Hemingway vino de Suecia


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Gracias a la integración de voluntades suecas, del norte de América y cubanas, fue develado el rosto en bronce del emblemático autor de El Viejo y el Mar quien, con mirada profunda y firme como piedra berroqueña, observa el frente de la que fuera su casa; hoy, venerable museo que atesora la mayor cantidad de objetos del escritor en el mundo.

Por Suecia estaban, el Sr. Tomas Wiklund, embajador de ese país en Cuba y otros muchos amigos suecos, entre ellos el autor de la escultura Johan Falkman y los patrocinadores de este hermoso suceso, Christin y Dan Olofsson.

Además presente, el Sr. Álvaro Gómez, excelente mexicano y gestor de arte, el cual contribuyó como clave pieza de engranaje para integrar voluntades y materializar el altruista gesto de honrar el legado de Papa y su amor por Cuba a los 500 años de la fundación de su capital, La Habana.

Y qué mejor momento en su vínculo con Cuba, que evocar a Hemingway justo el día del 500 aniversario de la Villa de San Cristóbal de La Habana, ciudad que visitara y viviera durante más de dos décadas. Él es parte de las buenas voluntades existentes en esas extensas tierras del norte. Él cubre el alma de todas y todos y cala sentimientos y espíritus, cuando se conoce de su defensa a las causas justas, como la de la Revolución cubana.

Mirado en detalle el verde bronce, su rostro parece en reflexión serena y gallarda, como con capote de brega que mira al mundo con respeto, como para lidiar al toro sin la muleta y entregar, en mérito, no la cola y orejas, sino el corazón del artista a sus amigos.

Por Cuba y en agradecimiento sincero de todo el Ministerio de Cultura de Cuba, la presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, Sonia Virgen Pérez Mojena y Grisel Fraga Leal, directora del museo Ernest Hemingway se dirigieron a los presentes. En sus palabras expresaron el honor para el Consejo Nacional y para el museo de develar la escultura en metal y piedra del premio Pulitzer (1953) y Nobel de Literatura (1954), quien entregó su vida a las letras y quien no por azar fue conquistado por este archipiélago caribeño.

Ambas agradecieron, además, a todos los que de una u otra forma hicieron posible este especial suceso.

Durante la jornada fueron destacadas también las contribuciones de Jorge Fernández Torres director del Museo Nacional de Bellas Artes y de Yanet Berto Serrano, curadora de esa misma institución.

También fue leído el monólogo de Jennifer Clement —elaborado para esta ceremonia de develación— que habla de leones en la playa caminando sobre la arena… sueños donde África y Cuba son un lugar, y donde el matador en España encara al pez, el pescador al león y el cazador al toro de Miura…

Para la autora "cuando las culturas establecen diálogos entre ellas el sentido de pertenencia cambia, Ernest Hemingway pertenece tanto a Cuba como a la literatura de habla inglesa. En el discurso que dio al recibir el Premio Nobel de Literatura, proclamó: «Este es un premio que pertenece a Cuba, porque mi obra fue concebida y creada en Cuba, junto a mi gente de Cojímar, de donde soy ciudadano».

A través del busto de Hemingway… una vez más, a través del arte, las fronteras entre Cuba y Suecia se disuelven y crean nuevas vías para nuestra imaginación…”

Pero, antes de que todo esto sucediera, la mañana arropaba un tiempo nublado y fresco que presagiaba lluvia. Cerca de las 9:30 am aún gotas ligeras remojaban el camino de palmas que conduce al interior de la finca. Podría pensarse que el cielo lloraba de tristeza por no tener físicamente al dueño de Vigía o, de alegría, por percatarse que permanecía su espíritu entre los diferentes verdes de sus plantas que nutrían al entorno en una sensación de plenitud y de paz. El ambiente era propicio para sentir su alma.

Al filo de las 10 am comenzó la actividad, la indiscreta lluvia hacía abrir sombrillas y paraguas, para en breve inclinarlos al suelo y minutos más tarde, volver a retomar alturas. Parecería que le daba pena al cielo llover a cántaros, era el acto a Hemingway en el 500 aniversario de la ciudad.

Un centenar de personas presentes, y distribuidos espontáneamente en forma de arco atendían, concentrados, los pormenores de las palabras pronunciadas en idiomas español e inglés.

Al mirar la escena, podría describirse que los más estaban en mangas de camisa, de color blanco o azul cielo, y pantalones crema de diferentes tonalidades, casi todas claras. Algunos portaban sombrero y unos pocos  portaban saco.

Las señoras lucían vestidos sencillos de colores sobrios y unas pocas usaban chaqueta.

