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Roberto Diago: Ni hermético ni evasivo; abstraccionismo culto


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«La obra que muestra Diago (…)

sigue insistiendo en lo que se ha convertido

en una suerte de tendencia de su producción más reciente:

 el minimalismo... sencillez, que no simpleza (…)

una manera de expresar mucho con los más mínimos recursos.» 

                                                              Rafael Acosta de Arriba, 2014

 

 

El ya consagrado pintor Roberto Diago sorprendió con su presencia, y conversación amena, a los asistentes al recién concluido taller Fracturas y continuidades en el arte moderno cubano: La  Exposición Antibienal de La Habana, auspiciado por la Cátedra Juan Marinello del Instituto cubano de investigación cultural homónimo.

Invitado especialmente para concurrir al panel relacionado con la abstracción más contemporánea, y las nuevas modalidades curaturiales que de manera práctica se están legitimando en el circuito exhibitivo hoy día en nuestro país.  Desde esta perspectiva se examinaron sus dos muestras más recientes, que separan escasamente doce meses, cuyas piezas, observadas con detenimiento, vienen a corroborar un acelerado tránsito hacia la mayor simplicidad en su composición —como señaló la crítica—, la propuesta sugerente, la síntesis, el inteligente redimensionamiento simbólico en el empleo de  línea, textura, color, luz y sombra —todos elementos abstractizantes fundamentales—, que hábilmente empleados, se concretan en mensajes inteligibles e inteligentes y polisémicos, para los más diversos públicos.  

Los títulos de las muestras expuestas en el 2014, advierten el interés del artista, al decir de la crítica Yolanda Wood (2010), primero,  por “colocar una lupa sobre ciertas zonas del andamiaje social”: En El poder de tu alma…,  asegura:    

“Desde el material se descifran los caminos que lo convierten en una categoría del lenguaje visual capaz, por sus propias características, de indagar sobre cualidades humanas y sociales de una realidad que distingue un estado físico de deterioro, marginalidad y pobreza (…) y la relación de ellos con lo pictórico y textural (…)”.

Si bien aquellas piezas  pudieran ser alusivas al esclavo de plantación, y su hábitat en conspicua instalación, en La piel que habla, el artista se detiene y extiende no ya en un sector; sino en un fenómeno de conciencia: las laceraciones o rasgaduras sufridas en carne propia por el hombre negro,  pobre y superficialmente suturadas —por el blanco y por el negro—, y en los surcos irreparables que representan daños profundos permanentes. Compartimentaciones espaciales estancas y líneas paralelas que jamás convergirán predominan en las sugerentes y estáticas composiciones de ahora, advirtiendo quizás lo perdurable, ¿irreparable?  

No menos significativo que esta muestra se presente en la galería vitrina de la Plaza de Armas; sede del poder colonial. Significado colateral de advertencia o recordación, al menos, de un fenómeno que fue en su inicio sustentación de la economía colonial, cuya secuela, devenida sustancia intangible y corrosiva para el nuevo andamiaje social, reaparece en corporeidad aludida y reconstruida desde nuevos significantes; valores ideoconceptuales, comprensibles y perceptibles, para el nuevo público culto, desde varios ángulos de la breve plaza.          

Más allá de cualquier interpretación significante de su estética con  los asistentes al taller —predominantemente profesores, artistas, especialistas, documentalistas, promotores, periodistas y otros profesionales del sector cultural— Diago aludió, y se extendió en detalles de las dificultades prácticas que estas y otras muestras dentro y fuera del país, suponen para los artistas hoy día. Los roles que imprescindiblemente hay que asumir, dijo. También las carpetas de promoción necesarias, así como los diferentes resortes que confluyen en el fenómeno del mercado del arte. “No es fácil vender un cuadro, declaró. El que diga lo contrario, es falso. Y aun cuando se vende, llevarlo al destinatario suele ser una gran odisea”.   

Interrogado acerca de la viabilidad, en su criterio, de la creación de un banco de datos de exposiciones y artistas plásticos como centro de información y referencia para especialistas del sector, que emanará como propuesta de este taller, no creyó que esto tuviera inconveniente alguno para los artistas. “En mi caso, señaló, conservo un registro de todas mis obras y exposiciones, y están  a disposición de los interesados. Hay que visitar los talleres, eso sí; algo que no suele suceder.”


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