Henry Peña: La Misión “Cultura Corazón Adentro” y la muerte del presidente Chávez marcaron para siempre mi vida


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Fotos: Cortesía del entrevistado.

Este 26 de abril se conmemora el séptimo aniversario de la Misión “Cultura Corazón Adentro”, una iniciativa que surgió como parte del Convenio Cuba-Venezuela, a raíz de la creación de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que hoy se encuentra desplegada por los 24 estados de la tierra de Simón Bolívar y por sus zonas de más pobreza.

Más de cinco mil colaboradores cubanos han hecho de esta obra una labor de pueblo, de comunidad. En estos momentos la desarrollan más de mil doscientos, quienes “salvan la vida espiritual del pueblo venezolano”. Y como reconoció Raúl en la Reunión Extraordinaria del ALBA-TCP, en marzo del 2015: "los colaboradores cubanos presentes en la hermana nación, continuarán cumpliendo con su deber bajo cualquier circunstancia, en beneficio del hermano, solidario y noble pueblo venezolano".

Desde entonces, especialistas e instructores de arte de nuestro país han llevado el arte más genuino a miles de venezolanos, realizando talleres de aprendizaje, de apreciación y formación artística y encuentros metodológicos, formando sistemáticamente a los activadores y coordinadores venezolanos que darán seguimiento a los programas culturales de cada localidad; a la vez que han ido creando las brigadas artísticas que recorren todos los territorios, enriqueciendo la vida cultural de sus pobladores.

La diversidad cultural que está presente en esta hermosa tarea, protagonizada por niños, jóvenes y adultos de la tierra de Simón Bolívar bajo la tutela de altos profesionales cubanos que prestan sus servicios en esta misión, ha significado una contribución importantísima a la cultura de ambas naciones y un crecimiento sustancial. Entregan sus conocimientos a las comunidades, las ayudan en su transformación y logran, a su vez, una dimensión superior en cada uno de sus participantes.

Hoy podemos hablar de consolidación e impactos del trabajo cultural comunitario en Venezuela, y si ello ha sido posible se debe a la presencia y profesionalidad de jóvenes como Henry Peña Álvarez, de 29 años, natural de Manacas, municipio de Santo Domingo, provincia de Villa Clara —graduado en la escuela Manuel Ascunce Domenech de Villa Clara como instructor de arte en el 2004, en la especialidad de teatro, y de Licenciado en Instructor de Arte en el pedagógico Félix Varela de Villa Clara en el año 2008—, quien durante tres años y diez meses formó parte de esta historia, una historia de amor y voluntad, de paz y patria. En la actualidad funge como subdirector Artístico Pedagógico de la Escuela Nacional de Teatro (ENT), de la Escuela Nacional de Arte (ENA).

A propósito de este séptimo aniversario de la Misión “Cultura Corazón Adentro”, Cubarte conversó con este destacado instructor de arte, quien en el 2007 mereció por su trabajo el Reconocimiento Especial de la Brigada José Martí (BJM), la distinción más relevante que entrega el movimiento. En el 2009 fue seleccionado como vicepresidente de la BJM a nivel nacional para atender el trabajo comunitario y en noviembre de 2009 comenzó a trabajar en el Centro Nacional de Escuelas de Arte, en el Departamento de Artes Escénicas, donde permaneció hasta el 24 de febrero del 2010, fecha en que salió para Venezuela.

¿Cómo describirías la labor que desarrollaste en Venezuela?

Al llegar me ubicaron como colaborador de teatro en el estado Miranda, en la parroquia Fila de Mariches de la comunidad Altos de Tomás. Ahí estuve dos años con resultados destacados en todas las tareas propuestas. Participé en los festivales comunitarios, impartí talleres en las escuelas primarias y liceos, atendí a jóvenes de la comunidad y fui profesor de los animadores venezolanos de mi parroquia.

Por mis resultados fui seleccionado para regresar un tercer año y trabajar en la Colmenita Bolivariana, atendiendo este proyecto en el Estado Vargas, junto a mi esposa; allí estuvimos durante algunos meses. Después pasé a ser coordinador de la Misión en este Estado; en una primera etapa con un equipo de 8 colaboradores que después se incrementó a 12 y posteriormente llegamos a contar con 30. Atendíamos todo el territorio y todos los proyectos de la Misión: Formación comunitaria, Formación de formadores, el proyecto de la Colmenita Bolivariana y el de educación de la escuela de San Alejandro con el Ministerio de las Comunas. Esto fue hasta el 30 de diciembre del 2013.

Lo más significativo para mí en todo este tiempo fue ser seleccionado y reconocido como Mejor Cuadro Joven de la Misión Cultura. Y en el plano profesional, fue fundar la Misión Cultura en el Estado Vargas, lograr vincularnos en su vida cultural, trabajar unidos con todas las misiones cubanas y preparar a los animadores venezolanos del territorio para su futura labor en el campo artístico educativo.

Alguna experiencia en particular que haya marcado tu trabajo.

En la primera etapa fue impactante trabajar con los refugiados de los deslaves del estado Miranda, llevar actividades con el circo, los niños aficionados que atendimos y acercar brigadas artísticas de la Misión a esas personas que lo perdieron todo.

