Omara, la canción desde el ALMA…


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Cuando canta, hace temblar el alma, el auditorio... y nos transporta hacia una dimensión sonora que convoca las estancias más lejanas, adonde llega esa voz, de cuerdas aceradas, telúrica y al mismo tiempo sensible que nos traslada a los sueños…Desde hace muchos años la célebre artista, acompañada por un guitarrista, un grupo, una orquesta…, comparte alegrías, regala palabras, reparte música por Cuba y el mundo, poniendo bien alto el nombre de esta Isla. Por dentro, está cargada de amor, simpatías y recuerdos con los que dibuja imágenes sonoras en cada canción para atrapar a todos los espectadores.

Omara, la que no necesita más apellidos y epítetos, tiene un lugar en el firmamento de la música cubana, es una inmensa cantante de son y boleros, amén de ser una de las más reconocidas voces del llamado feeling. No por azar fue bautizada como La diva del Buena Vista Social Club o La novia del feeling… Todo ello muy a pesar de la intérprete que es una persona sencilla, y no le gustan las sobredimensiones de su persona, aunque sea así y no de otra forma. Porque, a decir verdad, Omara Portuondo es inmensa. Cuando interpreta cualquier canción, uno siente como si la escuchara por primera vez, porque su técnica, talento y su creatividad es tal, que hace maravillas, le da tonos inalcanzables por otros, como si atravesara “veredas” inauditas, diferentes caminos para traérnosla nueva cuando traspasa el tamiz de su VOZ, y por qué no, de su ALMA que la entrega en cada pieza. Algo que cuando canta a dúo o en un cuarteto se subraya al instante. Como ha explicado el versátil músico cubano, director de orquesta y guitarrista, Rey Montesinos: “La segunda voz de Omara no es muy común, hilvana un “contrapunto” que no es clásico, no es el que hace cualquier cantante. Para que esto ocurra hay que tener muy bien controlado el oído armónico, ser capaz de escuchar todas las notas que conforman un acorde, de ir imaginando cuál es el que viene, porque el problema de un “contrapunto” es el saber de dónde sale y hacia dónde va. Todo ello tiene una determinada lógica, y es muy importante a la hora de la “improvisación”. ¡Es estupenda!”.

Tuteando las memorias…

La ARTISTA (La Habana, 29 de octubre de 1930) cumplirá este año su aniversario 90. Un instante oportuno para hacer un alto en la cima y mirar el camino recorrido para tutear las memorias…

Los recuerdos más lejanos de sus comienzos con la música, Omara los sitúa en su más temprana infancia, en su hogar, como suele decir siempre en sus entrevistas. Su padre, jugador de beisbol y su madre, solían cantar –como es común en muchas casas cubanas-, y sobre todo, en ese barrio popular habanero de Cayo Hueso, donde ella vio la luz… Su memoria “atrapa” diversas canciones que serían compañeras de toda la vida de Omara, cantante. Como La bayamesa, de Grenet/Garay, Veinte años…, que su padre le enseñaba, informalmente, a cantar. Allí se sembró la fértil semilla que germinó.

Luego, como su hermana Haydée, en 1945, trabajaba en el reconocido cabaret Tropicana, ella la acompañaba, y un día, por casualidad una bailarina de la compañía de danza estuvo indispuesta. Como ella había visto los ensayos de su hermana, conocía los pasos…, le pidieron que ocupara ese puesto para un estreno. Omara ha dicho que era un lugar muy agradable, pero pensó que no era posible, pues, además, era muy tímida y hasta le daba vergüenza mostrar sus piernas… Pero en la casa la convencieron y así comenzó la historia… En ese tiempo se une a Las Mulatas de Fuego, baila, con el grupo del coreógrafo Alberto Alonso, en la obra El güije y el solar (teatro Radiocentro), y también en el cuerpo de baile de Roderico Neyra (Rodney).

