María Elena Molinet y su obra de dimensión fundacional

Foto: Juan C Borjas

Un día como hoy del año 2013, falleció en La Habana, María Elena Molinet, un nombre para siempre asociado al desarrollo del diseño de vestuario del teatro, el cine y la televisión cubanos, de raíz auténtica y alta calidad artística.

Todas las reseñas dedicadas a la maestra María Elena Molinet de la Peña, (Holguín, 30 de septiembre de 1919) dicen que fue una destacada diseñadora de vestuario escénico, profesora, e investigadora, y sin dudas fue todo esto, pero mucho más.

La profesora tenía un don especial para lograr la armonía de sus diseños con la pieza para la que fueron concebidos, ya fuera de danza, ballet, bailes populares tradicionales, y principalmente para el teatro dramático, en general el vestuario de cerca 150 obras, en Cuba y otros países, nacieron de su ingenio talento y sensibilidad, a partir de 1953.

Pero además, contaba con una sólida e integral formación, ya que a los estudios en la Academia Interamericana de Dibujo Comercial, de La Habana, cursados a finales de la década del cuarenta del siglo pasado, sumó los de pintura y grabado en la Escuela de Artes Plásticas San Alejandro en la siguiente década, y más tarde todo lo aprendido de diseño teatral fue con los profesores checoslovacos Ludmila Purquiñova y Ladislav Vichodyl; por si fuera poco, también se adiestró en diversos cursos y talleres en importantes academias de Berlín, Praga y Budapest.

Foto: Juan C Borjas

Sangre mambisa

María Elena Molinet era una mujer fuerte e incansable; con una cubanía a prueba de cualquier influencia, era heredera de sangre mambisa.

Su imaginario se fue cultivando con las narraciones de su abuela materna que vivió la quema de Bayamo y luego partió a la manigua con los mambises; las evocaciones de su padre, general de la guerra de independencia, deben también haber ayudado a conformar una visión especial de la realidad cubana y una actitud ante la vida que la llevó a involucrarse con el Movimiento 26 de julio, por lo que tienen que exiliarse en Venezuela en la década del 50.

Retornó a Cuba luego del triunfo de la Revolución y se entregó a las tareas de transformación de la sociedad criolla desde la cultura, incorporándose al equipo del Teatro Nacional.

Trabajó con figuras imprescindibles de las artes escénicas cubanas como Andrés Castro, Vicente Revuelta, Roberto Blanco, Rolando Ferrer, Abelardo Estorino, así como con el español Alberto de Paz y Mateo y las coreógrafas mexicanas Evelia Beristaín y Waldeen.

Entre las muchas piezas en las que dejó su impronta en el vestuario figuran, Las brujas de Salem (1961, dir. Rolando Ferrer), Réquiem por Yarini (1965, dir. Gilda Hernández), María Antonia (1967, Dir. Roberto Blanco), Las tres hermanas (1972, dir. Vicente Revuelta), La discreta enamorada (1971, dir. Abelardo Estorino), y Galileo Galilei (1976, dir. Vicente Revuelta).

Si impresionante resultó su labor creativa práctica, tan importante fue su quehacer docente durante 40 años, desde 1961, de manera constante en diferentes instituciones del país como la Escuela Nacional de Arte, Escuelas de Instructores de Arte, Universidad de La Habana, Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI), entre otras en la Isla, y también en centro de enseñanza de Venezuela y en la Universidad Complutense de Madrid.

Los diversos tópicos que abordó incluyeron Traje Escénico y su historia; Historia de la Vestimenta, la Imagen del Hombre en el Cine, y destacó sobre todo a partir de los años 80, Conceptos e Historia de la Imagen del Hombre, tema hasta ese momento inédito.

Esa labor en la enseñanza estuvo sustentada en su gran empeño investigativo que inició en 1960 y terminó solo con su fallecimiento. Investigó sobre los aspectos técnicos, socioeconómicos, visuales y culturales de la vestimenta y la Imagen del hombre, de acuerdo con su atuendo, su cuerpo e intelecto. En 1997 se editó su libro La piel prohibida, y La vestimenta ritual tradicional de la santería cubana, en 2008. Dejó los títulos La Imagen del Hombre en Cuba, y La Imagen del hombre. Una teoría ampliada de la vestimenta e Historia de la Imagen del Hombre Universal.

Igualmente publicó artículos, ensayos, diseños e ilustraciones en revistas y diarios de Cuba, Bélgica y España.

Foto: Juan C Borjas

María Elena Molinet y el cine

El año 1967, marcó la entrada de la diseñadora al cine, y allí desplegó a sus anchas la magia de su inspiración en contubernio con los más importantes realizadores cubanos, baste mencionar a Tomás Gutiérrez Alea, a Humberto Solás, Enrique Pineda Barnet, José Massip y Manuel Octavio Gómez, en total 18 filmes tuvieron el aporte visual de sus diseños de vestuario; es obligatorio recordar Lucía (1968), El siglo de las luces (1976) y Cecilia (1982), las tres de Solás.

A la par, exhibió sus creaciones en exposiciones en Cuba,Venezuela, México, Checoslovaquia, Chile y Yugoslavia, fundamentalmente acerca de Diseño Teatral.

María Elena Molinet falleció el 6 de octubre de 2013 a los 94 años, fue merecedora de la Distinción por la Cultura Nacional, la Medalla Alejo Carpentier y los premios nacionales de Diseño (ONDI, 2005), Enseñanza Artística (2006) y Teatro (2007).

En su cumpleaños 90, en 2009, la Galería Raúl Oliva organizó la exposición personal «Vestidas por el tiempo», que fue un bellísimo tributo a su obra.

Nada mejor para cerrar este recordatorio de la maestra Molinet que algunas de las palabras que la doctora Graziella Pogollotti, escribiera para el catálogo de dicha muestra:

«La obra de María Elena, desde la docencia, la creación y el trabajo teórico alcanza, en ese contexto, dimensión fundacional. Deja su impronta en realizaciones clásicas del teatro y el cine con una concepción de la cubanía que trasciende el acercamiento superficial, costumbrista o folklorizante. Su trayectoria previa, en estrecho vínculo con la vanguardia nacional de los años cincuenta, la había preparado para abordar tan exigente empresa».