El largo regreso de José y María de los Ángeles Santana


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El largo regreso de José y María de los Ángeles Santana

Bajo el sello de la Editorial Letras Cubanas se presentaron este año los títulos Yo seré la tentación, de Ramón Fajardo Estrada y El largo regreso de José, de Ernesto Escobar Soto.

Aunque el primero responde más a las exigencias del testimonio, lo que no se aclara en la cubierta, y el segundo es sin dudas una novela como bien se afirma, son varias las semejanzas que podemos hallar en estos volúmenes sobre todo si nos centramos, precisamente, en la cantidad de páginas que tienen, el de Ramón Fajardo (847) y el de Ernesto Escobar (822) que  hicieron a sus autores atravesar por un camino largo y tortuoso antes de que vieran la luz.

Quiso el azar concurrente lezamiano,  desde mi posición de editora, que estuviera muy cerca de la génesis de estas obras. En el caso Yo seré la tentación conocí a su autor en un evento nacional de testimonio celebrado en la provincia de Sancti Spíritus, fueron convocados cineastas como Jorge Fuentes, escritores y editores de varias generaciones. Fue un encuentro fructífero que alguna vez debería repetirse,  a mí me dio la oportunidad de conocer a Ramón, que acababa de ganar el Premio Casa de las Américas por su valiosísimo libro Rita Montaner: testimonio de una época; en 1997 obtuvo además el Premio Nacional de la Crítica. Era un libro también muy voluminoso, que tal vez si no hubiese ganado el importante galardón, le hubiese costado mucho trabajo a su autor publicarlo.

Fui testigo del trabajo paciente y profesional  de este periodista, de la entrega total de María de los Ángeles Santana quien afirmó: “Con todas las fibras que palpitan en mí, he narrado recuerdos de mi infancia, de mi adolescencia, desvelos de la mujer joven y madura, y mis esfuerzos dentro del arte, que en el caso de esta servidora, quizás tienen como único mérito el de trabajar y aprender, cerca de famosos compositores, músicos, directores y artistas…”.

Gracias a  Amir Valle y a la editorial puertorriqueña  Plaza Mayor,  María pudo ver la publicación de sus memorias, en el 2003. Esta edición a pesar de que se presentó en la Feria, apenas circuló por el país y no es hasta 10 años después, ya desaparecida la diva, que una editorial cubana lo publica, y tal fue la aceptación que prácticamente se ha  agotado en las librerías del país.

Es bueno señalar como  Ramón Fajardo, ha dedicado su vida al rescate de grandes figuras de nuestro acervo musical, así, de su cosecha, además de los títulos señalados, publicó: Déjame que te cuente de Bola (Ediciones Unión, 2005) y Ernesto Lecuona: Cartas (Ediciones Boloña, 2012), tiene inédito el volumen Ernesto Lecuona: siempre en mi corazón, que también será publicado por Ediciones Boloña, de la Oficina del Historiador de La Habana, editorial que optó por comprometer a Fajardo con sus derechos de publicación al valorar la importancia de su trabajo para la memoria histórica de nuestro país, lo cual debía ser imitado por otras casas editoriales.

Por su parte El largo regreso de José fue una novela que tuve la oportunidad de leer hace más de 14 años cuando Escobar la presentó a Letras Cubanas. Me sorprendió mucho en primer lugar porque era una novela que se desarrollaba, fundamentalmente, durante las guerras por nuestra independencia, aunque era una ópera prima estaba escrita con acierto y pericia literaria, nunca olvidaré mi interés como lectora para descubrir cuál de los gemelos  era el traidor  y cuál el patriota. En la nota de contracubierta se afirma: “Mas no se trata de una novela histórica, es una narración sobre el ser humano, sobre el hombre con sus pasiones, amores y desamores, odios, venganzas, bondades, miedos, valentías, prejuicios, tolerancias, crueldades, virtudes, violencias, múltiples limitaciones, ambiciones, sueños, pero que avanza y al vivir hace historia”; criterio que no comparto; sí creo que estamos en presencia de una novela histórica, porque a la novela no le son ajenos los sentimientos humanos, recuérdese que surge como subgénero literario en el  romanticismo. El crítico literario húngaro György Lukács, al hablar de la novela histórica, afirma: “toma por propósito principal ofrecer una visión verosímil de una época histórica, preferiblemente lejana, de forma que aparezca una cosmovisión realista e incluso costumbrista de su sistema de valores y creencias. En este tipo de novelas han de utilizarse hechos verídicos aunque los personajes principales sean inventados. En Cuba tenemos un excelente ejemplo en El siglo de las luces, de Alejo Carpentier y en Hispanoamérica con Bomarzo, de Manuel Mujica Láinez; El general en su laberinto, de García Márquez; La casa de los espíritus, de Isabel Allende, entre otras. No hay que temer a las novelas históricas y en épocas de crisis de valores, hay que volver una y otra vez sobre la historia si queremos asegurar un futuro digno.”

Por razones que hoy no vienen  al caso, más bien extraliterarias, la novela de Escobar tuvo que sufrir un verdadero vía crucis para ser publicada, a pesar de que críticos como Gina Picart y la que escribe, dejamos constancia  de su excelencia, aunque no haya sido nominada para el tan añorado Premio de la Crítica de este año.

Sabemos el esfuerzo que realiza el país para publicar cada año títulos que satisfagan a nuestro público lector, también conocemos de la resistencia de algunos a la hora de divulgar obras voluminosas en estos tiempos donde la síntesis impera. Con obras como estas gana el país y se asegura guardar la memoria y atesorarla para generaciones futuras.


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