Dos años después, 1947, marca el inicio de una larga carrera cuando entra a formar parte del grupo Loquibambia Swing. Allí se movía el jazz, con cantantes como César Portillo de la Luz. y que integraban el pianista Frank Emilio y el guitarrista/cantante/compositor José Antonio Méndez, entre otros creadores. Se hacía música con un estilo que tenía influencias del jazz que más tarde se conoció como feeling. Y como refiere Omara en sus diálogos, en su debut en la radio la bautizaron como Omara Brown (por aquello del jazz) y le añadieron “la novia del feeling”…

En el año 1951 pasa a formar parte del cuarteto del pianista/compositor Orlando de la Rosa que integraban: Aurelio Reinoso, Adalberto del Río y Roberto Barceló, y realizan una gira por Estados Unidos que los llevó por Nueva York, Filadelfia, Cincinnati, Nevada, y más tarde por Canadá. De 1952 a 1953 integra la emblemática orquesta femenina Anacaona, con la que viaja a Haití. Durante 14 años, entre 1953 y 1967, Omara Portuondo deja sus huellas, como miembro-fundadora de un cuarteto vocal, que fue escuela: Las D’Aida, con Aida Diestro como directora, e integrado por Elena Burke, Moraima Secada, Omara y Haydée Portuondo (su hermana). Realizaron numerosas giras por América con innovadores arreglos vocales de Aida, y pudieron compartir la escena con nombres tan estelares como los de Pedro Vargas, Edith Piaf, Bola de Nieves, Rita Montaner, Benny Moré, y acompañaron a Nat King Cole cuando se presentó en el cabaret Tropicana…

Omara Portuondo solista…

Omara Portuondo comenzó a ver su nombre en solitario con el álbum Magia negra, en 1959. En esa placa hay música cubana y jazz. Aunque después continuó con Las De Aída hasta 1967, año en que comenzó a dedicarse finalmente a su carrera como solista, actuando en Cuba y en algunos festivales por el mundo. Durante la década de los años 70 canta con la emblemática Orquesta Aragón y desanda el Viejo Continente (Francia, Bélgica, Finlandia, Suecia) y también deja huellas en Japón, adonde llegaría nuevamente, más tarde, con Los Papines. En el Festival Orfeo de Oro (Bulgaria) obtiene el primer premio por la mejor interpretación, participa en el Festival de Cannes (Francia), Lira de Oro (Bratislava, Checoslovaquia), Dresden (Alemania)… En nuestra Isla, su nombre está presente en los más importantes encuentros de la canción: Festival Benny Moré in memoriam, Ignacio Piñeiro in memoriam, Música Popular de Varadero, concursos Adolfo Guzmán…Junto con la Orquesta Enrique Jorrín viaja por los Estados Unidos en el espectáculo Tropidanza…

Realiza múltiples grabaciones en ese tiempo. Entre otras se subrayan las del disco con Adalberto Álvarez (1984) y otros dos: Palabras y Desafíos, con el sello español Nubenegra… Incluso toda esa época quedó registrada en el documental Omara, que realizó el multipremiado cineasta cubano Fernando Pérez, en 1983. Realiza innumerables giras por América Latina, Europa, Argelia (África). Hasta que en el año 1996 se une al proyecto Buena Vista Social Club. Así, Omara Portuondo regresa a los circuitos internacionales, y realiza muchas grabaciones con importantes discográficas cubanas y de otros países como España, Inglaterra. Época importante en que su nombre sigue batiendo records en las carteleras, hasta que en el año 2009 alcanza el Premio Grammy Latino por el mejor Álbum Tropical Contemporáneo, de la mano del disco Gracias, donde se incluye música tradicional, boleros, jazz…, todo ese compendio que ha sido parte de su vida. A todo ello, la Dama de la canción cubana que ha regalado a nuestra pequeña Isla caribeña tantas alegrías en su fructífera existencia, suma otro triunfo. Cuando es invitada a participar con Disney para entregar su voz, en la versión en español, a uno de los personajes del taquillero filme The Princess and the frog (Tiana y el sapo) que dirigieron John Musker y Ron Clements. En ella interpretó a la hechicera ciega Mama Odie. La banda sonora de la película, que tiene como escenario a New Orleans, incluye blues, jazz, góspel…Más tarde, hacia el año 2011 volvería al cine de animación cuando participa en El camino de las gaviotas, una coproducción Brasil/Cuba, en la que Omara Portuondo es la narradora y, además, abuela de la protagonista, María Soledad. En esta cinta interpreta una pieza en la que ha hecho, en el tiempo, una hermosa versión: Duérmete mi niño…

