La Bienal es para cuestionar, experimentar y buscar la creación al más alto nivel


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En Chullima, el antiguo astillero que durante años estuvo abandonado, Wilfredo Prieto tiene ahora su taller. Justo en ese lugar, el prestigioso artista tiene planeado presentar durante la XIII Bienal de La Habana, un espacio que conduzca a repensar métodos y donde confluyan las artes visuales con la dramaturgia, la arquitectura, el cine y la culinaria. «Quiero mostrar un proceso en lugar de una obra terminada», dijo uno de los más internacionalmente conocidos y cotizados creadores cubanos.

Graduado del Instituto Superior de Arte en el 2002, Wilfredo Prieto es reconocido en los circuitos internacionales de las artes como figura imprescindible de la plástica cubana. Su obra es eminentemente conceptualista, filosófica, cuestionadora y revolucionaria; aparentemente sencilla pero contundente y abierta a la interpretación.

Nació en un pequeño pueblo de Zaza del Medio (Sancti Spíritus): el lugar a donde siempre regresa; y en cada una de sus creaciones sostiene brevedad narrativa, delicado sentido del humor y sutileza poética.

No es de extrañar, por tanto, que invite a compartir en la XIII Bienal de La Habana preocupaciones que surgen durante la creación en sí misma. Para ello ha llamado a Cildo Meireles (Brasil), Joan Baixas (España), Hubert Sauper (Austria) y Alberto Kalash (México), a ser parte de un proyecto que se conecta con una especie de autopista infinita que desde hace años realiza en Sancti Spíritus.

Todos estos creadores se unirán a él y a su equipo de trabajo durante el evento. El arquitecto mexicano Alberto Kalash, por ejemplo, vendrá a reestudiar la jardinería de la Habana.

«Queremos aprovechar el caos del subdesarrollo que a la vez da lugar a una nueva estética donde cada cual tiene su jardincito y no ese orden frio que a veces tienen las ciudades modernas. La Habana pide un bienestar diferente a lo que se ha entendido clásicamente. Tiene algo de especial que, desde otra mirada, se puede multiplicar y entender mucho mejor.

«Es por eso que decidimos trabajar con Alberto Kalash y un grupo de arquitectos y estudiantes de esa especialidad. Igual hemos sumado a historiadores del arte. Vamos a hacer un estudio de todos los jardines, calles, parques y espacios vacíos. Este proyecto se llama Jardines que no existen y será publicado en un libro. Pensar una ciudad contemporánea con menos esfuerzos y recursos con gestos inteligentes y estéticos nos ha hecho trabajar, del mismo modo, con ingenieros agrónomos y especialistas del jardín botánico que nos digan qué árboles se pueden ubicar en cada lugar».

El cineasta austriaco Hubert Sauper, adelantó Prieto, tiene una producción de cine documental relacionado con problemas sociales y políticos del mundo de hoy. «A la Bienal traerá, sobre todo, el nuevo documental que está haciendo que se llama Epicentro y habla de la manipulación de la realidad para cambiar la historia. Empieza en La Habana con la explosión del Maine, como primera referencia de la manipulación del cine con respecto a la realidad.

«Lo hemos incluido porque me parece importante hablar de estos documentales y crear talleres relacionados con la temática. Incluso, mostraremos las maquetas de madera que se hicieron del Maine.

«Estamos acondicionando, por otra parte, dentro de Chullima, un espacio donde los actores estarán interactuando con el público. El dramaturgo catalán Joan Baixas interpretará la obra Dado redondo. Vamos a hacer, además, un proyecto de cocina al que estamos invitando a varios chef. Es un pretexto para repensar la cocina cubana de una manera más contemporánea y reunir artistas, no solo de las artes plásticas, la música, la danza, e invitar a los vecinos también.

