De las aventuras de Violante y Arnaldo


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De las aventuras de Violante y Arnaldo

A la estirpe de las niñas rebeldes que se cuestionan los absurdos en las relaciones interpersonales y jerarquizan sus intereses, según un proyecto de vida que pone en tela de juicio las convenciones sociales, pertenece Violante, quien junto a su gato siamés, Arnaldo, protagoniza las historias del libro. El autor, Geovannys Manso, adjudica a Violante y a Arnaldo, no solo los roles principales en las continuas peripecias; también hace de ellos los “autores” del volumen (Violante). La escritura del libro, por tanto, se convierte en otra aventura de los personajes y las trazas del proceso escriturario y editorial constituyen otro ruedo en el que se perfilan los rasgos de los singulares protagonistas.

Aun cuando Violante y Arnaldo escriben sobre lo que han hecho, se narra en tercera persona. Esta voz mantiene en su función de narrador el tono de regocijo con que la niña y el gato emprenden sus faenas. Ya dijimos que escribir el texto es otra de las tareas que se les endilga, pero llaman la atención los juegos que se establecen en estas instancias del relato. La tercera persona se distancia de los protagonistas de las historias y simultáneamente comparte el tono y la perspectiva de ellos. Hay un desdoblamiento múltiple de voces, que esencialmente tienen una variable en común. Ese juego, además de mostrar los recursos del escritor —ahora G. Manso—, propicia el despliegue de una fina ironía, de un dramatismo o un jolgorio contenidos, expresados por un rostro que solo se escucha y que, en cambio, cuando desenhebramos la madeja, deducimos desde dónde habla. En todo caso, el desenfado y la jocosidad de quien narra es también la impronta con que se asumen las peripecias, y el lector agradece los resultados.

Al efecto que provoca el desdoblamiento de voces hay que unir otros recursos que infunden al texto un dinamismo formidable. Nos referimos a las diversas tipologías textuales que se entrecruzan en el relato y a las variaciones tipográficas que se emplean. Violante, por ejemplo, recibe telegramas de sus palabras, que una noche decidieron irse a recorrer el mundo; el doctor le receta en versos el tratamiento para curar la afonía; los editores, los autores y personajes de núcleos narrativos insertos dentro del relato de marco (la historia de la escritura del libro Violante), dejan notas de advertencia, según es pertinente en el texto; en el viaje al futuro, Violante y Arnaldo interactúan con la máquina del tiempo y los parlamentos de esta (“la No Máquina”) aparecen con caracteres más grandes en pequeñas pantallas. Carteles, viñetas, manuscritos, se conjugan en una visualidad que hace de la escritura un performance.

Desde el reino cuyos límites coinciden con los de un jardín, emergen tramas que  denotan esos presupuestos que defienden a ultranza la necesidad de explicar siempre el misterio con la ciencia, que las recreaciones en lo fantástico son solo percepciones parciales de los fenómenos. Aquí la perspectiva de los adultos resulta lo alternativo; pero no “resulta” a la manera cómo podríamos dar por sentado cuando de un libro de literatura para niños se habla; sin maniqueísmos se privilegian las historias minuciosas que ocurren en un jardín donde los organismos de ese ecosistema son espectadores de las representaciones teatrales que Violante emprende, el diálogo que entabla con un murciélago que ha perdido la identidad, o el matrimonio de Arnaldo y su paseo al Cat Club.

Cada una de las historias  —muchas con claros retozos intertextuales o recreadas como variaciones de algunos hitos culturales— consigue una autonomía propia dentro del relato principal. La integración de ellas dentro de este amplio marco se da generalmente porque constituyen las aventuras de la niña y de su gato; no obstante, un par de ellas (“¿Los gatos silban?”, “Olvidos imperdonables”) quebrantan un poco la unidad que en el resto patenta el libro. La primera (“¿Los gatos silban?”) deja tendidos unos hilos que no anuda luego, a nivel de la historia nos preguntamos qué ocurrió con los sucesos que pudo desencadenar la carta “remitida desde Suecia”. “Olvidos imperdonables”, por su parte, rompe de algún modo con la coherencia de las aventuras que venían desarrollándose desde unos capítulos atrás y que continúan después de este. Pero al fin y al cabo siempre pueden ser estrategias discursivas.

Otras historias, como las nucleadas alrededor de las palabras de Violante, muestran la conjunción de la prosa ágil, el humor y una sagaz inventiva. Por medio de esa conjunción —sostenida en todo el texto— se modelan las aventuras de Violante y Arnaldo, quienes viven en el mundo de la infancia, en aquel tiempo en que todo fue posible, y no solo a través de la niebla de los sueños.


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