Omara Portuondo, una de las grandes voces de la música cubana de todos los tiempos quien, en más de 70 años de vida profesional, ha puesto multitudes a sus pies en América, Europa, Asia y África, esa artista que sabe pasar cómodamente desde las notas más altas hasta los aires lentos y susurrantes de su voz, la que nos conmueve con boleros, alegra con sones y desata la cubanía en la rumba es una gloria de Cuba. Y ha sido ovacionada, para nuestro orgullo en el Carnegie Hall de Nueva York, el Olimpia de París, la Filarmónica de Munich, el Festival de Jazz de Japón, el Zócalo de Ciudad de México…, entre otras muchas y renombradas plazas. Sus discos han sido verdaderos sucesos: Buena Vista presents Omara Portuondo (2000), Dos Gardenias (2001), Flor de amor (2004), Omara Portuondo - Maria Bethania (2005), y el premiado Gracias (2009)… en una larga lista. Como si todo fuera poco, el pasado año 2019, Omara fue distinguida con la Orden del Sol Naciente, Rayos de Oro con Roseta, máximo galardón que otorga el gobierno de Japón y que recibió conjuntamente con Teresita Hernández Peláez, directora de la Casa de Asia, en el centro histórico de la Habana Vieja.

Por eso, a la altura del tiempo transcurrido, con esa felicidad que la conmueve piel adentro, no piensa en dejar los escenarios… “En todos estos años he aprendido mucho de otros músicos. Quiero agradecerles a todos –dijo en una entrevista–, especialmente a los cubanos, y también a mi familia y a todos los que de una forma u otra trabajaron conmigo y me han querido. Todo lo que he logrado ha sido gracias a ellos. Después de 70 años sé muy bien que nadie puede hacer las cosas solo en esta vida. La música siempre me ha dado fuerzas para seguir…”. Y aunque no lo respondió en este año 2020, donde es una de las grandes personalidades a las que se dedica el Día de la Cultura Cubana, sumo una respuesta dada hace algunos años a este periodista… “recuerdo mucho a mi Cayo Hueso, a mi familia, a mis padres cuando recibo algún homenaje”. De seguro, en estos días de gloria, de recuento, de miradas retrospectivas salpicadas de nostalgias, vendrán a su mente muchos nombres: Beny, Rita, Bola, las D`Aida, Jorrín, Compay… y tantos y tantos otros, porque eso sucede a los grandes de espíritu, a seres extraordinarios como esta mujer, símbolo de cubanía, tantas veces laureada por sus méritos, y sobre todo, por su pueblo.

Esta leyenda viva que tiene la música de Cuba y del mundo, ataviada de unas cualidades musicales de excepción, ha marcado con su original sello muchas interpretaciones de arraigo popular. Pero, cuando un día, en ocasión de un Congreso de la UNEAC le pregunté acerca de un tesoro muy valioso nuestro que renace cada 20 de Octubre como algo grande de nuestra Cultura –precisamente nacido ese día muchos años atrás–, ella que es criolla, de esta Isla por todos los poros, respondió: “Cuba es hermosa, tiene un Himno Nacional que musicalmente es una maravilla, también el texto, e incluso en pintura… Cuando lo cantas ves los colores de la bandera, los campos… ¡Hay tantas cosas que se sienten!”. Esta es OMARA, la que visualiza la canción desde el alma. Muchas felicidades en tu Día, querida AMIGA.


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