EL DISCO DE LA SEMANA: Viento, Kamankola


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Nominado en la categoría Música Urbana de la edición de los premios Cubadisco 2018, comento hoy sobre el trabajo de este cantautor cubano mitad rapero, mitad trovador, primero en poner en práctica la gestión del crowdfunding para sus propias producciones discográficas. A propósito de su colaboración en el single La tierra de mis amores de David Blanco —con el que hace algún tiempo, junto a su hermano Ernesto Blanco, conforma una tríada creativo-musical muy interesante—, El Disco de la Semana se acerca a la última producción discográfica de Kamankola.

Jorge Lian García Díaz (Jorgito Kamankola) es un músico heredero del rock, el rap, la trova y la música popular cu­bana. Sus antecedentes se encuentran en el movimiento del rap cubano, en los festivales Cubademo de la Asociación Hermanos Saíz y el grupo Aceituna sin hueso, del cual fue utilero y MC por un tiempo. En 2013 ganó una beca El reino de este mundo, de la AHS, para grabar su primer disco Antes que lo prohíban que, luego de no ser licenciado por ninguna disquera cubana, terminó de producirse por crowdfunding. De esta manera también produjo Hasta precisar el aire (2016) y regresa ahora con Viento (2018), después de una intensa gestión a través de la plataforma Verkami en Internet. Kamankola, también a medio camino entre Cuba y España, país donde conoció y trabajó con Krahe y Sabina, ha señalado que la Isla es su fuente de inspiración, por eso siempre regresa a sentir ese manantial de barrio de donde salen sus más desgarradoras canciones.

Como un manojo de “crónicas urgentes y desesperadas” ha calificado la crítica la obra creativa de Kamankola, urgencias que se verifican una vez más en este disco, ahora de una manera más consolidada y madura. Viento contiene doce temas y un bonus track, cuyos textos abordan la resistencia, la subsistencia, la lucha, la migración, lo marginal, el amor en sus diversas aristas; con un lenguaje donde prima una poesía urbana, dura, agresiva, una expresión que roza lo marginal, un toque de realismo sucio y una dramaturgia elaborada desde lo poético. Descuartizando la realidad con su voz rasgada y a veces asonante, como en los discos anteriores, se descubre aquí a un músico cuyo efecto sonoro renueva la crítica social y encarna el valor revolucionario de mirar sin temor los paisajes más complejos de la realidad social, la “Cuba profunda” que una y otra vez nos advirtiera el poeta Eduard Encina.

Esta vez con una sonoridad más cercana al pop y al rock, influido quizás por la producción musical de Giordano y Ernesto Blanco, quienes redondean de principio a fin las esencias musicales de este disco; plantea temas que, si bien nacen en Cuba, pueden funcionar en cualquier realidad, porque tienen el don de reflejar las zonas más crudas del mundo. “Antibala”, “Trazo de senda”, “Hazte viento”, “En la chusma” o “Libre” forman parte de ese universo barrial de Kamankola que vale la pena escuchar y entender en su justa medida.


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