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Dos décadas de desarrollo


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Desde la segunda quincena de septiembre de 2015 y hasta octubre de 2016, varios hechos históricos relacionados con el acceso de Cuba a Internet cumplen 20 años.

La primera fecha, relacionada con el inicio de informaciones preparadas dentro del país, las cuales se sumaron por aquellos tiempos a la todavía inicial red de redes; mientras que la fecha final, tiene que ver con la inauguración del nodo cubano de acceso a Internet.

Aunque el tango repite que “veinte años no es nada”, cualquiera que vea aquellas condiciones, la preparación y los equipos con que se contaba, se dará cuenta que los bits trasegados son muchos y que los cambios reales, nuestros y externos, son también asombrosos, y no lo hago por usar una palabra muy manida, sino por la real condición que ella representa.

De hecho, solo con hablar del término “digital”, hoy tan llevado y traído, incluso para nombrar a una generación, por los años 90, caía más en la categoría del discurso snob, que en un componente del hablar común.

Solo en comunicación, en Cuba pasamos de casi no tener cobertura telefónica nacional a comenzar el completamiento, digitalizar las plantas e introducir los casi prohibidos celulares, y por último, a más de 3 millones de cuentas; hoy el hablar popular se centra en el cómo y el cuándo de la WIFI y el acceso.

Buscando precisamente en esa Internet, he encontrado referencias a hitos tecnológicos anteriores que obtuvieron su certificado de defunción en estas dos décadas o de algunos que tuvieron debut y despedida durante el lapso de esos 240 meses. De igual forma, algunos de ellos llegaron y siguen revolucionando nuestra vida cotidiana, no importa los niveles de desarrollo que realmente tengamos.

Entre los que llegaron y posiblemente uno de los más divulgados en nuestro país está el MP3, ese formato de audio que, al decir de muchos, en realidad viró “patas arriba” toda la megaindustria de la música, no obstante los esfuerzos ?algunos fallidos y otros logrados?, contra la copia ilegal, que han llevado a cabo. Hoy la vemos como una solución simple: eliminar del registro las variantes sonoras que el oído humano es incapaz de percibir y con ella, desaparecieron centenares de megabytes en el tamaño de los ficheros a copiar.

Cuando nos íbamos acostumbrando a todos los conectores posibles, seriales o paralelos, medidos por la forma trapezoide de los mismos y nos debatíamos entre 25, 16 o 9 pines con sus correspondientes grosores de cables, lentitud de transmisión y dificultad de instalación, llegó el dueño actual de la fiesta: el USB. Por el mismo camino comenzaron a viajar corriente y datos, sirve lo mismo como puente de dos equipos cualquiera, que para lograr la carga eléctrica necesaria, solo con la condición de estar conectados en algún lado. Ha sido, además, uno de los pocos adminículos durante estos años, en tener la oportunidad de convivir con padres, hijos y nietos, pues los mini y los micro-usb, son también parte del convite.

Fue necesario convencer a muchos para que se sentaran frente a una pantalla, al inicio pequeña, de solo unas 14 pulgadas por la diagonal, generalmente monocromáticas, con colores sobre negro que pasaron por el blanco, el amarillo, el verde y por último, unas color ámbar, que le pusieron la clásica “tapa al pomo”.  Primero tuvieron su gama de colores, aunque solo fuera una tímida mezcla de rojo, verde y azul, conocidas por sus siglas en inglés RGB (red, green, blue). Ampliaron sus colores y los tamaños, pero siempre tuvieron sus acompañantes introductores de datos: mouse y teclado. Al fin se decidieron a revolucionarse y llegaron los dispositivos táctiles, listos para que, solo con la presión digital y a veces con el simple roce, nos permitieran interactuar con todo lo que allí se representaba.

Una brújula, un mapa, algo de inteligencia natural, buenos deseos, las estrellas, la luna, el sol, mucho conocimiento y ya teníamos todo lo necesario para ubicar nuestras coordenadas y, gracias a la vetusta radio, transmitirla hasta donde llegaran las ondas hertzianas. En este lapso de tiempo, llegó a la popularidad el GPS (Global Positioning System o Sistema de Posicionamiento Global) y un día nos enteramos que formaría parte de los botes de salvamento obligatorios para preservar la vida y ubicar a los náufragos perdidos en alguno de los históricos siete mares. Ya hoy, cuando vamos a adquirir un teléfono móvil, incluso aquí en nuestra bella Cuba, una de las preguntas que hacemos es: ¿tiene GPS?

Siempre se cuenta la historia de que en un punto del mundo se tomó un acuerdo para finalizar determinada guerra, y solo un tiempo después los soldados que en realidad luchaban, llegaron a enterarse de los resultados de la salvadora reunión. Llegó la radio, la televisión, la comunicación inalámbrica y al fin, gracias a las velocidades de conexión, llegó la Video Conferencia, que hubiera permitido ya no solo enterarse al momento de los acuerdos que se tomaban, sino a aquel supuesto grupo de soldados, participar activamente de la reunión e interactuar con los que tomaban las decisiones.

Por los años 30 Disney se hizo dueño de la animación cuando nos presentó una oscarizada Blanca Nieves de leyenda, a la que después se unirían el resto de las princesas, todavía muy blanqueadas, hasta que Jasmín y Pocahontas sumaron el color real de los que habitamos el planeta. Cuadro a cuadro se generaba la animación hasta que un día un grupo de juguetes se unieron para contarnos una historia y la Animación Digital se enseñoreó de la producción para las pantallas, con independencia de los tamaños de las mismas. Toy, Pixar y Steve Jobs fueron nombres cada vez más cercanos al público de varias edades.

Para cerrar esta primera parte del recorrido veinteañero, no puedo pasar por alto la condición On-Line (en línea). Música, imágenes, cine, televisión, llamadas telefónicas, todo a la distancia de una conexión, cada día más rápida y más omnipresente. Obvio, tampoco es posible olvidar que gracias a ese innovador concepto, se popularizó su opuesto, sobre todo entre los de menos posibilidades: Off-Line.

Con él, salgo de lo inmediato en directo y les prometo casetes, cintas, CD, DVD, Blue Ray y hasta etcétera, para la próxima entrega.


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