Después, ya en el Estado Vargas, poder inaugurar los nuevos urbanismos que entregaba la Revolución Bolivariana, como el “Hugo Chávez” de la parroquia Urimare. La visita casa a casa con el deportista y el médico cubano de la comunidad, para conocer de cerca y de alguna manera resarcir las principales necesidades de la población e incrementar el acercamiento de las misiones sociales al pueblo venezolano. Poder desarrollar trabajos culturales en comunidades con índices de extrema pobreza, como fue el caso de Vía eterna, en la parroquia Urimare. También puedo decirle que viví con gran emoción cada elección ganada por la Revolución, sobre todo las presidenciales.

Pero lo que más me marcó y nunca olvidaré será la enfermedad y desaparición física del Comandante Presidente Hugo Chávez. Ese día 5 de marzo se volvió un día gris, colapsaron las comunicaciones, las personas parecían no tener consuelo, todos lloraban con mucho dolor, buscaban fuerzas para asimilar la noticia, pero el sufrimiento era tal que pareciera que hablaban de la pérdida de un padre.

Recuerdo que algunos trataban de alentar a los demás, pero se podía ver que tenían el corazón hecho pedazos. Pude ver y sentir cómo miles de personas preferían dar su vida para que Chávez continuara la Revolución. El día del traslado de los restos y de rendir los honores fue impresionante, todos querían despedir a ese gran hombre.

Después vino la campaña del presidente Maduro. Esos fueron días de mucho trabajo en las comunidades, era el momento de demostrar que el ideario de Chávez seguía en pie y que la Revolución era el legado irrevocable para el pueblo. El momento en que la presidenta del Consejo Electoral dio el resultado final estará grabado en mi mente; la espera fue eterna y aunque los resultados no fueron realmente los esperados, todos estábamos seguros de que el chavismo ganaría el sufragio.

Otra experiencia importante fue el acto nacional realizado el 28 de enero del 2013 para inaugurar oficialmente la Casa del Poder Popular del Estado Vargas, con la presencia del gobernador del Estado, Jorge Luis García Carneiro, el Embajador de Cuba en Venezuela, Rogelio Polanco, y el Jefe de las Misiones Sociales Cubanas en Venezuela, Roberto López, así como directivos de todas las misiones. 

Otro momento significativo fue haber trabajado con los colaboradores de artes plásticas Leonardo Montiel, Mileidy Plata (mi esposa) y Darién Rodríguez en la realización del monumento dedicado a los caídos en el atentado terrorista al avión de Barbados, que salió precisamente del aeropuerto de Maiquetía el 6 de octubre de 1976. La escultura de casi dos metros de alto y uno y medio de ancho fue realizada en tres días y dos noches de trabajo ininterrumpido. Los deseos de cumplir con la historia y de crear algo revelador para homenajear a esos héroes no dejaban dormir a esos artistas.

¿Qué significa para ti haber sido el primer instructor que asumió la coordinación en un Estado? Háblame de tu trabajo en La Colmenita de Vargas

Ser el primer coordinador de la Misión Cultura en el Estado Vargas fue algo importante, porque se aprende mucho como profesional y como persona; fue una preparación importante y una tarea bien difícil para cualquier persona que decida asumirla. Se trata, en esencia, de organizar, gestionar, planificar y coordinar varias tareas al mismo tiempo, durante 24 horas al día; no se descansa nunca.

Eso sucedió sin darme cuenta. De pronto Alejandro Gumá, el coordinador de la Misión “Cultura Corazón Adentro” en aquel momento, me da la tarea de organizar y orientar el trabajo de un grupo de colaboradores que irían para mi Estado. De pronto los días se volvieron meses, se fueron creando las condiciones y una cosa llevó a la otra. Continuaron llegando colaboradores y creciendo las responsabilidades, hasta que un día me nombran coordinador del Estado.

Desde esa posición pude trabajar junto a los dirigentes venezolanos que atendían las misiones, y gracias a su ayuda y a la de la doctora Lídice Serradé —jefa de las misiones cubanas del Estado— y a la de Juana Amaro —jefa del grupo de trabajo del Partido—, pude cumplir con esta tarea. Gracias, además, a mis colaboradores, porque creamos un equipo de trabajo fuerte, de profesionales dispuestos a cumplir con cualquier tarea y comprometidos con el momento histórico que vivíamos.

De La Colmenita Bolivariana del Estado Vargas tengo muy buenos recuerdos. La acogida de los niños y padres, desde el primer día que llegamos Mileidy y yo para trabajar con ese núcleo, fue muy estimulante. Teníamos casi 120 niños, niñas y adolescentes a nuestro cargo, con los que trabajábamos todas las tardes en la fundación del Niño Simón.

Con los niños desarrollamos muchas actividades que marcaron sus vidas y las nuestras: organizamos jornadas de atención médica integral, paseos a lugares de interés dentro y fuera del territorio varguense, funciones en el Teatro Teresa Carreño, y hasta participamos en un acto para el Comandante Presidente Maduro en el polideportivo del Estado Vargas.

