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Cuba y Estados Unidos: expresiones múltiples en retratos compartidos


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Expo Cómo lo vemos a Usted (y cómo nos ven).

Todo comenzó en julio de 2014. Jeffrey Cárdenas, un experimentado fotógrafo norteamericano de 58 años, y Yanela Piñero, una adolescente cubana de 16, que apenas iniciaba su camino por el arte fotográfico, tomaron la Plaza Vieja de La Habana con la finalidad —convertida en complejo desafío— de captar la esencia de los cubanos… esos que vemos día a día caminar por las calles: niños, jóvenes, ancianos, hombres, mujeres, blancos, mestizos, negros…

Quizás no imaginaban que esta iniciativa conjunta sería un preámbulo de lo que cinco meses después anunciarían los presidentes de Cuba y Estados Unidos: para sorpresa del mundo, se reanudaban las relaciones largamente interrumpidas durante décadas entre ambos países.

Es por ello que el resultado de aquel proyecto, convertido hoy en la muestra expositiva que se exhibe desde finales de diciembre del pasado año y durante todo el presente mes de enero en el Museo de Bellas Artes (MNBA), se ha convertido en un símbolo de lo que pueden lograr dos naciones cuyas riquezas culturales descuellan hoy dentro del panorama artístico mundial.

Sin embargo, en aquellas calurosas mañanas en la Plaza Vieja, Jeffrey y Yanela solo buscaban reflejar lo que sería el título final de su exposición conjunta: Cómo lo vemos a Usted (y cómo nos ven).

La muestra

A través de dos estudios fotográficos idénticos, más de 600 cubanos que eligieron posar para ambas cámaras fueron retratados. El resultado: un centenar de imágenes seleccionadas para la colección, compuesta por dípticos de alta resolución en tamaños de 102 x 76 cm y 76 x 61 cm, y retratos individuales de 61 x 91 cm.

La imagen impacta por el proceso de impresión, único en su tipo: se trata de la impresión en metal, técnica novedosa en el arte, utilizada para la preservación de fotos. El procedimiento consiste en la inducción directa de tintes en hojas de aluminio que poseen un recubrimiento especial. Al concluir el trabajo, la imagen adquiere una luminiscencia y brillo exclusivos que se unen al acabado, extremadamente duradero. Las imágenes se transfierena través de un proceso de sublimación de tinta con calidad de archivo de museo.

La multiplicidad de expresiones y la variedad de individuos que hoy conforman las imágenes de la expo constituyen una muestra representativa de la diversidad que caracteriza a la población residente en La Habana, si bien cada una de las piezas por sí sola pareciera narrar una historia particular.

El mérito de las obras escogidas no reside solamente en exhibir la manera en que los artistas perciben a las personas y, a su vez, la forma en que estas reaccionaron ante ambos lentes, sino, además, en captar las expresiones de esos habitantes que día a día transitan por nuestras calles habaneras, reflejos de una mezcla de sensaciones, estados de ánimo, sentimientos: inocencia, alegría, tristeza, experiencia, picardía, optimismo, coraje… impresiones inacabables que captamos en cada rostro.

Destaca, a su vez, el diseño en blanco y negro de fondo neutro, concebido con el propósito de que el espectador no desvíe su atención hacia otros focos como el color y se concentre en los rostros; así como la técnica de impresión en metal que permite la preservación de las fotos y otorga la luminiscencia única de las piezas.

Sobre la exhibición, expresó Ana Cristina Perera, Directora del MNBA: “El proyecto estaba fuera del plan de la programación del museo, pero nos llamó la atención desde un inicio por la alegría y el reflejo de la cubanía en todas sus aristas con cada rostro de la gente de nuestras calles habaneras, dueñas de un ambiente de seducción que atrae a los visitantes. Es un regalo también a la comunidad de La Habana Vieja y Centro Habana, pues aquí están plasmados sus rostros y su manera de vivir”.

Los artistas

Con solo 16 años, Yanela Piñero es el miembro más joven de la Asociación Hermanos Saiz y ya cuenta con una obra sólida ampliamente expuesta y premiada en Cuba. Inició su carrera participando en uno de los salones de fotografía de San Antonio de los Baños. Cursó los tres niveles de fotografía en la Academia Cabrales del Valle y en noviembre de 2013 tuvo su primera muestra personal en la Quinta de los Molinos. Desde ese entonces, su carrera fotográfica ha ido en ascenso mediante la participación en salones, muestras colectivas y concursos fotográficos.

