El Disco de la Semana: “Allá voy”, Eduardo Sosa


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Y siguiendo con la estela dejada por la última edición de los premios Cubadisco 2018, volvemos esta semana con la obra olímpica de Eduardo Sosa, esta vez con el fonograma Allá voy, de la Casa Discográfica y Editora Musical Producciones Colibrí, 2018, ganador en la categoría Canción Contemporánea.

Con inconmensurable y potente voz, el gordo inicia este viaje musical con su versión a capella de Imagen protectora de Sindo Garay, una canción dedicada a la Virgen de La Caridad que en su repertorio de los últimos tiempos recompone la admiración y el homenaje por la vieja trova cubana. Así, de una punta a la otra del disco, y a lo largo de 12 temas, retoma viejos títulos (Acariciando vidrieras, Yo te encontré, Santiaguera) y los recoloca, esta vez despojados de instrumentaciones y artilugios rimbombantes.

Si algo destaca y sobremanera en este álbum es la voz, esa que Sosa sabe acomodar según la ocasión y que lo hacen ser él mismo compartiendo sus canciones.

Para cerrar, otro clásico de sus últimos años: Verso amigo, musicalización personalísima de versos de Martí. Como ha señalado el también compositor Rogelio Ramos (quien participa aquí junto a Sosa en los temas Yo te encontré y Dormida sobre el piano): “Si busca un fonograma para la ternura, el abrazo, la nostalgia, la adolescencia que irrumpe en la madurez y trastoca el dolor derramado en algún verso, si busca un disco para repensar las finuras humanas es este. Eduardo Sosa desgrana su poética y recuerda que también está hecho de canción romántica, esa simiente que en Cuba es inevitable”.

Otra vez el son se hace presente, la guaracha, las canciones hechas solo a guitarra, con arreglos de cuerdas, con finas reminiscencias de jazz…

Como en su disco anterior, participa en los arreglos, la producción musical, las guitarras y el tres, Dayron Ortega Guzmán; Tony Rodríguez al piano, Roberto Vázquez en el bajo, Eduardo Silveira en la percusión y misceláneas; y esta vez la incorporación de las violas y los violines de Iván Fernández Real, y el chelo de Alicia Fernández Báez. Otro inseparable en las producciones de Sosa, Pepe Ordaz, participa en la producción musical de las voces.

Pero otro detalle llama la atención de este álbum: el diseño, por el cual estuvo también nominado en su categoría en el reciente Premio Cubadisco. Hecho de retazos de papel con notas a manos del propio Sosa, su gráfica e ilustraciones casi infantiles estuvieron a cargo de Katia Hernández y Enrique Smith.

Disco de amor, patria y canción que, como todo producto al que Sosa nos tiene acostumbrados, refresca con detalle sublime el panorama de la música cubana contemporánea.


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