Leonardo Padura en sus 65 años


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“El viaje más largo comienza con el primer paso”

Proverbio chino

 

Llegar a lo que hoy llaman la tercera edad o adultez mayor, con su última novela recién publicada y con notable éxito y recepción por la crítica, es para Leonardo Padura la mejor manera de celebrar sus sesenta y cinco años de vida, incluso en las penosas condiciones existenciales que ha impuesto al planeta la pandemia del nuevo coronavirus.

Y es que el escritor cubano acaba de presentar Como polvo en el viento (Tusquets, 2020), libro que de inmediato ha alcanzado súper ventas y, lo más importante, un consenso generalizado de la crítica. Presentada de forma virtual a lo largo de septiembre en Madrid y Barcelona, España, y a seguidas en México y Argentina, la novela ha ocupado las primeras posiciones comerciales en las librerías de esos países, así como en tiendas electrónicas. Además, ya están en proceso las traducciones al francés, italiano, griego, alemán, árabe y portugués, así como al inglés por editoriales de Estados Unidos e Inglaterra.

Como polvo en el viento se incorpora a una obra de una solidez y calidad literaria reconocidas mundialmente. Trece novelas (editadas en más de veinticinco idiomas), cinco libros de cuentos, más de quince volúmenes entre periodismo y ensayos, varios guiones para documentales y largometrajes de ficción, además de artículos puntuales sobre temas de actualidad y numerosas entrevistas completan la vasta obra de pensamiento de Leonardo Padura.

El fenómeno de la gran recepción por los lectores cubanos de sus textos y libros se remonta a los años ochenta del pasado siglo cuando ejerció el periodismo literario o de investigación en las páginas de las ediciones dominicales de Juventud Rebelde. Recuerdo muy bien, pues era uno de ellos, cómo aumentaban sus seguidores cada domingo, para enterarnos de temas muy interesantes en los que la acuciosidad investigativa del autor y su prosa dúctil, eficaz, elegante y amena tejía las historias del cafetal Angerona y el amor entre Cornelio Souchay y Úrsula Lambert, relación interracial que sirvió a su vez de argumento años después a una película. También llega a mi memoria el inolvidable texto sobre el proxeneta Alberto Yarini y Ponce de León (un curioso personaje del hampa sexual habanera que soñaba llegar a ser presidente de la república), de muerte violenta, y a la vez un retrato de un fragmento de la república burguesa, o los pormenores que rodearon el surgimiento del Barrio Chino de La Habana. En fin, un sinnúmero de interesantes historias en las que coincidían la buena literatura y el periodismo investigativo con la sociología, en un haz que no se ha vuelto a producir en el país, al menos en la prensa escrita.

Con la tetralogía titulada “Las cuatro estaciones” nació el célebre detective Mario Conde (aunque ya venían juntos desde mucho antes o desde siempre), también ahora un adulto mayor, como su creador. Con esas cuatro novelas policiales comenzaron a llegar premios de todo tipo, dentro y fuera de la isla, y a crecer las legiones de lectores en los cuatro puntos cardinales.

Los premios y la recepción por la crítica son el complemento de la fortuna comercial de la obra de cualquier autor; ellos tres, unidos, dan la señal del triunfo completo. No ha sido el éxito de Padura un fenómeno aupado exclusivamente por una adecuada estrategia editorial, aunque esta es sumamente importante y Tusquets ha sabido hacer muy bien lo suyo, sino que estamos hablando de un escritor que posee una legítima masa de lectores, construida gradual y sostenidamente desde abajo, en una buena cantidad de idiomas y culturas, pero, en primer lugar, en su país.

Fui de algún modo testigo del proceso creativo de El hombre que amaba a los perros (2009), sin duda un título que catapultó a su autor de manera definitiva en el universo autoral más prestigioso del presente y pude comprobar entonces el rigor, la profunda investigación y la voraz digestión de decenas y decenas de otros libros e información de primera mano que fueron el sustrato sobre el cual Padura erigió una novela con un tema sumamente complejo y ya sin la presencia de otros elementos rituales en su obra. El talento y la maestría narrativa pusieron el resto (solamente en español esta novela  ya cuenta con más de cien ediciones).

Sus libros se han movido a lo largo de una pluralidad temática propia de un autor total: la Historia (de Cuba y de otras naciones y de distintas épocas), la trama policial más típica, el tema generacional (manejado con suma inteligencia y gancho), el abordaje sociológico de nuestra realidad (desde los ochenta hasta el presente), el erotismo, la cultura e identidad nacional y otros, que hacen que sus libros se lean con mucho interés en todo el orbe. Es una obra, vale añadir, y lo he dicho en otros escenarios, cuya distinción principal es su profunda y densa cubanía.

La enumeración de los premios y reconocimientos académicos recibidos por Padura harían demasiado extenso este trabajo por lo que bastaría con citar su Premio Nacional de Literatura (2012), el Princesa de Asturias de las Letras (2017), su membresía en la Academia Cubana de la Lengua (2018) y los Doctorados Honoris Causa en varias universidades de diferentes países para apreciar el reconocimiento universal de que es merecedor.

Trabaja ahora Padura en una nueva novela que versará sobre Alberto Yarini, quien se vinculará de alguna manera con las pesquisas de Mario Conde por lo que el escenario nacional será nuevamente el objetivo de su mirada. También se espera, según me dijo recientemente el propio autor, que prosperen las negociaciones que llevarían a la pantalla la trama de El hombre que amaba a los perros, con lo que se abrirá otra buena expectativa para los seguidores de Padura en todo el mundo y en particular los de esa novela.

En el presente crecen continuamente los abordajes académicos sobre su obra, tanto en la academia cubana como en la de otros países y se gestan compilaciones de libros contentivos de rigurosos estudios sobre la misma desde el plano de la crítica literaria seria y respetable.

Es bueno que Padura y Mario Conde sepan que sus lectores cubanos se alegran sinceramente de su nuevo aniversario y por el sostenido éxito de sus libros. Para la cultura cubana es también motivo de orgullo que un escritor nuestro haya alcanzado tan altos niveles de reconocimiento en el universo literario internacional. ¡Felicidades Padura y Conde!


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