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“Dos patrias tengo yo: Cuba y la mía”, Roque Dalton


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La Casa de las Américas en esta capital fue sede de un homenaje de respeto y evocación a una de las figuras más descollantes de la Literatura latinoamericana contemporánea: el salvadoreño Roque Dalton (1935-1975) por su ineluctable compromiso, como hombre y como revolucionario, con la época en que le tocó vivir y por su imprescindible obra poética y narrativa siempre a disposición de las causas de los más humildes y explotados.

En esta ocasión, y con motivo de los 80 años de su Natalicio y 40 de su asesinato, directivos de nuestra Casa Continental como los escritores Roberto Fernández Retamar y Aurelio Alonso, junto a otras connotadas plumas cubanas como Víctor Casaus y Guillermo Rodríguez Rivera, aunaron pensamientos y voces para evocar a aquel poeta y narrador quien llegó a expresar la pluralidad de opiniones que, en el plano político, existió durante la década de los sesenta del pasado siglo, a la par de exponer su apoyo a la ideología Guevariana y su anti-dogmatismo, al hacer suya la filosofía que promueve la lucha armada como único camino para la liberación de los pueblos oprimidos y explotados. Así entendió al socialismo, al marxismo, a la vez que combatió toda concepción de carácter burocrático.

Aurelio Alonso, narrador, crítico, ensayista y subdirector de la revista Casa de las Américas recordó sus memorables encuentros con el Intelectual centroamericano no sólo en Cuba, sino también en capitales europeas como Praga. Todos, repletos de un inolvidable humor, “al ser Roque un arsenal vivo de chistes” que, sin lugar a dudas, engrandecían su indiscutible talento e imaginario de esta parte del mundo, a la vez que su criterio referido a lo que él afirmaba como el “apoyo del revolucionario a la revolución que siempre deberá ser por esencia incondicional; tan incondicional que, al criticar a su revolución, se autocrítica siempre (…) en su lucha contra los errores dentro de la revolución, contra lo negativo, lo viejo, lo que frena, lo que aún se interpone entre el imperio de la necesidad y la plena vigencia del régimen de la libertad y del hombre nuevo”.

El Directivo de la Casa de las Américas rememoró palabras del intelectual uruguayo Eduardo Galeano sobre su amigo y colega Roque, de quien destacó que “hacía reír a las piedras; era el menos solemne de todos nosotros y también a la muerte le tomaba el pelo (…) Se salvó dos veces de morir fusilado. Una vez se salvó porque cayó el gobierno y otra vez se salvó porque cayó la pared, gracias a un oportuno terremoto. También se salvó de los torturadores y de los policías que le comieron a balazos (…) Poeta hondo y jodón, Roque prefería tomarse el pelo a tomarse en serio, y así se salvó de la grandilocuencia, de la solemnidad y de otras enfermedades que realmente aquejan a la política latinoamericana”.

Por su parte Víctor Casaus, trajo consigo testimonios escritos de algunos colegas y amigos del salvadoreño. Al respecto Casaus hizo referencia a una de las primeras ediciones de la publicación El Caimán Barbudo, donde él le realiza una entrevista a Roque (1966), sobre la importancia del futuro y qué consejos darles a los jóvenes  escritores. Él me respondió con las siguientes palabras que considero de absoluta vigencia hoy y siempre:

“El mejor consejo que le pudiera a los jóvenes escritores es que su actitud sea la del alzado contra los errores de que no se pierda jamás la capacidad crítica; que no se pierda jamás el criterio de construir una revolución sobre la base de las grandes contradicciones; que no se pierda el criterio de lo que significa la lucha, que no se pierda tampoco el criterio de que estamos construyendo un mundo nuevo con la más absoluta sinceridad. Los jóvenes están absolutamente obligados a cumplir este papel y no pueden, so pena de traicionar el espíritu de la revolución, caer en posiciones conformistas. Sería lo peor. Me ha gustado mucho encontrar en Cuba ese espíritu”.

Igualmente Casaus exaltó el sentido de pertenencia de la poesía de Dalton, cuando citó un texto “Todo lo que cabe en la vida, cabe en la poesía”, criterio que influyó mucho en la vida de nuestra generación. Esto se atestigua también cuando expresó en una ocasión lo que nombró esquematismo mecanicista referido a las cosas muertas, pre establecidas, a los dogmas: “Hay que desterrar esa concepción falsa, mecánica, dañina, según la cual el poeta comprometido con su pueblo y con su tiempo es un individuo iracundo o excesivamente dolido y que se pasa la vida diciendo (sin más ni más), que la vida es asquerosa, que lo más bello del mundo es una asamblea sindical, y que el socialismo es un jardín de rosas dóciles bajo un sol especialmente tierno. Es deber del poeta luchar contra el esquematismo mecanicista”.

