Creadores cubanos y sus libros en el arte


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Obra: “Los síntomas pueden ser variables”, Yerandee González Durán, 2004. Fotos Cortesía: Jorge Mata, Reinier Nande, Juan Carlos Bermejo.

Es posible que la marejada de eventos, exposiciones y noticias apenas nos haya dejado espacio y tiempo para detenernos en tres muestras de artes visuales recientes que nutren el camino de la manifestación del libro arte en Cuba, que es aun reciente en el panorama cultural.

En la Librería Fayad Jamís se presentó, hace poco más de un mes, el libro arte Publicación, de la estudiante de artes visuales del Instituto Superior de Arte, Flavia Fuentes, quien ya desde muy joven se había interesado por esta expresión creativa en torno al libro.

La artista integró en un ejemplar reproducido en solo cien copias encuadernadas por ella, 50 dedicatorias de libros que halló en las ventas o librerías de libros viejos.

Publicación es a la vez un ejercicio académico del grado que cursa en la Universidad de las Artes, donde dota de un nuevo significado el hecho de destinar de forma íntima un libro que como sabemos, es reproducido generalmente en cuantiosa tirada, presentado en público y adquirido en librerías por cuantiosos y posibles lectores. En este quehacer señala su intención de problematizar la relación entre lo privado y lo público. Así, al agrupar esas dedicatorias en un ejemplar, nos remite a repensar el cómo se individualiza un objeto como el libro, al registrar en este un pensamiento, un deseo o una emoción como dádiva agregada al libro. Ese destino múltiple del libro es trastocado pues, de cierto modo, en un fin personal al sellar con firma o nombre el libro que se dedica a su destinatario.

De modo que Flavia convierte la apropiación en una  indagación sensible de la marca de lo humano en el objeto libro, resignificando conceptos de lo íntimo, lo privado y lo público, a la par que destaca aspectos autorreferenciales de la vida, cual poética literaria que nace a partir de la imaginación, algo que ha caracterizado su trayectoria aun breve dada su juventud.  

Publicación habla del hecho de la comunicación cual boomerang que va de lo público a lo privado, a través de la impronta creativa de su libro arte, que ella al final de la presentación dedicó a cada persona del público. Ha empleado la técnica del patchwriting utilizada en la literatura contemporánea, que nos habla del collage, donde al pegar distintos fragmentos copiados tal cual, se construye algo nuevo a partir de lo ya existente.

Ciertamente aunque se conoce mucho más su empleo en la esfera literaria, ha sido una operación que emplearon los artistas de las vanguardias del siglo XX que usaban el recorte y pegado en creaciones que luego se apreciaban por lo experimentales.

Asimismo Publicación nos remite a algo muy presente en nuestros días, que es precisamente el cotidiano acto de copiar y pegar en Internet, algo que puede ser incómodo o no ético según sea el caso, como sucede con el plagio, mas que por otra parte,  y en otra dirección, nos permite trabajar con la información cotidiana hoy en día. Flavia ha dicho: “considero los libros como una parte importante de mi obra porque recogen lo que sucede, aunque esté enmascarado con otros personajes, al final, siempre implica a mi historia personal.”

Apenas unos días después, el 6 de junio se inauguró la muestra El Anaquel. Variaciones, de los artistas Hanoi Pérez Cordero y Yerandee González Durán, en la Biblioteca Nacional José Martí. Ambos son creadores entusiastas en la manifestación del libro de artista y del grabado, y promotores, en especial el primero, del emergente Centro Libro Arte de La Habana.

 Obra: “No Fish in the Rhein” Hanoi Pérez Cordero, 2018.

La exposición del dúo despliega una variante novedosa al aunar el libro de artista y la estampa en grabado que le precedió o a la inversa que emanó de aquel, a la vez que resalta la cuidadosa y significativa curaduría y museografía realizada por los propios artistas, algo que contribuye, indudablemente, a captar la atención del público que podrá ver la muestra hasta el mes de julio.

No menos novedosa fue la apertura que realizaron de su exhibición con el performance Aqua Vitae, que consistió en la lectura en silencio de ambos artistas sentados en uno de los escritorios dobles de la Biblioteca, que alternaban el leer y el tomar literalmente de las cajas de jugos insertadas en libros que se hallaban en un anaquel próximo, así las páginas interiores de los libros son cajas vacías de ron que uno puede hojear y que han sido preciosamente encuadernadas como volúmenes en la obra de Yerandee González Durán, La enciclopedia del borracho, 2005. Aunque fue sorpresivo para muchos el performance,  y dotó de vida a una obra ya conocida de González, quizá una mayor intencionalidad  crítica de los artistas o una redimensión contextual hubiese otorgado menos levedad al acto performático que de cualquier modo llamó la atención de los presentes.

Performance “Aqua Vitae” Hanoi Pérez Cordero- Yerandee González Durán

Es interesante resaltar cómo la obra de los dos artistas se personaliza, tanto a través de la lírica muy poética que imbrica literatura y poesía de Hanoi Pérez, como en la ironía y sagacidad de Yerandee González, quien se destaca por su refinamiento en el empleo de técnicas de ensamblaje y encuadernación, algo que emana de su anterior oficio en la conservación y restauración de libros.

El Consejo Nacional de las Artes Plásticas, principal coordinador de la muestra de estos artistas que a la vez fueron curadores, quiso dedicar esta magnífica exposición que puede verse en su sede principal, la Biblioteca Nacional José Martí, al Día del Bibliotecario.

En el Centro Wifredo Lam, por otra parte, el público accedió a Des-concierto 9  El banquete, muestra personal del joven artista Adonis Ferro, clausurada el 13 de junio, inspirada en El Banquete, obra de Platón, y propuesta con la que el joven obtuvo la Beca de Creación que otorga esa prestigiosa institución de arte contemporáneo el pasado 2017.

Se trató de una exhibición poliédrica en la que Ferro integró prácticamente a todas las artes, y donde se halló la presencia de libros creados por él. Uno de estos incluye bocetos, diagramas sonoros, y dibujos en tinta japonesa, pan de oro y plumilla sobre papel, en los que Ferro plasma instrumentos musicales de su invención, inspirados en las culturas antiguas y de la Latinoamérica precolombina; en esa dirección, tal y como refleja el artista en el catálogo de la muestra, “cada instrumento era único y personal”, los instrumentos fueron realizados por luthiers profesionales, y tocados por músicos cubanos en un performance amplio que pudo “desconcertar” al público, ese que el artista desea no solo sorprender, sino que además se convierta en parte de su propia obra.

La presencia de los libros arte como puede verse ya es una realidad dinámica en nuestras artes visuales, una manifestación abierta a nuevos cultivadores y a un público que ya comienza a participar y reconocer un arte que se desarrolla en torno a ese eje que ha sido el libro en la cultura universal.


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