Cumpleaños de Nicolás Guillén, al ritmo de sus poemas


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Se cumplen hoy 118 años del natalicio del Poeta Nacional de Cuba Nicolás Guillén y aún tenemos la compañía del ritmo de sus poemas, la fuerza de sus sentimientos y la claridad de sus ideas.

Porque su poesía es Cuba; Nicolás Guillén (Camagüey, 1962-La Habana, 1989) tuvo la suficiente sensibilidad para captar el alma de la cubanía y la necesaria agudeza mental para plasmar los más medulares conflictos sociales de las épocas que vivió.

Su maestría poética, su profundo sentido popular, le permitió, mediante un lenguaje innovador, retratar la vida de los hombres y mujeres cubanos, en muchos casos al ritmo del son, tal y como sucede en la vida real.

Una vasta visión abarcadora desde lo social, el compromiso con los más desposeídos y un afán por la reivindicación de los negros, lo llevó a elevar al rango de ser humano a personajes que por su color y clase no habían sido no más que caricaturas en la literatura cubana.

Todos sus poemas, todos sus cuadernos, ofrecen al lector una síntesis de auténtica cubanía:  Elegía a Jesús Menéndez, La paloma de vuelo popular, Tengo, El gran zoo, El diario que a diario, La rueda dentada, Prosa de prisa, Motivos de Son, Sóngoro Cosongo, por solo mencionar algunos.

Pero no puede dejar de recordarse al transgresor Motivos de son, aparecido en 1930 en la sección “Ideales de una raza” del Diario de la Marina; fue un escándalo su publicación, desató una amplia polémica entre los que lo condenaban y los que lo aplaudían, pero muy pocos quedaron indiferentes ante los versos nuevos portadores de ideas reales pero antes no explicitadas en la lírica.

Estos poemas referían a la manifestación artística de más arraigo en los cubanos, la música, la cual acompaña la vida de la isla, por esto, notables y populares músicos como Eliseo y Emilio Grenet, Amadeo Roldán, Alejandro García Caturla, entre otros, musicalizaron estos versos, naciendo así lo que sería una constante en la obra del poeta el matrimonio entre poesía y música.

 Al año siguiente ve la luz el poemario Sóngoro cosongo (poemas mulatos) superior desde el punto de vista de la técnica literaria, del cual en el prólogo, el autor dice:

«Diré finalmente que estos son unos versos mulatos. Participan acaso de los mismos elementos que entran en la composición étnica de Cuba, donde todos somos un poco níspero. ¿Duele? No lo creo. En todo caso, precisa decirlo antes de que lo vayamos a olvidar. La inyección africana en esta tierra es tan profunda, y se cruzan y entrecruzan en nuestra bien regada hidrografía social tantas corrientes capilares, que sería trabajo de miniaturista desenredar el jeroglífico».

Mención aparte, porque a veces se olvidan por el peso de su obra social, merecen sus conmovedores poemas de amor, donde late un espíritu exquisito y honrado, enamorado y leal.

Piezas muy ricas en matices humanos y que constituyen un inventario de emociones y sentimientos son sus piezas lírica amatorias, en las que el poeta reflexiona, se cuestiona, se arrepiente, ansía, confiesa, se apasiona y ama, del modo natural como ha de ser el acto de amar.

Uno de sus más célebres poemas de amor, fue también llevado a canción –tenía que ser así– y popularizado por muchos; aquí queda para que el lector al recordarlo, rinda tributo al poeta enamorado.

Canción

¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera!
(yo, muriendo.)

Y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril.

¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera la primavera?
(No soy tanto.)

En cambio, ¡qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!

¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera!
(Yo, muriendo.)


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