Cuando paso a ser coordinador del Estado tuve la posibilidad de que continuaran el trabajo Mileidy y Javier Peña (mi hermano), quien actualmente está en Venezuela representando a la BJM. La despedida de esos niños y padres fue algo especial, no dejaban de llorar y abrazarnos y todavía hoy, a un año y varios meses de nuestra llegada a Cuba, se siguen comunicando con nosotros.

¿Te fue difícil el momento de la partida? ¿Cómo recuerdas la experiencia de Venezuela? ¿Volverías a ir?

La partida fue difícil, esos 3 años y 10 meses de intenso trabajo habían creado muchos amigos de toda Cuba y de Venezuela, de los que tienes que despedirte y eso no es fácil; solo lo alienta la idea de que se regresa a la patria y que un día nos volveremos a encontrar todos. Claro que cuando se necesite volvería a ir a Venezuela, me siento parte de su historia, de su cultura y de su gente. Aún desde acá continúo informándome, uno sigue apoyando sus luchas como si fueran propias y es que de eso se trata todo, de unirnos cada vez más, cubanos, venezolanos, colombianos, brasileños, nicaragüenses, toda América, unida por un mismo sentimiento de amor al prójimo y por el derecho a ser felices.

En Venezuela viví algo que quizás por mi edad no viví en Cuba, que fue esa etapa fundacional de la Revolución cubana. A mí me tocó la Revolución ya consolidada, y en Venezuela pude ver, tocar con mis manos, ser testigo del fervor que se vive cuando se está forjando, naciendo una Revolución. Sentí todo lo que mis maestros de historia me enseñaron sobre nuestros héroes, de cada batalla, de cada hecho que marcó la historia, cómo se crearon todas las cosas, eso pude vivirlo en Venezuela junto a su pueblo.

Algo que me gustó mucho fue poder ver cómo el pueblo elige a través del voto, sus decisiones y el compromiso que les confiere ese voto a sus dirigentes, a los que cuando se equivocan el país los sustituye. Sentí un pueblo participativo de su Revolución, de cada momento y con sentimientos profundos de verdad.

¿Qué significa para ti la Brigada de Instructores José Martí?

La BJM es nuestro movimiento, es la organización que crea el comandante Fidel para trabajar y llegar a todos los lugares de nuestro país. Una organización que nos visibilizó, nos hizo sentir a todos los graduados parte del proyecto de la Batalla de Ideas y que lamentablemente está siendo olvidado. A mi entender, se está disolviendo poco a poco y no precisamente a causa de los instructores de arte. La BJM cuenta con una fuerza de más de 20 mil integrantes, muchos de los cuales han pedido ya la liberación porque no se sienten motivados, entre otras cosas, por los tantos tropiezos organizativos a los que han sido sujetos.

Al regreso asumiste como subdirector de la ENA. ¿Cómo lo has enfrentado? Extrañas el trabajo directo con la comunidad o tienes la posibilidad de hacerlo a pesar de la responsabilidad?

Al regreso asumí esta responsabilidad de Subdirector Artístico Pedagógico de la Escuela Nacional de Teatro (ENT), ocupación de la que aprendo mucho todos los días, gracias a su directora Litzadys Gómez Alemán, también instructora de arte de teatro de Villa Clara, también de la 1ra graduación y dirigente fundacional de la BJM, y gracias a la maestra Corina Mestre que es nuestra asesora y nos acompaña diariamente en esta tarea de formar a los futuros actores y actrices del país.

Sí, extraño mucho mi trabajo directo con la comunidad, con la creación, la enseñanza del teatro, los niños y niñas riendo y aprendiendo a través del juego. Estamos trabajando en un proyecto desde la ENT que pueda llegar a la comunidad, incluir talleres y presentaciones para de alguna forma poder realizar mi trabajo como instructor.

De los reconocimientos recibidos en tu carrera profesional, ¿cuál o cuáles han sido los más importantes?

Todos los reconocimientos que he recibido son importantes, creo que el mejor es el que me hacen todos los días mis compañeros y alumnos cuando vengo a trabajar.

¿Qué es lo que te atrae más del trabajo del instructor de arte?

Poder enseñarle a mis talleristas, ya sean niños, jóvenes o adultos, la magia del teatro, descubrir cosas con ellos a través del juego, los cuentos, las historias. Conducirlos a través del conocimiento, que este les permita ser mejores seres humanos, que aprendan a apreciar las cosas importantes de la vida, de la naturaleza y que puedan comunicar sus sentimientos, emociones, ideas o pensamientos. Esta labor me permite educar a través del arte teatral, transformar conductas negativas, ayudar a construir la sociedad; esto me hace sentir útil.

Creo que la labor del instructor de arte es muy importante, sobre todo para las edades tempranas de la niñez, porque cultiva el gusto estético. Ella se nutre de otras manifestaciones del arte, porque se logra un acercamiento a la danza, la música, la literatura, el cine, así como a las artes plásticas; educa en valores, algo esencial para los seres humanos, enseña a amar la naturaleza, la familia, a comportarnos en los diferentes espacios de la vida y la sociedad.


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