En general predominaba el tejido de hilo o de lino en los hombres, en las féminas el tipo de tela era más variado. Aún, dentro de este contexto algún azul prusia (de Berlín) destacaba elegancia entre ellas y ellos. Solo los “paralluvias” contrastaban con vivos colores llamativos, mientras que el calzado, evidentemente deportivo, indicaba quizá, el pensamiento del viaje a una finca.

Como parte del ambiente se dejaba escuchar, una música especialmente compuesta para la ocasión, creada por el organista Carl Adams Landström a solicitud de Dan y Christin Olofsson y Johan Falkman, para que creara una improvisación enérgica y festiva sobre la obra El Viejo y el Mar, como otra contribución de sentimientos hacia el pueblo cubano y el aniversario habanero.  

Al intervenir el filántropo Dan Olofsson explicó su pasión por Hemingway: “… llegando a cambiar el rumbo de mi vida. Sus grandes dotes literarias hacían que el lector sintiera que estaba realmente su lado. Este sentimiento me acompañó constantemente mientras leía todos sus libros en la década de los 90. Me llevó a África, Cuba, Francia, España e Italia. Fue una gran inspiración”.

Por su parte el embajador del Reino de Suecia, Tomas Wiklud, mencionaría las humildes palabras de Hemingway al recibir el premio Nobel: “Carente de toda habilidad para pronunciar discursos y sin ningún dominio de la oratoria o retórica agradezco este premio a los administradores de la generosidad de Alfred Nobel”.

Más adelante el Sr Wiklud agradecería al museo por preservar la memoria del escritor universal; a Dan y Christin Olofsson por su dedicación al arte y felicitaría a Johan Falkman por su excelente trabajo al plasmar el carácter de Hemingway en la escultura.

A su vez Falkman expresaría: “La creatividad nace del vacío aparente. Lo que convierte a Hemingway en un ser sagrado bendecido con la generosidad, es su visión de la posibilidad de salvación de los perdidos, de su dolor y su desilusión”. Johan Falkman, reconocido exponente de la cultura sueca, y poseedor del Premio del Círculo de Pratt al Desempeño Académico Sobresaliente y el Premio al Mérito de Excelencia, entre otros reconocimientos, tuvo a cargo la confección de la obra que hoy se yergue frente a la casa del famoso escritor norteamericano y quien in situ seleccionaría la piedra que serviría de pedestal, extraída de las canteras de Vậnga, Kristianstad, en Suecia.

Tanto uno como los otros en sus respectivas oratorias mostraron un excelente sentido de fino humor que provocó la sonrisa colectiva, sobre todo al evocar pasajes del genio literario. Fue como en una reunión de amigos. Es que en realidad lo fue.

Tras bambalinas, integrando la armonía, se encuentra una figura central, el Sr. Álvaro Gómez, gestor de arte, y coordinador general de esta entrega que trasciende la cultura artística para alcanzar una superior expresión espiritual. Álvaro modeló, como fino artesano, los deseos y sueños de suecos y cubanos de reconocer la inspiración provocadora de Hemingway. Así vientos del Este y del Norte se integraron para el saludo a la singular historia de la capital de todos los cubanos. Se pudiera expresar parafraseando a Ortiz, el “ajiaco”  estaba cocinado.

Ante una pregunta que este columnista le realizara, este enamorado del desarrollo del arte expresó “que su mayor satisfacción fue la posibilidad de alcanzar la integración de diferentes costumbres, pensamientos, culturas y, promover el arte, la emblemática figura de Hemingway y la historia, cuya base filantrópica ha contribuido a la preservación de este hermoso patrimonio”.

Fue la consumación de sueños, creados desde realidades diversas, como diversas son las vivencias, las añoranzas, y las esperanzas, pero, eso sí, de similares tenacidades que emergieron el pasado sábado 16 de noviembre de 2019, en la finca Vigía, donde radica, desde 1962, el museo “Ernest Hemingway” y donde viviera desde 1940 hasta 1961 el autor de El Viejo y el Mar.

Como colofón algunos artistas suecos contribuyeron con su música a la festividad del evento patrimonial y cultural. Una guitarra e instrumentos de viento mostraron la universalidad de la cultura.

Quizá debiera escribirse este hecho en runas sobre granito rojo para que recorra el mundo como ejemplo de que un mundo mejor no solo es posible, sino necesario. En la solidaridad, la integración y la armonía están la piedra filosofal y el elixir de la vida.

Por todo este esfuerzo y los resultados de muchos, ofrecer un toque de inclinación de sombrero no solo es merecido, sino que también nos hace deudores del legado de la historia, del pensamiento, de la cultura y de la naturaleza.


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