Día del espirituano ausente


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Carnavales

A finales del siglo XIX y principios del XX, se aceleró un éxodo de vecinos de la ciudad de Sancti Spíritus hacia diferentes sitios del país y especialmente hacia la ciudad de La Habana. Los desgarramientos de la Guerra del 95 y la deplorable situación económica y social de territorio, precipitaban  la diáspora, ante el auge socio económico de la capital del país, como principal punto comercial, a pesar de los conflictos finiseculares y los heredados en las décadas que iniciaron un nuevo siglo.

La distancia geográfica entre ambos puntos y las muy difíciles formas de comunicación, no impidieron el arraigo de los espirituanos residentes en otros lugares, a las formas dinámicas de intercambio familiar, amistoso y cultural. El retorno a la ciudad de cientos de individuos en los días del Santiago, fiesta de extendida presencia en la historia de la localidad,  probaba las fortalezas de signo identitario con las costumbres.

Modesto Morales Díaz, un conocido periodista espirituano radicado en La Habana desde finales del siglo XIX, organizó en Julio de 1904 una excursión en ferrocarril, desde esa ciudad hasta Sancti Spíritus, con la finalidad de participar en las fiestas del Santiago, que debían desarrollarse del 23 al 27 de ese mes.

El precio abonado por el pasaje fue de 11.75 pesos en primera, 9 en segunda y 6 pesos en tercera oro español, lo que permite colegir que no todos los espirituanos residentes en La Habana, podían sufragar tales gastos.

Esperada por cientos de espirituanos, esta excursión fue recibida en el Paradero Norte,  porque el tren de La Habana llegaría en horas de la mañana del 23 de Julio. A su arribo, la Orquesta de Don Justo Álvarez encendió el entusiasmo con danzones de la época, para recorrer luego la ciudad y participar inmediatamente de las propuestas festivas organizadas.

Estas excursiones se repitieron todos los años y aunque afectadas las festividades por los ciclos de crisis, prosiguieron principal motivo de convergencia de los espirituanos residentes en otros lugares, además de propiciar entre todos, transacciones comerciales establecidas más allá del espacio de las celebraciones.

La fiesta del Santiago, resultó el más importante punto de convergencia de los espirituanos residentes en otros lugares, de ahí que surgiera la iniciativa de reconocer a los espirituanos que viajaban en esa fecha a la ciudad de Sancti Spíritus.

Movilizado por esa propuesta de elevado compromiso popular, el  ayuntamiento decretó en una reunión efectuada el 21 de Julio de 1953, que se reconociera anualmente el 25 de ese mes, como Día del Espirituano ausente.

El día 18 fue recibido por el Trío la Madrugada en los portales del Hotel Plaza el espirituano Pedro Aquino León, primer espirituano que llegó desde La Habana,  para participar en esa fiesta que distinguía los nexos de identidad cultural a pesar de la distancia.

Ese reconocimiento se extendió  en sus fortalezas de  homenaje  hasta hace solo unos años, porque la ciudad y sus hijos siempre acercaron sus más profundos sentimientos de cariño, sus más establecidas y secretas materializaciones de la nostalgia. Hoy sobrevive pero no sus actos de afirmación en los programas de actividades, aunque existe en el imaginario.

Hoy los festejos han cambiado sus correspondencia con los orígenes, porque no pocas acciones han desvirtuado sus esencias y si bien las tradiciones no pueden ser monumentos estáticos en la dinámica de su adaptación a tiempos nuevos, lo fundamental, aquello que representa exigencia de las grandes mayorías, debe ser salvaguardado, porque inobjetablemente, constituyen también fortalezas de nuestra historia.


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