Sacha: “Los medios masivos deben estar a nuestro servicio, y no al revés”


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Francisco López (Manzanillo, Granma, 1950) es una figura conocida y reconocida en el universo de las letras y la docencia cubanas, pero pocos lo identifican por este, su nombre real; él es solo Sacha.

Alguien que cuando llega a cualquier espacio provoca —lo he observado muchas veces—que la mayoría de los presentes sonrían y es que Sacha conquista, pero esto no es una idea original, ni mucho menos.

Como tampoco es nuevo que es un amante confeso de la música rock; lo que quizás no todos los lectores sepan es que aún sueña con grabar un álbum con temas de este género, pero mientras tanto, el prestigioso narrador, ensayista, profesor, premiado en varios certámenes acreditados, y poseedor de la condición Maestro de Juventudes, que confiere la Asociación Hermanos Saiz, continúa escribiendo en este período raro que le ha tocado vivir a la humanidad, y espera que se reanude la nueva vida que tendremos para retomar sus clases.

En medio de esta espera, que ha sido fructífera en su caso, el profesor Sacha, fundador del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, accedió a conversar un poco con el Periódico Cubarte, desde donde esperamos volver a tener pronto el placer de disfrutar muchas presentaciones de libros y revistas a su cargo, pues el don de la palabra y la capacidad de comunicar están entre sus principales virtudes.

¿Se vio obligado a abandonar algún proyecto profesional por la pandemia?

Por desdicha, dejé de ofrecer mis talleres en la Escuela Internacional de Cine y Televisión, (EICTV), de San Antonio de los Baños. 

Primero perdí la opción de hablarles del guión y el personaje a los estudiantes de la cátedra de Televisión, luego se canceló el magnífico encuentro que siempre tengo con Eliseo Altunaga, Gerardo Chijona y Eduardo Eimil a propósito de la construcción del personaje, y por último perdí mi taller de junio sobre guión cinematográfico. 

Tal y como vamos también perderé la parte que me corresponde del Taller de Altos Estudios de Guión y mi encuentro habitual con los alumnos de la cátedra de Ficción.  En estos meses he dejado de aprender muchas cosas. 

¿En medio de la crisis sanitaria pudo concluir o comenzar algún texto? 

Por fortuna, saqué del cajón mi novela Voy a escribir la eternidad que estaba allí desde 1994 con 137 cuartillas escritas. 

La abandoné en esa época una vez que fui electo como presidente de la Asociación de escritores de la UNEAC.  Durante trece años realicé esas funciones.  A partir de 2007 recomencé mi labor con Variaciones al arte de la fuga, cuento (2011); El que va con la luz, novela (2014); Prisionero del rock and roll, memoria y ensayo (2017) y El más suave de todos los veranos, novela, todavía inédita (2017).  

Con la mano caliente volví al redil y en eso estoy. 

Voy a escribir la eternidad es un título bien ambicioso… ¿Cuál es el tema? 

El tema de la novela que escribo es, precisamente, la eternidad, que, como se sabe, no existe en términos del espacio tiempo porque el universo es finito, como demostró  Albert Einstein, pero sí existe como memoria, como algo lejano e intangible que ocurre tal vez una sola vez y no vuelve a ocurrir jamás. 

La eternidad que yo desarrollo es, en primer término, mi vida hasta hoy, como base factual, lo que me ha ocurrido a mí y no le ocurrirá otra vez a nadie jamás.  Luego mi pueblo natal, Manzanillo, mi memoria de la ciudad, la ciudad de mis padres y mis abuelos, la ciudad de Luis Felipe Rodríguez, la ciudad de tantos acontecimientos históricos, sobre todo la ciudad inicial de referencia de Céspedes.  La Demajagua y el origen de la nación cubana. 

Luego, la música rock.  Por último la Física y el universo.  Todo eso está mezclado porque se trata de un argumento aleatorio.  La historia va y viene, tiene ciclos y por momentos se repite desde otro ángulo.  Lo que le da unidad es mi vida.  Naturalmente, aquí también están La Habana, Santiago de Cuba y Washington D.C. que son las otras ciudades donde yo he vivido.

