Kcho: “Me siento umbilicalmente conectado a mi pueblo”


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Foto: Mildred O´Bourke Rodríguez. Tomada de Radio COCO

El pasado lunes Alexis Leyva, Kcho, materializó su más reciente sueño: el Museo Orgánico Romerillo (MOR), proyecto que tiene como antecedentes diversas acciones de apoyo a la creación artística como  los Talleres de Artes Gráficas organizados en varias provincias en el año 2007 y la apertura de la Sala de Arte Cubano del Museo Municipal de la Isla de la Juventud en 2008.

También en ese año acometió la construcción del Memorial-Biblioteca del poblado de Soplillar en el municipio matancero Ciénaga de Zapata y la constitución de la Brigada Artística Martha Machado, que luego de trabajar en gran parte del país llegó al desolado Haití con la Misión Sonrisa.

Tras poco más de un año de inaugurar el Kcho Estudio Romerillo. Laboratorio de Arte, el artista dejó abierto este 25 de mayo, dentro del programa oficial de la XII Bienal de La Habana, un museo cuyos espacios son los de la comunidad donde se encuentra enclavado, dígase paradas de ómnibus, fachadas, parques y mercados.

Un museo que integrará a todas las manifestaciones del arte, poniéndolas en contacto directo con las personas para destruir así modelos estandarizados de la relación entre los creadores y sus públicos.

Seguido insistentemente por varios representantes de la prensa y luego de la reapertura del peculiar Supermercado “Los Marinos”, una de las áreas del Museo de cuyas paredes cuelgan valiosos originales de artistas cubanos, Kcho accedió a detallar los orígenes del MOR.

“No quise caer en la trampa de convertir a mi Estudio en un Kchismo completo durante la Bienal. Me puse a pensar y así fui generando una idea donde todo es posible, donde el arte puede estar en cualquier parte.

Este mercado era un horror, entonces nos dimos a la tarea de transformarlo convocando a todos los factores del barrio y a sus líderes naturales, al tiempo que los sumábamos a la idea del Museo Orgánico. Ahora tenemos arte en el mercado, en el Estudio, en la calle, en los parques, con esculturas, serigrafías. Tendremos presentaciones de grupos de teatro, de música…

El Museo Orgánico es para toda la vida. Cada vez que sea posible haremos nuevos espacios donde las personas aprendan a ser diferentes y a aportarle a la sociedad. Esa es mi idea, por eso tanto empeño, tanto esfuerzo.

A veces puede parecer un poco absurdo que una colección como esta esté en un supermercado, pero eso le da un valor agregado muy importante a la colección. La convierte en algo verdaderamente útil para las personas. Puede ser que hoy no entiendan de arte pero mañana serán grandes conocedores. Cuando hagan sus compras van a estar acompañados de la tremenda fuerza que tiene esta colección de arte de las vanguardias cubanas”.

¿Qué otra cosa te pide el pueblo del Romerillo?

El pueblo me pide que traiga a Fidel. Ya lo traje una vez en enero del año pasado para la inauguración del Laboratorio. Yo les digo Si él está aquí. Nunca se ha ido.

La gente  también me pregunta por qué hago esto en La Habana si nací en la Isla de la Juventud y hasta soy Diputado por allí. Pero no puedo estar tranquilo: mi vida se desarrolla en La Habana. Este garapacho lo eché aquí.

Y aunque tengo el sueño de cuando sea viejo irme a la Isla de la Juventud a trabajar con los niños, sería irresponsable no aportarle a esta capital de todos los cubanos, donde están nuestros principales organismos. Yo nací en la Isla pero soy cubano y estoy aquí haciendo lo que hay que hacer. Fui educado para eso. Ese es el resultado.

En Cuba hay una pila de gente que hace mil cosas. Eso es lo importante, que somos muchos. La gente hace las cosas en la medida de su dimensión de la vida, pero todas las dimensiones son importantes. La vida es vida porque es diversa. Todos somos útiles.

¿Por qué has hecho todo este trabajo en el Romerillo y no en otro barrio desfavorecido de la ciudad?

Porque la Escuela Nacional de Arte está en la esquina. Cuando vine a La Habana con catorce años nunca me había separado de mi familia y en este barrio comí, tuve novia. Muchas cosas, igual que todo el mundo.

Me fui de la Escuela con veintiún años y pasé un día por aquí ya con 42. Me emocioné y entré. Los vecinos me contaron algunas cosas y rápido me surgió una idea, un proyecto  que fue el que inauguramos el 8 de enero del año pasado.

Esto que está pasando hoy aquí es un paso de evolución de esa idea y seguiremos avanzando hacia algo mejor. Esa fue la orden que me dio Fidel cuando estuvo aquí: No te detengas. Sigue trabajando. Sigue luchando. Sigue haciendo cosas y es lo que estamos haciendo. Seguimos luchando, seguimos soñando y construyendo, que es lo importante.

La obra más grande son las personas, su transformación. Hace poco me enseñaron el informe de un estudio que hicieron determinadas autoridades en esta comunidad y los números me resultaban increíbles. Es hermoso ver  la capacidad que tiene el arte de transformar a las personas.

Porque en un año hemos hecho muchas cosas. Aquí han estado todas las bandas de la Escuela de Música, el Circo Nacional de Cuba… Muchos artistas han trabajado con nosotros y el efecto se ve en ese informe y en la gente.

¿Esos números a que te refieres reflejaban un decrecimiento de los actos delictivos?

Exactamente. Este lugar es ahora el Paraíso. Cuando los vi yo decía que no era posible. Emociona ver que el arte tiene esa capacidad.