«Es romper la frontera del estudio para pasar a un espacio que se convierte en un paisaje de intercambio. Esa relación puede darnos una situación de aprendizaje. Quiero mostrar un momento del proceso de mi trabajo consecuente con la lógica de desarrollo de lo que estoy haciendo, que está muy en sintonía con lo que sucede en el arte a nivel internacional de alguna manera, y en Cuba específicamente. «Estamos viendo una época de una cultura basura extremadamente alta, una sobreinformación, una crisis de contenido de valores y ética de pensamiento. No quiere decir que no exista buen arte pero hay una sobreproducción de la otra escena.

«La falta de ferias de arte hace que los artistas se reubiquen en sus estudios. Los convierten en una especie de galería y hay una necesidad del estudio como espacio físico. Esto me ha hecho pensar mucho.

«Yo llevaba mucho tiempo sin tener estudio. Trabajaba en cualquier lugar. Me parece importante pensar sobre las bases de trabajo, los esquemas creativos. Me parece importante no ver el estudio de manera romántica, entendido históricamente como el creador solitario con la modelo, sino como un espacio de rol donde intercambias todo el tiempo no solo con el propio arte sino con el entorno del cual te alimentas y al que aportas una visión diferente.

«Por eso pensé en la idea de la colaboración y después también un poco repensar en la explosión de los estudios venta, que no tiene lógica y es contraproducente con el espacio experimental como se entiende.

«He querido hacer este intercambio, crear eventos, talleres que puedan generarse a partir del diálogo y las preocupaciones de cada uno de los participantes».

Si bien todos esos proyectos confluirán en Chullima también tendrán salida a la ciudad. Como Jardines que no existen y Autopista infinita, el de Santi Spíritus, que es en un espacio rural en medio del monte.

Según explicó Wilfredo Prieto, Autopista infinita es el símbolo del infinito en forma de autopista. «No tiene entrada ni salida. Es un círculo continuo, como una serpiente que se muerde la cola. Se pondrá en 49 hectáreas que ahora están invadidas de marabú. Hay que desforestar y después reforestar. Queremos entrar con paisajistas y proponer también formas de agricultura contemporánea que puedan cambiar los modos de vida.

«Vamos a trabajar con la arquitectura y hacer elementos que no sean invasivos al espacio. Es una deuda conmigo mismo y con mi localidad. Nací e hice mis primeros estudios en ese lugar. Después me alejé por una necesidad de crecimiento. Es un poco el retorno que se conecta con la lógica de la historia».

Su presencia una vez más en la Bienal de La Habana confirma el valor que le atribuye a un evento como este. «Si se conduce con inteligencia bien podría oxigenar el mundo del arte», afirmó. En medio de un contexto en que las bienales, de manera institucional, están siendo sustituidas por las ferias de arte, y se imponen criterios comerciarles, la nuestra, dijo, no escapa a este fenómeno. Pero «tiene la posibilidad de ser diferente porque cuenta con las herramientas y recursos para tener una mirada completamente opuesta a lo que está sucediendo, en un sentido reflexivo y de entendimiento».

La XIII Bienal de La Habana puede volverse una escuela, enfatizó Prieto. «No es una feria de arte ni un evento popular aunque todo el mundo tiene que esforzarse para llegar a ella. Es un evento para cuestionar, experimentar y buscar la creación al más alto nivel. Tiene que mantener el arte a una pureza lo más transparente posible.

«Si eso lo logra, que sería un esfuerzo gigante no a nivel de recursos sino de inteligencia, refrescaría lo que ha pasado en el mundo. Esa función la ha cumplido otros años con otro tipo de problemáticas. Ahora tiene que renovarse como estructura cultural.

«No puede seguir el modelo estándar ni la idea de promover al artista desconocido sino dar una visión novedosa y creativa de las necesidades del arte y el pensamiento actual. Eso lleva diálogo, atrevimiento y renovación absoluta. Una bienal no puede perder de vista que es un laboratorio científico con capacidad de experimentación e intereses de reflexión culturales, sociales, políticos, filosóficos y artísticos».


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