¿Ha realizado alguna actividad que antes nunca podía hacer por falta de tiempo? 

No, en lo absoluto. 

¿Ha escuchado más música que en tiempos normales?

Me levanto temprano y escribo.  Las ideas fluyen mejor a esa hora cuando tengo el cuerpo descansado. Escucho música después. Ahora tengo la partitura musical de la novela que estoy escribiendo, con Los Beatles, Los Bee Gees, Electric Light y Queen. Con Los Rolling Stones escribí Variaciones al arte de la fuga, aquí no caben. 

¿Es decir que todas sus narraciones tienen, digamos, una banda sonora? 

Todas mis novelas y mis cuentos tienen una banda sonora.  Esto es así y apareció en mi vida de escritor desde que comencé a escribir de modo regular en 1977. 

¿Para qué le han servido a usted las redes sociales en este período de confinamiento?

En realidad, gracias a ellas y a mis amigos que me envían materiales gráficos e informaciones diversas me mantengo más o menos al día.  Por supuesto, yo soy un analfabeto cibernético y nunca entro a Internet.  Recibo, leo y doy acuse de recibo. 

¿Ha cambiado su visión del mundo y de las relaciones humanas o se han reafirmado algunas intuiciones o certezas que ya tenía, en esta etapa?

Reafirmo, una vez más que pertenezco a un pueblo solidario. Reafirmo, una vez más que siento orgullo por nuestros médicos y trabajadores de la salud. Creo que estamos en una curva de ascenso en cuanto a eficiencia de las instituciones de gobierno, y creo también que en los últimos años se están tomando medidas adecuadas y competentes para dinamizar nuestra participación en la vida social y económica del país. 

Por otra parte, creo que todavía somos incapaces de dinamizar el mercado y que nuestras flaquezas están sobre todo en la esfera de los servicios.  Son muchos años de lentitud.  Es necesario romper la inercia y que de verdad la montaña venga a nosotros con un mercado eficiente.

Usted, no me canso de decirlo y muchos me acompañan, es el mejor presentador de libros y revistas culturales que he conocido; siempre he querido preguntarle a propósito, ¿le gusta hacerlo, le da placer, o considera el acto tan relevante y por eso lo asume con tal vehemencia y pasión? ¿Ambas razones?

Me complace promover a otros, me complace mucho tomar la palabra para presentar un libro o dictar una conferencia.  En estas pequeñas acciones me realizo como actor, me siento suelto y libre.  A veces adopto la pose del cantante de rock, que es mi verdadera vocación. 

¿Es esto una broma, o una confesión?

Mi verdadera vocación es la de cantante de rock y esto no es una broma, todavía aspiro a grabar un álbum. 

En una reciente entrevista a Josué Pérez, director del Centro Cultural Dulce María Loynaz, él me comentaba, “Creo que la crisis sanitaria cambiará de una vez y por todas, la promoción de la literatura”. Quisiera saber sus consideraciones al respecto siendo como es un gran promotor del libro y la lectura

La promoción puede cambiar si somos más audaces, más críticos, y más eficientes en el uso de nuestros medios. Siempre he dicho que los medios masivos deben estar a nuestro servicio, y no al revés. Todavía los medios son verticales y autoritarios. 

Es necesario que hablemos ya de medios masivos de comunicación, educación y cultura. La batalla por la cultura, por la responsabilidad cultural, por la defensa y la enseñanza de nuestros valores solo podrá ganarse con unos medios masivos a favor. 

Todos nuestros actos, y nuestras ideas, deben tener un espacio adecuado en los medios. Aquí entran la palabra, oral y escrita, el texto, la información, el libro, la presencia del público, la radio, la televisión, el cine, el video, las redes sociales, la concertación en una plataforma posible de todos estos recursos y el contacto imprescindible con nuestros lectores. Son muchas pequeñas y grandes batallas y hay que ganarlas todas. Me emociona casi hasta las lágrimas ver a mi nieto de siete años con la cabeza inclinada ante un libro.


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