Komotú, de Guantánamo para el mundo


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Pronunciar en Cuba el nombre de Komotú es sinónimo de buen gusto y humor inteligente.

Lograr reconocimiento nacional desde su Guantánamo –la provincia más alejada de los mayores centros culturales del país, ubicados en la capital-, ha significado mucho sacrificio y un gran reto que Yasnay Ricardo, Miguel Moreno (La Llave) y Alexis Ayala, sus tres integrantes, bien han sabido afrontar.

Durante 22 años de quehacer –cumplidos este septiembre de 2016- han mantenido altos niveles de popularidad; desde el mismo periodo en que surgieron en medio de aquella especie de “boom humorístico” que dio a luz a buen número de agrupaciones, entre las que sólo se mantienen activas unas pocas como Pagola la Paga, La oveja Negra y Cari Care, por solo citar las más reconocidas.

Desde el año 1997 integran el catálogo del Centro Promotor del Humor (CPH), pero ya desde el ´96, con solo dos años de fundado, el grupo empezó a participar regularmente en los Festivales Aquelarre, que más allá de otorgarle galardones en varias de las ediciones competitivas –incluyendo Actuación Masculina, Mejor Espectáculo Humorístico y Espectáculo Humorístico del Año en la edición de este 2016-  ha contribuido a validar ante los públicos, su manera particular de asumir el humor.

A partir de la celebración de sus 20 años en la escena, con el estreno de su espectáculo El Muro, comenzaron a explotar más concienzudamente las herramientas que ofrece el teatro, lo cual, si bien no significó un cambio rotundo en la estética del grupo, comenzó a marcar una nueva proyección en su trabajo, enmarcada principalmente en la forma de escritura del guión, en el empleo de la escenografía, el vestuario, y el montaje.

¿Desde los inicios siempre les ha interesado seguir la línea de la sátira y la crítica social, del humor inteligente?

Miguel: Ese fue nuestro propósito desde que se creó el grupo, la línea que tuvimos en la mira siempre fue esa. Se nos daba bien la forma de hacer esos tipos de chistes de sátira social y política, ese humor punzante donde todo lo rige la ironía. La crítica a la realidad, pero no explícita, donde se asume responsablemente una manera de decir. Como el humor es popular y atrae mucho público diverso, tenemos una cuota de responsabilidad muy grande; lo que dices en escena hay que decirlo con mucho cuidado, desde la intertextualidad, buscando los códigos exactos y las mejores maneras de decir lo que se piensa, pero tratando de propiciar determinadas lecturas y no otras.

¿Komotú siente que el humor, en tanto es crítica, es necesario para lograr una sociedad más saludable?

Miguel: Sí, definitivamente. El humor es saludable en tanto sea parte de una crítica responsable, madura, que señale el problema; porque eso mueve a la acción, al razonamiento a partir de la situación que se plantea. Es una especie de medidor de cómo está el estado de ánimo de la gente. Pero también es saludable literalmente. La risa, la relajación que causa presenciar un buen espectáculo humorístico, predispone positivamente para enfrentar esos mismos problemas que se critican.

Alexis: También el humor cumple con una función social importante porque tiene una respuesta inmediata, un alcance inmenso. Dado que es popular, cuando se hace con inteligencia, con sutileza y está bien realizado, permite decir cosas que a través de otro tipo de arte no se permitiría decir; porque no sería aceptado ni por el poder ni por el receptor, de la manera en que se acepta a través del humor.

¿Qué le ha aportado a Komotú la participación en el Festival Nacional del Humor Aquelarre?

Alexis: Creo que más allá de optar por los premios, la participación en el Aquelarre es muy importante. Para nosotros, que somos de la provincia más alejada de la capital, significa ponerle un plus a la preparación de una obra, mirando que otros públicos, un jurado y nuestros colegas humoristas, van a poder considerar nuestra propuesta. Esa es una posibilidad más de acercamiento a otros públicos, de visibilizarnos y promocionar lo que hacemos. Y hemos obtenido buenos resultados en esos festivales manteniendo nuestra línea, afirmándonos en nuestra manera de hacer humor. No trabajamos para premios, los premios son muy subjetivos; pero han llegado, como este año que obtuvimos varios de los más codiciados por todos.

Miguel: Es importante también porque en el marco de un festival se incrementa el acceso que se tiene a la crítica. A mi juicio el humor de forma general cuenta con muy poca crítica especializada, periodistas o especialistas que se acerquen a verlo de un punto de vista realmente crítico a través de un análisis, comprensión y razonamiento del hecho artístico. Durante el transcurso del año, en los espectáculos humorísticos la crítica es casi nula, pero al menos en el Aquelarre sí la hay.

