en el vigente Código Penal de la República de Cuba.

Con otras palabras, los oficiales operativos e instructores policiales alternaban las pesquisas de los casos principales, que concentraban toda la atención e interés del equipo, con las investigaciones que los llevarían directamente a los comisores de esas violaciones de la ley, calificadas como más o menos graves.

En mi opinión, ese es un recurso psicológico utilizado por el sagaz creador de la obra para relajar la tensión emocional que produce en el lector involucrarse en la trama cuando se encuentra bien armada y desarrollada, como en el caso que nos ocupa.

Durante siete meses de intensa labor investigativa, y a través de los resultados de análisis psicológicos y el empleo racional de modernos métodos científicos, el grupo de oficiales desafía oscuros misterios para poder aproximarse a la esencia morbosa del yo psicopático de los asesinos.

En el último hecho (a la tercera va la vencida), que por su naturaleza horripilante era —al parecer— el más complejo y complicado, la indagación correspondiente dio un giro no esperado, que ayudaría a los oficiales operativos e instructores policiales a desentrañar el enigma que representaran los primeros asesinos en serie de la historia de la investigación policial cubana.

Con apoyo en la experiencia y en la profesionalidad que identifican a los miembros del equipo de oficiales investigadores e instructores policiales, se pudo demostrar la inocencia del combatiente del MININT que —en apariencia— estaba relacionado con esos sanguinarios crímenes, y por ende, ir cercando «poco a poco, como llega cojeando la verdad de la mano del tiempo», según el filósofo griego Annon, a los verdaderos culpables, seres fría y emocionalmente encallecidos, capaces en última instancia de venderle el alma al diablo y crucificarse unos a otros para tratar de salvar el pellejo.

Modesto Caballero Ramos, director del taller Majadahonda y subdirector de la revista digital del grupo Ala décima, ha dado a la estampa: Piedra de escándalo (2008), así como las novelas Culpable sin castigo (2009); Saravia 105, donde el cielo se ve cuadrado (2010); Ciudad en pánico (2011) y Doble jaque (2012).    


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