Finalmente el ensayista, crítico, narrador y profesor universitario Guillermo Rodríguez Rivera, sumamente conmovido, puntualizó en su criterio personal de que “a Roque Dalton lo mató la CIA” —en específico, el pseudo revolucionario Joaquín Villalobos, fue su ejecutor—, y le tocó vivir un momento muy difícil de la lucha revolucionaria en este continente, reflejada en el segundo lustro de los años sesenta del pasado siglo. Un período de muchas divisiones, enfrentamientos… Él era un guerrillero, un fiel seguidor de la ideología y pensamiento de Ernesto Che Guevara (…) Es por ello que siempre será venerado como guerrillero, como escritor, como poeta, aunque no se encuentre su cadáver, aunque no tenga una tumba o nicho. Recordemos que nuestro inolvidable patriota camagueyano Mayor Ignacio Agramante y Loynaz, tras su caída en combate sus restos fueron quemados por el enemigo y sus cenizas dispersadas para, de esa forma, nunca fuese reverenciado por los cubanos. Sin embargo, continuamos rindiéndole tributo de recordación. Con Roque sucede igual: él está con nosotros y continuará siempre a nuestro lado y en nuestro recuerdo”.

Familiares, amigos, colegas y representantes del cuerpo diplomático acreditado en nuestro país formaron parte del público reunido en la Sala Manuel Galich de dicha institución cultural continental para, una vez más, atestiguar que Roque Dalton, salvadoreño de origen y latinoamericanista por convicción continúa presente en el pensamiento y los corazones de todos los revolucionarios dignos y, en especial los de nuestro país, al que consideró su segunda patria cuando recalcó: “Dos patrias tengo yo: Cuba y la mía”.

Roque Dalton, escritor salvadoreño y militante revolucionario desde muy joven, nace en San Salvador, capital de El Salvador, el 14 de mayo de 1935. Sus estudios primarios y de enseñaza media superior los cursa en un colegio jesuita, para luego estudiar jurisprudencia, ciencias sociales y antropología, en las Universidades de El Salvador, Chile y México. En 1956, 1958 y 1959 obtiene el Premio Centroamericano de Poesía, otorgado por la Universidad de El Salvador. Junto a otros escritores de ideología izquierdista, funda el Círculo Literario Universitario. Como consecuencia de sus ideas políticas decide tomar el camino del exilio desde 1964. Vive y trabaja en Guatemala, México, Checoslovaquia (Praga) y en La Habana. Es varias veces encarcelado en su país, por motivos políticos, y condenado a muerte en 1960, sentencia que no llega a cumplirse debido al derrocamiento del dictador José María Lemus, a tan sólo cuatro días antes de la fecha fijada para la ejecución. En 1969 obtiene el Premio Casa de las Américas, en el género poesía, con Taberna y otros lugares, el más conocido y para la mayoría de los críticos el mejor de sus libros.

Regresa clandestinamente a su país, y el 10 de mayo de 1975, cuatro días antes de cumplir 40 años de edad, muere asesinado. Hasta la fecha, su muerte continúa siendo una incógnita. No obstante, sus hijos aún luchan en la búsqueda de la verdad. Su libro Poemas clandestinos (1980), nunca lo vio publicado.

Obras publicadas

  • Mía junto a los pájaros (San Salvador, 1957)
  • La Ventana en el rostro (México, 1961)
  • El Mar (La Habana, 1962)
  • El turno del ofendido (La Habana, 1962)
  • Los Testimonios (La Habana 1964)
  • Poemas (Antología, San Salvador, 1968)
  • Taberna y otros lugares, Premio Casa de las Américas (La Habana, Cuba, 1969)
  • Los pequeños Infiernos (Barcelona 1970)
  • El Salvador (Monografía, 1963)
  • César Vallejo (La Habana 1963)
  • El intelectual y la sociedad (La Habana, 1969)
  • ¿Revolución en la revolución? y la crítica de la derecha (La Habana 1970)
  • Miguel Mármol y los sucesos de 1932 en El Salvador (1972)
  • Las historias prohibidas del pulgarcito (México, 1974)
  • Poemas clandestinos (1980)
  • Pobrecito Poeta que era yo (narrativa, 1981)
  • Un libro rojo para Lenin (1986)
  • Un libro levemente odioso (poesía, 1988)
  • Los Hongos (poesía, 1989)

 


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