Muchos humoristas se han ido por el camino más fácil del chiste menos elaborado para cabaret y centros nocturnos porque ahí encuentran un determinado sustento económico de manera rápida. No ha sido el caso de Uds., que nunca han renunciado a hacer lo que hacen. ¿Cómo le ha ido a Komotú en este sentido de lograr un balance entre economía y principios estéticos?

Miguel: Tratamos de que las obras y espectáculos nuestros tengan su mayor exposición en el teatro. Buscamos el sustento por ahí, pero también nos hemos presentado fuera de teatros, sin abandonar nuestro modo de hacer. Hemos estado en cabaret, y hemos hecho algunas pequeñas adaptaciones a lo que presentamos, pero nunca hemos puesto la ganancia económica por encima de la calidad del arte que hacemos. Partimos de la premisa de que lo que está bien hecho, lo que sale de una buena idea y un buen sentido, va a funcionar en cualquier lugar, teniendo en cuenta algunas adecuaciones para el medio en que se presente. Yo creo que se puede lograr un equilibrio.

Al humorista que se dedica al cabaret, a sitios donde diariamente o semanalmente tiene un espacio, le puede ir mejor económicamente, pero eso parte ya del propósito de cada cual. Yo como artista tengo el interés de hacer una obra que yo respete y que el público respete. No critico a quienes hacen ese otro tipo de humor, porque es una forma de hacerlo, y la poca calidad no es totalmente responsabilidad del humorista en algunos casos, sino que es exigencia del momento, del tiempo, del auditorio.

Alexis: Nosotros hemos hecho el sacrificio de quizás perder espacios donde se paga mejor, dígase centros nocturnos, plazas, carnavales y fiestas populares donde se mueve una mayor cantidad de dinero, para continuar construyéndonos un prestigio y una obra que perdure. Tal vez tuviéramos más dinero y más riquezas materiales, pero hemos supeditado todo eso a nuestro humor, que consideramos que no es para ese tipo de espacios.

Mantenerse desde Guantánamo en la preferencia del público como uno de los grupos más populares en la actualidad debe haber sido difícil. ¿Cuál ha sido la estrategia de Komotú?

Miguel: Trabajar mucho, para el público de Guantánamo y de cualquier lugar, no dejar de tener contacto con La Habana, como la capital donde confluyen otras agrupaciones y públicos. Nos hemos propuesto que nos conozcan en toda Cuba sin dejar de ser guantanameros, de vivir en Guantánamo. Todos nuestros espectáculos los estrenamos en nuestra ciudad, donde hay un público que consideramos medidor por excelencia para el humor, no solo dicho por nosotros sino por colegas que vienen acá y lo constatan, un público exigente y sincero que nos ha empujado a mantenernos en el rigor de crear. Lo otro es que cuando tú trabajas con seriedad, respeto al público y perseverancia, logras el éxito.

¿Entonces no han pensado nunca en irse de Guantánamo?

Miguel: ¡No!

Alexis: No, pero no estamos cerrados a la idea; nos ofrecen apartamentos en Manhattan y bueno... lo pensaríamos. Pero ya hablando seriamente, no es algo que hayamos necesitado hasta ahora, no lo hemos buscado ni nos hemos enfocado en ello.

Miguel: Realmente no estamos cerrados a esas posibilidades, porque también entendemos que no podemos estar aislados de la sociedad. Se sabe que en La Habana se tiene mayores posibilidades de contratación, de presentación y tal. En Guantánamo tenemos el Teatro Guaso, en La Habana tendríamos unos cuantos más, así como muchísimos espacios para una peña...  Pero hasta ahora nos ha ido bien desde aquí y continuaremos mientras podamos seguir gustándole al público cubano y seguir trascendiendo. En mi caso particular yo pude irme, y quedarme, pero no lo hice. Estuve por muchos años en un programa en la televisión nacional, haciendo el personaje de La Llave, pero me propuse hacerlo desde aquí, y lo logré.

¿Resumiendo, cuál es la llave del éxito de Komotú?

Miguel: Mucha voluntad de mantener un trabajo digno, tanto del punto de vista material como intelectual, hasta donde nos de la capacidad y las posibilidades de hacer una obra respetada por el público y por nosotros.

Alexis: Luchar, trabajar, sacrificarse mucho por mantener una obra artística. Esa es nuestra clave.


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