Odilio Urfé: un grande escasamente estudiado


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“Sentado en una vieja butaca giratoria delante de un buró emparentado con ella en ese estilo del mueble de bufete o juzgado republicanos que yacían entremezclados en locales destinados a albergar las cosas inservibles, frente por frente a su maquinita Underwood de letra diminuta, miraba hacia muy lejos mientras contaba cosas que parecía estar sacando de un monte lejano donde todo lo sabido y por saber se hallaba guardado. Cuando quería destacar alguna idea muy especialmente, enarbolaba un lápiz, un simple lápiz y todo quedaba más claro que el agua”.

Así describe la destacada compositora, guitarrista e intérprete cubana Marta Valdés el ejercicio intelectual del reconocido pianista y musicólogo cubano Odilio Luis Esteban Urfé González (Madruga, 18 de septiembre de 1921-La Habana, 6 de junio de 1988); sencillamente trascendido como Odilio Urfé, cuyo centenario este año rememora la cultura insular por sus relevantes aportes como conocedor e intérprete de numerosos instrumentos musicales, además de escritor, profesor y gestor musical; amén de sus valiosos proyectos de investigación entre los que sobresalen su constante interés por el patrimonio musical cubano.

En su libro Palabras, publicado por Ediciones Unión en el año 2014, donde se recopilan artículos aparecidos en Cubadebate, la Valdés inserta su texto titulado Odilio Urfé en el reino de la charanga (18 septiembre de 2011) en el que subraya: “En la época en que lo conocí, Odilio Urfé despachaba en el coro de la Iglesia de Paula, pedazo de ciudad que, entre él y su compinche de la juventud (quien llegaría a ser el Maestro Diez Nieto, hoy venerado en Cuba por los músicos) prácticamente habían tomado para dar vida a lo que ellos habían ideado como Instituto Musical de Investigaciones Folklóricas (IMIF) La planta baja de este recinto estaba destinada a múltiples funciones, entre ellas la de atesorar verdaderos trofeos de la memoria musical cubana que entre el grupo de colaboradores que rodeaban a ambos Maestros, habían ido rescatando, restaurando, descifrando y guardando con celo”.

Urfé y el Instituto Musical de Investigaciones Folklóricas

El IMIF fue creado y dirigido por Urfé el 19 de octubre de 1949 con el fin de “rescatar, recopilar, clasificar, estudiar, difundir y defender toda manifestación propia del patrimonio de la cultura musical cubana, sin discriminación de clase alguna, aunque poniéndose énfasis en todo lo referente a las expresiones de raíz popular”.

En 1963, esta institución pasó a llamarse Seminario de Música Popular Cubana, entidad estatal que a partir de ese momento, además de potenciar la investigación, se convirtió en un verdadero conservatorio para la superación de los músicos populares que no tenían una formación académica.

Entre sus más valiosos fondos se destacan las enjundiosas exploraciones de Urfé sobre el pentagrama nacional, enriquecidas por sus vastos conocimientos de disciplinas afines a este fin, como la sociología, la filosofía y la antropología; en tanto la Cátedra de Musicología del Instituto Superior de Arte (ISA), hoy Universidad de las Artes, prestigio su nómina con la presencia de esta ilustrada  figura como profesor de Historia de la música cubana.

Valiosos aportes para el estudio de las raíces culturales

Infinidad de textos dan fe de su entrega al estudio de nuestras raíces culturales; algunos aparecidos en la sección Musicales, del Boletín de la Comisión Nacional Cubana de la Unesco, otros en las revistas El Mundo, Carteles, Bohemia, Nuestro Tiempo, Revolución, El Caimán Barbudo, Revolución y Cultura y Clave, así como en el Boletín Cultural del Minrex, y la revista del Consejo Nacional de Cultura, entre otras. 

Entre esos trabajos de relevante importancia para investigadores, críticos y estudiosos, se encuentran La verdad sobre el mambo (revista Inventario, junio de 1948); Glorificación del danzón (diario El Mundo, 1956); Claudio Brindis de Salas (1862-1911), el Paganini negro (revista Pentagrama, julio de 1956); Paternidad verdadera del mambo y el chachachá (Carteles, septiembre de 1958); El danzón (revista Don, junio de 1958); El teatro lírico en Cuba (revista Don, agosto de 1958).

También Aporte negro en la música cubana(Nuestro Tiempo, mayo-junio de 1959); Los bailes folklóricos de Cuba (revista Boletín del Instituto Nacional de Educación Física, junio de 1959); Bembé (revista INRA, abril de 1960); Los cabildos de Regla (revista INRA, octubre de 1960); Cabildos afrocubanos (Boletín Cultural del MINREX, 1950); Ireme, abakuá o ñáñigos (revista INRA, octubre de 1961) y Pepe Sánchez, precursor de la trova cubana (revista Clave, año 4 (1), 2002).

