Entre vegas y libros en Vueltabajo


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Pinar del Río es, esencialmente veguero, los historiadores locales y Pedro Luis Hernández Pérez, entre ellos, señalan la temprana fecha de 1596 como el primer reporte de una estancia veguera en la región: Cuyaguateje, aunque, siempre vale recordarlo, nuestros aruacos taínos, cultura agroalfarera, cosechaban el tabaco en Cuba mucho antes de la primera noticia hispana y fue Cristóbal Colón quien se apercibiera de ello cuando visitó la región oriental de nuestro archipiélago en 1492.

Sería la segunda mitad del siglo XVIII la del despegue del cultivo de la aromática hoja en el originario Guaniguanico, más adelante Nueva Filipinas, y después definitivamente, Pinar del Río.

Pero la más occidental de las provincias cubanas es más que tabaco, es también café, azúcar, arroz y viandas, es su inigualable Guayabita del Pinar, es Viñales, Guanahacabibes, María la Gorda, Playa Bailén, y la Güira, y no se resisten los pinareños, si de paisajes naturales se trata, a ver fuera de sus fronteras a Soroa y Las Terrazas.

Esta tierra es también literatura, Abel Prieto y Nersys Felipe, por solo mencionar entre tantos reales existentes, siguieron en esta época, la huella de Cirilo Villaverde. Precisamente a Cirilo se le debe en el siglo XIX Excursión a Vueltabajo, reeditado el año pasado por Ediciones Loynaz y que, conjuntamente con Cartas a Silvia, del sabio Tranquilino Sandalio de Noda, son dos eminentes textos para conocer la geografía de la región al oeste de La Habana y hasta el extremo occidental de la Isla, así como la sociedad que la pobló en la centuria decimonónica.

Las Cartas… fueron compiladas ahora por el mencionado Pedro Luis y su colega Jorge Félix Ramírez Pérez, dos geohistoriadores en campaña, convirtiéndose en una de las más atractivas novedades de la XXV Feria del Libro en tierras pinareñas

Cincuenta mil libros de autores pinareños recorren Cuba en esta feria en ocho títulos del llamado Plan Especial, programa de financiamiento gubernamental nacional, mientras que la producción de las dos casas editoriales provinciales con impresión local, reporta un Plan regular de 26 títulos y 15 500 ejemplares, sendos averages que hablan por sí solos de la salud de la producción y comercialización de la literatura con aroma a Cohiba.

Su Plan Especial lo encabeza las reediciones de Palabra en el aire y Juegos de agua, de la siempre recordada Premio Cervantes Dulce María Loynaz, y le siguen: dos títulos para la infancia: Voy a perder la cabeza por tu amor, de Nelson Simón y El duende pintor, de Nersys Felipe; dos novelas: En dos tiempos, de Lucio Bencomo y Una gota de luna en la hierba, la tercera obra en este género del multipremiado Rodolfo Duarte y finalmente, se completa el ciclo con otras dos reediciones, estas, sobre personalidades de la cultura territorial: el tema beisbolero con El rascacielos de Cuba, de Juan A. Martínez Osaba sobre el extraordinario lanzador Pedro Luis Lazo y Memorias de un guajiro natural, de Nelson Castillo, sobre Fernando Borrego “Polo Montañez”.

Las óperas primas caracterizaron, en buena medida, las presentaciones en la sala organizada en la Casa del Joven Creador de la Asociación Hermanos Saíz, afectada, en criterio de muchos entre los que se incluye este articulista, por los “aparatos” de diversión colocados frente al propio recinto, en extremo necesarios para solaz de jóvenes, adolescentes y chicos, pero innecesariamente ubicados en ese punto, exactamente frente a la sala de presentaciones de la feria.

Varias fueron estas primeras obras, la mayoría de jóvenes autores y las colecciones Fénix, de poesía, Laurel y Fausto, con libros de distintos géneros de la narrativa, se llevan las palmas en ese sentido. Se destacan: Escudo de todas las cabezas, de Elaine Vilar Madruga, Premio Hermanos Loynaz 2014, constituyó su primera incursión en teatro; Mea culpa, de Yaíma Campillo, ópera prima en la poética; Bajo reino, de Yunier Serrano “Valerio”, su primera publicación en poesía para quien ya ha transitado con éxito por la literatura infantil; Desnudo en tiempo, del desaparecido físicamente pero recordado por sus contemporáneos y reconocido por las generaciones actuales José H. Garrido “Pepito”, a su ópera prima post mortem.

En la colección Fénix, además se incluyeron los antológicos Cantares de Vueltabajo, de “Un guajiro”, que datan de 1815, compilados por Lorenzo Suárez y la ya mencionada compilación de Cartas a Silvia. Queremos detenernos para elogiar el formidable trabajo de rescate y compilación de textos del pasado pinareño, sobre todo del siglo XIX, que se lleva a cabo por escritores e investigadores de esa tierra en los últimos años y que coadyuvan al rescate de tradiciones y a descubrir raíces que son esenciales para la identidad de sus pobladores.

Otra colección, Raíces, precisamente así denominada, nos trajo a la mano títulos como Memorias de una expedición a Harvard, de Rolando González Cabrera, afortunada investigación a partir de documentos y testimonios, sobre un intento neocolonizador durante la primera ocupación militar estadounidense de Cuba, enviando a maestras de nuestra tierra a “perfeccionarse” como educadoras en los Estados Unidos con fines claramente de “norteamericanización” de nuestra enseñanza pero que, a la postre, resultó la reafirmación patriótica de esas mujeres aunque aprovecharan los métodos modernos de pedagogía que aprendieron. La marcha audaz, de Pedro Luis Hernández Pérez y Jorge Félix Ramírez Pérez, sobre un titánico itinerario del general Antonio Maceo de la Guerra de independencia de 1895 en esos parajes y el costumbrismo presente en El baile del Encinal, del recientemente fallecido Pedro Cosme Baños, historiador de la portuaria localidad habanera de Regla nacido en el pinareño pueblo de Mantua.

Otra colección que presentó con éxito, fue Fausto, con otras óperas primas como la novela histórica Furia bajo mi piel, de José Alfonso Carabeo; Un guajiro en Veracruz, de Miguel Mijares; Camila Rosa, de Carmen Hernández Peña, Premio Hermanos Loynaz 2014 y Goods Machine, cuentos breves de Yasmani González Hernández.

El libro Maceo, pensamiento y acción, de la Editorial Ciencias Sociales, de la casa editorial Nuevo Milenio, surgido de un colectivo de autores coordinado por Jorge Renato Ibarra Guitart y que cuenta entre sus trabajos, con uno de los autores pinareños Pedro Luis y Freddy, dos veces mencionados en este artículo, fue también éxito de presentación en la feria de Pinar y otro título de la misma editorial, ¿Racismo en Cuba?, de Heriberto Feraudy Espino.

Se resalta en Pinar del Río, la amplia literatura infantil producida tradicionalmente y sobre todo en los últimos tres años patentizado en tres premios Puertas de papel otorgados por el Instituto Cubano del Libro.

Algo que sigue llamando la atención en Pinar del Río y que no es patrimonio solo de esta región sino de la feria en general en su extensión por todo el país, incluyendo el recinto ferial principal de San Carlos de la Cabaña, en la Capital, es que las carpas librerías no estaban lo llena de público como quisiéramos en comparación con las áreas gastronómicas, el improvisado parque de diversiones, las áreas con música grabada y otras atracciones. ¿Un mal necesario o una alerta sobre cómo perfeccionar la concepción de la fiesta del libro y la literatura en Cuba?


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