¿Cómo responden los artistas a tu convocatoria?

Cuando ustedes vean toda la colección notarán que mucha gente responde. Otros no entienden lo que hacemos aquí. Otros no entienden que crear es un acto supremo de valentía.

Yo digo que en la historia de este país no hay mayor patrimonio ni cultural, ni político, ni social que la Revolución. No hay en Cuba obra de arte superior a la Revolución, que es una obra colectiva y que ha cambiado a este país y al mundo para siempre.

Hoy todo el mundo quiere hablar con Cuba. Eso es producto de lo que este país es capaz de hacer. De nuestros valores más fundamentales, y el arte es uno de ellos. Por eso estamos aquí. Es lindo llegar a esta edad haciendo estas cosas.

Cuando hace poco estuve en el Vaticano coincidió que era el Día de las Madres y estuve pensando en mi mamá. Mi mamá fue la que me hizo así. Soy así por Martha Machado y por mi padre. Me sembraron cosas que son poderosas y que me conducen todo el tiempo.

Seguiremos trabajando aquí porque confío en que el arte lo puede cambiar todo. No hay muro, sombra, infierno, ni abismo que no pueda superar la energía del arte. El arte puede llenar cualquier espacio, superar cualquier obstáculo. Puede destruir cualquier muro por horrible que sea.

Si a los veinte años yo hubiera estado en la bobería hoy no tuviera esta colección. Esta exposición la hago porque puedo disponer de ella.

Porque quién me va a dar un Amelia Peláez para ponerlo en un supermercado. Nadie me lo va a dar. Pero esa colección que está ahí es un préstamo del Museo de la Isla de la Juventud, donde la inauguramos el 3 de junio de 2008. Esa es la dinámica que queremos mantener.

¿Qué nuevos espacios piensas inaugurar en el Romerillo?

No vamos a pensar a nivel de espacios, sino de acciones. Muchas. No me preguntes a mí, pregúntale a la gente en la calle. Las personas son las que nos conducen.

Por ejemplo: nuestra Biblioteca Comandante Juan Almeida Bosque abrió antes del 8 de enero de 2014 con un horario de nueve de la mañana a nueve de la noche, de martes a domingo. Los propios usuarios fueron pidiendo que ampliara el horario cada vez más. Ahora abrimos todos los días y cerramos a las once de la noche.

Después pidieron más computadoras para la Biblioteca, donde tenemos tres. ¿Qué hicimos? Pues eso es Cuba. Cuba es un país pequeño y pobre donde se comparte lo que hay, por lo que cogimos el wi-fi del Estudio y en lugar de apagarlo lo compartimos con más personas.

Pero para usar esa tecnología chocamos con el bloqueo. Casi nada se puede hacer porque todos los servidores están conectados con el más allá y nada funciona.

Con las tres máquinas, en un año hemos tenido unos veinte mil usuarios en la Biblioteca. Hoy ya no podemos contarlos. Todo el mundo se conecta, todo el mundo está socializando allí. Vienen los estudiantes de la Escuela de Música a buscar partituras. Otros, que son fanáticos del fútbol, vienen detrás del Balón de Oro. Alguien busca a su hermano que se le perdió hace diez años. Se crea un ambiente muy interesante.

Y también se crea como un ciclo, porque esos mismos usuarios del wi-fi fueron los ayudantes de Sergio César, el escultor brasileño. Estuvieron como quince días trabajando con él.

Aquí hicimos una Colmenita. ¿Por qué hicimos una Colmenita en el barrio? Porque es algo digno de imitar y aquí hay familias disfuncionales. Ahora los padres quieren imitarlos, los niños quieren imitar a los de la Colmenita.

Tenemos también un equipo de fútbol que hicieron los muchachos y son cosas que van naciendo de la propia familia, de la propia sociedad y son cosas muy buenas que dan orden al barrio. Un barrio que era de gente complicada y hoy no es así. Eso es muy bueno y más importante que cualquier obra de arte. Estoy convencido de eso.

La gente en el Romerillo dice que se necesitan muchos Kchos. Hablaban de Buenavista y de otros barrios ¿Qué reflexión te merece eso?

Hace falta que la gente haga lo que ha enseñado Fidel Castro. Lo único que hace falta es eso. Yo soy alumno de Fidel Castro. Fidel ha fijado en mí muchas ideas que yo traía de mi casa. Me las fijó, me las modeló, me las abonó y han crecido en mí.

Cada cien años hace falta un Fidel. Deja que pasen dos mil años para que veas. Los romanos crucificaron a Cristo y los americanos no pudieron crucificar a Fidel Castro. Eso es una realidad de la que hay que estar orgullosos.

Este país no ha sido crucificado por el enemigo más grande que ha conocido la humanidad y eso es un logro de Fidel. Entonces a él, a sus ideas,  es a lo que hay que multiplicar.

Pero hay otros artistas que han sido forjados en las ideas de Fidel y no actúan como tú.

A esos que el pueblo los juzgue. Somos artistas porque el pueblo nos quiere. No quiero satanizar el espíritu mezquino de algunas personas. Es su decisión. Pero es feo porque un artista tiene otra sensibilidad, es un ser especial. ¿Entonces es sensible para unas cosas y para otras no? Eso está mal.

Yo me siento umbilicalmente conectado a mi pueblo y no puedo cortar eso. Esto que hago aquí es más importante para mí hasta que pintar porque yo no creo que haya un artista más talentoso que el pueblo cubano. Ese es el de la mentalidad contemporánea.

El pueblo juzga. El pueblo es el que te hace existir y es el que te borra de la historia.


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