Mirar al futuro: Arte contemporáneo de China en la XIII Bienal de La Habana


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Fotos: Ariel Cecilio Lemus.

El público asiste, desde el pasado 12 de abril al megaevento más trascendente para los cubanos sobre artes visuales, nuestra bienal, toda una fiesta para los sentidos, la participación social y comunitaria en las artes, y encuentro que propicia el disfrute estético y los aprendizajes en torno a la creación artística contemporánea en el mundo de hoy.

La XIII Bienal de La Habana en su trece edición bajo el vastísimo lema La construcción de lo posible, da continuidad, desde el arte y la cultura, a un acontecimiento sostenido durante 35 años que privilegia las prácticas artísticas más comprometidas en lo social, así como los proyectos no hegemónicos. Es también el encuentro que nos ha permitido conocer por vez primera en nuestra isla a muchos artistas del llamado Sur Global.

Nadie duda que nuestra Bienal sigue siendo un enclave esperanzador para todos aquellos que crean en la capacidad de los artistas para transformar creativamente nuestro entorno y la vida misma.

Por otra parte es, además, una Bienal en la que centramos nuestras expectativas en un intervalo largo, sobre todo, porque aunque le hemos dejado el nombre, se realiza, como sabemos, cada tres años y debió ser pospuesta por las graves afectaciones que dejó el huracán Irma en nuestras instituciones culturales.

HB Exposición de Arte Cubano Contemporáneo, Detrás del muro, las muestras en el Centro Wifredo Lam y en el Pabellón Cuba, La posibilidad infinita. Pensar la nación en el Museo Nacional de Bellas Artes en el edificio de Arte Cubano; además de un centenar de muestras colaterales, y más de ochenta estudios abiertos (open studio), de dos docenas de intervenciones públicas, y más exhibiciones que no alcanzo a reflejar aquí, son oportunidades muy especiales para apreciar la capacidad del arte para incidir en los procesos de la vida sociocultural, máxime cuando podemos hallar creaciones, en su espíritu más amplio, que generalmente desbordan el sentido más limitado proveniente de las privatizaciones del sistema del arte internacional, y de la mercantilización más banal.  

Ese ímpetu ha fortificado a las artes visuales, léase no solo a los artistas, sino también a los que nos insertamos de una forma u otra en este campo, también ha motivado a la población en general que, incluso sin proponérselo, hallará obras de arte al caminar por el malecón o el prado habanero, las instituciones y calles del casco histórico, toda vez que se amplía a otros municipios: en Playa, al Taller Chullima y la Universidad de las Artes; en el Vedado, al Corredor de Línea y la Casa de las Américas; en Guanabacoa, a su museo, sin dejar de mencionar otros territorios afectados por el reciente y terrible tornado, un disfrute, en fin que se ha extendido, por primera vez en este 2019, a cuatro provincias más: Pinar del Río, Matanzas, Cienfuegos y Camagüey.

Del mismo modo que en las anteriores ediciones, la XIII Bienal ha generado significados culturales, provoca movilizaciones estéticas y socioculturales en la recepción del público algo que, además de enriquecer a los propios autores visuales, evidencia el rigor del trabajo curatorial, cuyo mérito emerge de la brega, durante 35 años de realización de bienales cubanas, siempre a cargo del equipo principal del Centro Wifredo Lam, donde se organiza el magno programa.

Nunca está de más recordar que la nuestra es una de las bienales realizadas con menor costo en el planeta, y que asimismo su realización ha sido posible por el apoyo del Ministerio de Cultura y de la red de instituciones culturales, así como de otros organismos ajenos al sistema artístico, mas cuya colaboración ha sido indispensable, y no menos importante: es una bienal, que se acomete en una coyuntura difícil para la economía cubana, sometida ahora mismo a una feroz intensificación del bloqueo.

A todas luces es innegable ―más allá de elementos críticos de rigor que habremos de tomar en consideración, para próximas ediciones― cuánto enriquece nuestra bienal a los propios artistas, a sus prácticas, procesos y experiencias, del mismo modo en que también somos extraordinariamente favorecidos expertos, historiadores del arte, intelectuales e instituciones. Sin olvidar la experiencia inédita que tienen las comunidades donde acuden los artistas a levantar sus instalaciones, emplazar obras o actuar sus performances, tanto como es  incuestionable el influjo del evento en las personalidades extranjeras que nos visitan: coleccionistas, pedagogos, intelectuales y creadores que, entre otros interesados, han venido a la Isla o enviado sus obras.

Es una Bienal que se distingue por una elevada participación internacional, ya que se hallan aquí casi dos centenares de artistas provenientes de 52 países en un mapa abarcador, léase, Europa, Centroamérica, el Caribe, América del Norte, América del Sur, Oceanía y Asia.

