Duodécima Bienal de La Habana: rompiendo esquemas y estereotipos


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Bajo el principio rector “Entre la Idea y la Experiencia”, la Bienal de La Habana conquistó barrios, calles, plazas, parques, escuelas y cines que se sumaron a galerías, museos, estudios e instituciones culturales, desde el 22 de mayo hasta el 22 de junio, con el propósito de convertir la ciudad en la mayor galería del mundo.

Más de 1000 artistas de Cuba y 44 países de América, Asia, África y Europa confluyeron en un extenso programa que incluyó muestras expositivas, performances en diferentes puntos de la ciudad, proyectos itinerantes, talleres y conferencias magistrales, incidencia en los barrios y comunidades, así como actividades de conjunto con las artes escénicas, el cine, las ciencias, la arquitectura y la música.

La presente edición se distinguió por una propuesta curatorial revolucionaria que exploró los intersticios de la sociedad, la comunidad y lo interdisciplinario, además de afrontar el riesgo de no limitarse a los recintos clásicos del arte y promover procesos de inclusión social y nuevos espacios ciudadanos de participación.

A la pintura, la escultura, el dibujo y la fotografía se unieron el videoarte, las instalaciones, los performances e intervenciones que apostaron por exponer los procesos de trabajo artístico, el diálogo y la imbricación con la ciudad y el público, los cuales se erigieron, en más de una ocasión, como parte de la propia obra de arte.

Rompiendo esquemas, estereotipos, fronteras físicas y mentales, la Bienal llegó hasta los mercados agropecuarios y bicitaxis; dio paso al recorrido habanero de un doble de Barack Obama, un dron y una vaca de pan; trajo de vuelta desde Bélgica a la extinta gallina Cubalaya, oriunda de Cuba; incluyó magia y esoterismo con el Oráculo digital Caracol; conminó a la cocción colectiva de alimentos en medio de la calle, e hizo realidad la fantasía de una pista de hielo, una playa y un cubo azul gigante emplazados en medio del Malecón.

Creadores cubanos y foráneos vincularon el arte a investigaciones antropológicas y sociológicas en pos del desarrollo, repensando e interviniendo territorios como la comunidad de Casablanca, el barrio Colón de la Habana Vieja y el Parque Trillo, en Cayo Hueso.

Destacaron, igualmente, el proyecto colectivo con artistas de Estados Unidos, Bulgaria, Canadá y Cuba Entre, Dentro y Fuera, artífice del popular concurso de cabello afro “Lo llevamos rizo”; la Ópera Cubanacán, del maestro Roberto Valera y el productor norteamericano Charles Koppelman; el Museo Orgánico Romerillo, y el proyecto artístico-pedagógico Con lentes de contacto, de la Universidad de las Artes (ISA).

El Fondo Cubano de Bienes Culturales previó un amplio programa de actividades colaterales que incluyó presentaciones de libros y catálogos, además de performances y muestras personales y colectivas. Entre ellas vale señalar las expos Territorios, dedicada a la producción artística emergente en la Isla; AB+C, que agrupó piezas representativas de casi treinta artistas cubanos consagrados de la Generación del 70; y HB, encauzada al diálogo entre diversas generaciones de creadores cubanos.

Dentro de las muestras colaterales -donde confluyeron más de 400 creadores de todas las generaciones con alrededor de 190 proyectos expositivos- sobresalió el megaproyecto Zona Franca, la mayor exposición de arte cubano contemporáneo, que reunió artífices desde los años 60 hasta la actualidad. Ubicada en el complejo Morro-Cabaña, la exhibición contó con 266 artistas en total, divididos entre 114 exposiciones personales y 17 proyectos colectivos.

Una de las iniciativas más populares fue, sin duda, la segunda edición de Detrás del Muro, donde cerca de 60 creadores de Cuba, Estados Unidos, Alemania, España, Irlanda, Colombia, Panamá, Noruega, Marruecos, México, Bolivia, República Dominicana y Canadá, se apropiaron del Malecón habanero con más de 50 propuestas performáticas, instalativas, esculturales, pictóricas y fotográficas, en un proyecto heterogéneo y múltiple.

Asimismo, permanecieron epicentros habituales acompañados de sugerentes muestras, como el Museo Nacional de Bellas Artes, los centros de Desarrollo de las Artes Visuales y de Arte Contemporáneo Wilfredo Lam, la Oficina del Historiador, la Fototeca de Cuba y la Academia San Alejandro, entre otros.

Una Bienal abierta, variada e inclusiva, para todos los gustos y niveles de exigencia, constituyó esta duodécima edición, donde público y artistas nacionales e internacionales fueron cómplices de una pluralidad de lenguajes conceptuales, estéticos y culturales.


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