El Museo de la Revolución arriba hoy, día 12 de diciembre, a sus seis décadas de existencia. Fiel a los principios que le dieron origen, durante estos 60 años esta importante institución ha conservado y expuesto el valioso patrimonio del que se valió nuestro pueblo tras cruenta lucha y sacrificios para alcanzar su libertad y soberanía.

Muchos recuerdan con admiración la callada y persistente labor de la destacada combatiente Celia Sánchez Manduley, aún en medio de la contienda guerrillera de la Sierra Maestra, por rescatar y preservar el legado histórico que se gestaba en la revolucionaria convicción de tener definitivamente Patria.  

Cada orden, comunicación, carta o nota era resguardada en su mochila. Con ello se forjaba el patrimonio de la Revolución y, de alguna manera, se gestaba la necesidad de contar con una galería o entidad que atesorara esas vivencias. Nacía así la idea de ir creando las condiciones para reunir en una muestra expositiva el valioso tesoro guardado con celo por muchos patriotas durante la lucha por la independencia.

Por decreto del entonces ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, comandante Raúl Castro Ruz, se orientó la creación del Museo de la Revolución como una necesidad cardinal del joven proceso de cambios, para afincarse en raíces y tradiciones cubanas, y para preparar al pueblo, tanto en lo cultural como en lo ideológico, hacia las nuevas batallas que estaban por venir.

Vendrían luego las faenas para dejar constituida la primera exposición permanente, el 25 de julio de 1963, en la base del monumento a José Martí en la Plaza de la Revolución y fue el propio Raúl quien pronunció el discurso que dejó abierta su primera exhibición pública. Tiempo después, en enero de 1974, el Museo de la Revolución quedó instalado en el antiguo Palacio Presidencial.

No fue una decisión impensada. Había sólidos fundamentos en la determinación de la sede definitiva del museo: era el sitio del intento de Rubén Martínez Villena por bombardearlo, del gesto digno de Julio Antonio Mella ante el presidente Zayas, de las radicales leyes de Antonio Guiteras, el escenario de las protestas del joven Fidel Castro, del asalto glorioso del 13 de marzo de 1957, de la puesta en marcha del programa de la Revolución, del último discurso de Camilo Cienfuegos, de la declaración del Che como ciudadano cubano por nacimiento, de la creación de las Milicias y de los Comités de Defensa de la Revolución.

En esta instalación, considerada como una de las más importantes del país, se muestran en sus diferentes salas expositivas valiosos objetos, documentos, fotografías, maquetas e imágenes de personas y hechos históricos vinculadas a la historia patria, entre los que se encuentran, por solo citar algunos ejemplos, el revólver que perteneció a Carlos Manuel de Céspedes; los prismáticos utilizados por Máximo Gómez; la caja de talco donde fueron trasladas a Cuba en 1933 las cenizas de Mella; la toga utilizada por el abogado Fidel Castro durante su alegato ante el tribunal que lo juzgó el 16 de octubre de 1953; la mochila, los espejuelos y zapatos que pertenecieron a Frank País; el trozo de tabla donde Eduardo García Delgado, poco antes de morir durante los ataques aéreos previos a la invasión por Playa Girón, escribió con su propia sangre el nombre de Fidel.

Este Museo es punto de asistencia sistemático de nacionales y foráneos por la valía de sus muestras expositivas para aprender de la historia de la Revolución Cubana. Durante el año 2019 en él se recibieron más de 302 mil visitantes; de ellos, más de 40 mil estudiantes de los diferentes niveles de enseñanza y 201 mil extranjeros. También se realizaron 810 actividades de perfil político y cultural en las que participaron más de 40 mil personas, destacándose la presencia de los niños, adolescentes y jóvenes.

En horas de la tarde de hoy se efectuará en el propio museo el acto político y cultural en ocasión de sus seis décadas de fundado. Ante la creciente oleada agresiva y subversiva que Estados Unidos arremete contra Cuba, los trabajadores del Museo de la Revolución ratifican su compromiso de continuar siendo soldados cada vez más preparados para asumir el combate ideológico de estos tiempos, y preservar con amor y sentido de pertenencia el tesoro patrimonial que poseen para la educación de las presentes y futuras generaciones.

Por Ana Rosa Perdomo Sangermés