Sin duda, uno de los logros de nuestra Bienal ha sido establecer desde esa cartografía variada y vasta, la realidad de poder ver originales, una coyuntura única que valoramos especialmente muchos de los que no tenemos la posibilidad de ver esas obras en sus territorios de origen, a la par que de paso entrevistamos o conocemos a sus creadores. Es el caso de la exposición De cara al futuro 10 Artistas de China (Facing The Future-10 Artists from China) que se halla en la Galería Orígenes del Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, muestra colectiva organizada por el Ministerio de Cultura de Cuba, el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, el Grupo de Arte y Entretenimiento de China, y el Centro de Arte Internacional Hanwei de Pekín.

Resalta el cuidado de la curaduría de esta exhibición realizada por los especialistas en arte chino Zhang Siyong y Teresa Toranzo Castillo, curadora de nuestro Museo Nacional de Bellas Artes, así como la asesoría del catedrático y crítico de arte Huang Du.

Durante la intervención de este último experto académico en un panel que tuvo lugar en la sala próxima a la exposición, Huang Du expresó que las curadurías que ha acometido recientemente, han tenido entre sus propósitos ofrecer una mirada amplia de las artes visuales contemporáneas del país asiático, a la par que trascender los ejes de influencias que dominan el arte desde Estados Unidos y Europa.

En la exposición se hace visible la dualidad entre la tradición artística milenaria que ha sido distintiva de la nación, y a la vez la contemporaneidad de su creación. Un duplo entretejido por las propias contradicciones internas contenidas en esos asentamientos profundos de la historia del arte y la modernización.

Así, el arte chino hoy parece liberarse de las tendencias de la mainstream o corriente hegemónica mundial a través de un sello propio; igualmente emerge con carácter contemporáneo en una realidad de inevitable mundialización, sin dejar de superar tendencias artísticas modernas del pasado reciente chino. Asimismo realiza una asimilación muy distintiva del arte occidental, de sus manifestaciones y técnicas heterógeneas y transdisciplinarias, mas no desligándose totalmente del peso o densidad de su cultura originaria.

Es en este enfoque donde también la exhibición se relaciona con los afanes curatoriales asentados en nuestras bienales habaneras, es decir, aquel que nos impele a reflexionar sobre la diferencia cultural del arte del Sur de los centros hegemónicos artísticos, y de la desventura que significa la asimilación acrítica y el dominio del pensamiento colonial y postcolonial sobre países no occidentales.

Mas para nadie es un secreto la relevancia del arte contemporáneo chino en el mapamundi del siglo XXI, cuyo antecedente proviene de su auge internacional desde la década de los ochenta de la pasada centuria.

En la galería Orígenes diez artistas chinos que muestran sus obras: Zhong Biao, Zhang Chunhua, Wang Guofeng, Zhou Song, Li Hongbo, Chen Zhuo, Jia Shanguo, Cai Yaling, Lang Can, Tian Longyu.

Ellos muestran, según nos dice el experto Huang Du en el catálogo, “un microcosmos de la diversidad del arte contemporáneo chino, con el propósito de liberarse de una clasificación estilística y sociológica estrecha, para presentar el estado diverso de este arte en el contexto de una transformación social desde una perspectiva abierta”.

Li Hongbo con Embarcadero de madera (2017) nos asombra con sus esculturas flexibles de papel que transforman figuras humanas hieráticas en largas serpientes y formas deslizantes por el suelo de la galería. Es artista y director del Instituto de Investigación del Papel en China y ello puede hacer evidente su dominio magistral de ese material, mas no se limita a las técnicas, superadas por un originalísimo imaginario  que bebe en las fuentes de las decoraciones festivas convencionales chinas.

Jia Shanguo trae dos libros de artista donde la caligrafía se convierte en la imagen protagónica en páginas monocromas en dos libros cuyas páginas son de papel de arroz, uno blanco y otro negro, aludiendo a la dualidad contrastante y vital del Ying y el Yang en su obra Yang-Dao means combination of Yin and Yang.

Wang Guofeng muestra fotografías como op art, solo que de los bordes de las horizontales líneas brotan edificios o a la inversa de esas arquitecturas emanan líneas geométricas que pudieran extenderse hasta el infinito.

No menos interesante es el joven artista Tian Longyu con Borde del cielo 3 y 4, dos sierras cuyo filo ha reconvertido en algo así como la silueta de un dowtown global, conformando un símil poético entre peligroso y necesario, adjetivos que identifican de manera semejante a la herramienta.

De similar edad, Cai Yaling, escultora, presenta una bellísima instalación, Leave me alone, realizada con cuentas de cristal rojo, mientras el pedido escrito se destaca en cuentas blancas. Contrasta la intimidad de la oración, la fuerza de su súplica con la fragilidad de la delicada cortina que rememora la tan hermosa como fina producción de accesorios femeninos y cortinajes en las artes chinas.

Zhong Biao es pintor, su Iron Buda combina con genuino propósito, abstracción con figuración narrativa que nace desde dentro de la impetuosidad de formas inestables y abstractas.

En todo sentido la exposición es una invitación única, que debemos a ese intercambio logrado en nuestra bienal, un puente artístico entre el arte chino y el cubano que ha contado con exposiciones en ambas latitudes, y vía fructífera que, por ambas partes, continuará desarrollándose en el futuro cercano.


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