Nuestro año 2014 llega a su fin. En años contamos la duración de nuestras vidas, de ahí que cada vez que uno concluye, tendemos a realizar un balance de lo vivido, al tiempo que hacemos planes para el nuevo año que vendrá.

Solemos celebrar festivamente, con agradecimiento no necesariamente explícito, el haber vivido y la alegría de seguir viviendo. Pero también es tiempo de recuerdos para los que ya no están y fueron muy cercanos a nosotros. Sin embargo, hay algunos que trascienden la importancia para nuestras personas y la tienen para muchos más que, probablemente, ni los conocieron ni oyeron hablar de ellos. Mas, a pesar del silencio y el olvido, sus obras permanecen y tal vez un día, un investigador, ya lejano en el tiempo, los descubra y dé noticia de ellos. De todas formas todos trabajamos para el presente, aún cuando creamos que lo hacemos para el futuro. El futuro es el resultado de muchas voluntades diferentes y de muchos azares, está hecho con la obra de todos y carga con lo hecho mal y lo bien hecho.

Vivo convencido de que todos queremos acertar en lo que hacemos, no se yerra a propósito. Tampoco hay que olvidar la relatividad de las cosas. Dentro de la verdad absoluta que exista, solo vamos logrando tramos de verdades relativas que mañana pueden ser negadas por el tiempo siguiente. La vida es el presente en constante mutación. Cosas que ayer parecían buenas, mañana no lo son y viceversa.

Lo escrito hasta aquí no debe confundirnos en cuanto a la existencia de valores trascendentales que son inmanentes a los seres humanos y sin los cuales nuestra especie no existiría: amor, solidaridad, voluntad de trabajar, luchar, resistir y rehacer la realidad heredada. Ese es nuestro costado luminoso que confronta, a toda hora, el lado egoísta capaz de llegar al crimen.

Todos, instintivamente, de manera innata, aspiramos a vivir en un estado que denominamos felicidad. Probando cómo alcanzarla, pasamos por experiencias diversas, por deseos y aspiraciones que cambian con nuestra edad; pero en todas ellas, felicidad es sinónimo de alegría, de paz, de fraternidad, de afecto y respeto, de generosidad, agradecimiento, amor.

No hay felicidad posible fuera del bienestar común y todos somos responsables por el logro de esa felicidad. Basta comprender la simple verdad de que sin los otros no somos, ni ellos sin nosotros.

Trabajemos juntos por un 2015 que se alce hasta lo mejor de nosotros mismos.