Sobre sus primeros contactos con Jeffrey, comenta a Cubarte: “Mi profesor de fotografía Rufino del Valle llamó un día a mi casa y me contó del proyecto que quería hacer Jeffrey. Me interesó mucho desde el principio porque era algo diferente, con una visión distinta. Tuvimos varios encuentros y fotografiamos a muchas personas. Adquirí experiencia respecto a cómo tirar fotos en estudios fotográficos, porque hasta el momento no había tenido grandes oportunidades de hacerlo”.

“Seleccionamos las fotografías de mayor significación para la exhibición final. El objetivo era ver cómo reaccionaban las personas frente a un fotógrafo norteamericano y una cubana, y creo que se cumplió porque las reacciones fueron diversas. Para mí ha sido una oportunidad increíble este proyecto junto a él por todo lo que aprendí. Es un honor exponer estas fotos en el Museo de Bellas Artes, uno de los salones más importantes del país. Esto marca, sin dudas, un punto muy importante dentro de mi carrera como fotógrafa”.

Por su parte, Jeffrey Cárdenas cuenta con una extensa trayectoria dentro de la fotografía documental para periódicos y revistas en todo el mundo. Su obra ha sido expuesta en diversas ocasiones y forma parte de numerosos libros. Fue nominado al Premio Pullitzer en 1980 por Internacional Reporting.

“Soy un comunicador, pero como no entiendo muy bien el idioma es difícil para mí escribir mis sentimientos sobre Cuba y su gente”, expresa el artista.“Una cámara, sin embargo, no necesita un idioma, ella es auténtica por sí sola. Así que con la fotografía es más fácil para mí comunicarme. Creo que cuando este proyecto vaya a Estados Unidos, Francia y otros países, la gente de esas naciones va a entender sobre los cubanos de una forma mejor que si lo hubiera escrito”.

“Yo quería trabajar con una fotógrafa que fuera completamente diferente a mí. No soy viejo, pero sí maduro, y ella es joven y mujer. La diferencia entre ambos es perfecta y constituye una parte importante de este proyecto que había estado pensando desde hace varios años. Yanela y yo hicimos la colaboración antes de que se anunciara el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ahora, con la noticia de estos cambios, siento que adquiere mayor importancia este trabajo conjunto entre una cubana y un estadounidense”.

“Las personas se seleccionaron a sí mismas. Nosotros no teníamos un criterio específico, ellos venían por su propia voluntad para ser fotografiados. Algunos en los dípticos lucen muy normales y naturales, pero hay arte en todo y la diferencia, por mínima que sea, es importante: los ojos, los labios, cambian la expresión. Las diferencias en las imágenes pueden ser sutiles o sustancialmente marcadas, pero, como se trata de fotografía, cada una será auténtica”.

“Quise realizar este proyecto en Cuba porque mi abuelo nació aquí, por eso me siento un poco cubano, tengo sangre de cubano. Yo he viajado por todo el mundo, pero Cuba es diferente, la gente aquí tiene más vida, son más sinceros, más abiertos, i love the people of Cuba, casi como si fueran mi familia. Aquí en Cuba tengo mi corazón y mi alma. Hacer este proyecto en otro lugar no sería lo mismo”.

Acerca de la singular mixtura artística entre ambos fotógrafos, señala Ana Cristina Perera en el catálogo de la muestra:

“Yanela Piñero es la expresión de la voluntad juvenil con un proyecto de vida definido: convertirse en fotógrafa. Jeffrey Cárdenas, con una notable obra vinculada a la naturaleza, acude esta vez al reencuentro con sus orígenes cubanos y nos ofrece la posibilidad de hacer arte participativo, rompiendo barreras generacionales y utilizando la novedosa técnica de impresión digital sobre aluminio anodizado, con una excelente definición de blancos y negros que simbolizan la mezcla cultural de nuestra nación, pero también la pureza del cubano común”.

“El Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana acoge esta muestra, más allá del rigor técnico y artístico que definen sus habituales proyectos expositivos, dando paso a la diversidad cultural como máxima expresión de la identidad de nuestra nación. Esa de la cual todos los cubanos somos parte y sentimos orgullo; la misma que nos distingue como una nación”.


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