Su participación en importantes eventos sobre musicología

Asimismo, el diestro estudioso y pianista participó en importantes eventos sobre musicología efectuados en Cuba y en otros países, entre los que se destaca su presencia en el Festival de la Diáspora Africana en América, donde impartió una magistral conferencia en el Carnegie Hall de Nueva York.

En 1962 organizó y dirigió el I Festival Nacional de Música Popular Cubana; en tanto fue elogiado por sus disertaciones en el Festival Zacarías Paliansuili, de Georgia(1971); el Congreso de la Unión de Compositores de Alemania; la 8va. Asamblea del Comité Interamericano de la Música, de la Unesco, celebrada en la Universidad de New Brunswick, en Canadá; y en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Río Piedra, en Puerto Rico, donde en 1979 ofreció las conferencias tituladas El complejo del danzón, y Origen y desarrollo social de la música cubana.

En 1964 viajó a la República Popular China, donde ofreció recitales como pianista acompañante del cantante lírico bajo Adriano Rodríguez. También fue jurado del Festival Internacional de la Canción celebrado en la ciudad de Sopot, Polonia (1966); delegado al Festival Panafricano de Cultura, en Argel, Argelia (1969), secretario general del Comité Cubano del Comité Interamericano de la Música (CIM), de la UNESCO (1970): y jurado de la VII Asamblea y en el Congreso Internacional de la Música, celebrado en Moscú, Unión Soviética (1971).

En 1974 asistió al Congreso de la Unión de Compositores de Alemania, y a la VIII Asamblea del CIM (Comité Interamericano de la Música) celebrado en la Universidad de Nuevo Brunswick (Canadá).

Presidió diversas instituciones musicales

Igualmente fue presidente de la Sección de Música de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) e integrante del comité nacional de esta entidad (1960), jefe del Departamento de Música Popular en la Dirección General de Música del Consejo Nacional de Cultura (CNC) en 1963, director general de Música del CNC (1966), presidente de la Sección de Música Popular de la Uneac (1967), integrante del grupo de asesores de la Dirección de Música del Ministerio de Cultura (1977), miembro del Consejo Científico del Centro de Estudios de África y el Medio Oriente y del Consejo Técnico Asesor del Instituto Cubano de Radio y Televisión (1980), entre otros.

Comenzó su carrera artística como flautista

Odilio Urfé, quien inició sus estudios de piano con su madre, Leonor González y su padre, José Urfé, y entre 1938 y 1947 perfeccionó la técnica de este instrumento en el Conservatorio Municipal de La Habana, con María Luisa Chartrand, comenzó su carrera artística como flautista en la Banda Municipal de Música, en su natal  Madruga.

En 1931 fundó y dirigió, la orquesta Ideal. Diez años después, en la década de los 40 del pasado siglo, fue flautista de la orquesta de Cheo Belén Puig, alternando con la orquesta Gris, de Armando Valdés Torres. En 1945 fue nombrado pianista de la orquesta de cámara del Conservatorio Municipal de La Habana.

En 1955 fundó la Academia Urfé, adscrita al Conservatorio Borges, y en 1954 viajó a México para asesorar el filme cubano-mexicano La rosa blanca o Momentos de la vida de José Martí. Allí conoció al musicólogo español Adolfo Salazar. Además, asesoró los filmes Danzón, Lecuona, La rumba y Cuba baila (1960).

Urfé consideraba que la música se clasifica e identifica, técnica y estéticamente, en consonancia con su uso social. En una entrevista 

con el colega Rolando Cartaya, publicada en Juventud Rebelde el 4 de agosto de 1979, el connotado artífice expresó: “En 1959, la música cubana mostraba un estado de alienación y deformación genérica y estilística casi general; la situación actual presenta un panorama bastante confortante, pero todavía algo distante de los niveles cualitativos que nos corresponde alcanzar (...). Se trata, en nuestra apreciación, de problemas muy serios, enmarcados en la necesaria tarea de descolonizar nuestra cultura (en nuestro caso, la musical)”.

Aún poco conocido y escasamente estudiado su legado a la cultura insular, Odilio Urfé falleció en La Habana el 6 de junio de 1988 a los 66 años de edad, a partir de entonces el Seminario de Música Popular Cubana se nombró Centro de Información y Promoción de la Música Cubana Odilio Urfé.


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