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Cortos y animados cubanos realizados por jóvenes realizadores también por los Corales


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cartel-36 Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano

Un total de cuatro cortometrajes de ficción y cinco animados, entre los que se encuentra el largometraje Meñique (Ernesto Padrón) (4), compiten por Cuba en esta 36 edición del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.

Una peculiaridad en estos dos acápites es que la mayoría de los cortometrajes y animados provienen de realizadores jóvenes y ya tuvieron presencia en la 13 Muestra Joven ICAIC, celebrada en abril de 2014. Me refiero a Buey (Carlos E. Machado Quintela), Miénteme bien, Jackie Chang (Grethel Castillo y Adolfo Mena), así como Huesitos (Gabriela Leal), Camarosidades (Jorge Luis Mendoza) y Otro animado que no es para los niños (Harold Díaz-Guzmán). Amor a mordidas, de Camila Carballo, es un animado de solo 3 minutos. Su realizadora también es una asidua de las Muestras Joven ICAIC; pero en su obra anterior se ha destacado como actriz y directora de ficción.

Debido a que el Festival de Cine de La Habana tiene por característica el ser un espacio de cierre de otros certámenes fílmicos internacionales, ocurre lo mismo con los concursos nacionales. Por tal motivo, casi siempre las obras son exhibidas antes de la cita y, por ende, comentadas.

En este caso, y para los efectos de esta columna, ocurre con Buey, Miénteme bien Jackie Chang y Huesitos, a las cuales les dediqué un comentario durante la Muestra. (2)

Como escribí entonces, Buey es de esos filmes que mantienen al espectador en permanente construcción del argumento, en la medida que avanzan la proyección, y siempre consigue, en cada momento de su desarrollo, sorprenderlo. Además, su director logra una historia redonda, desgarradora, cruel, con gran simplicidad en los recursos de producción, y un empleo eficiente de cada uno de los elementos técnicos-artísticos usados. El producto final, un relato con un alto y mantenido nivel de sugerencia.

Lo más interesante en este corto, de apenas 18 minutos, es que todos los elementos cumplen una función narrativa enriquecedora; pero entre ellos, la soga tiene un valor muy especial, pues ya, desde que se nos muestra su propia constitución, permite un grupo importante de lecturas sobre la relación entre sus dos únicos personajes: un hombre y una mujer.

Por último, volver a subrayar muy especialmente, la actuación de Mario Guerra, quien apoyado en excelentes recursos gestuales y un constante bufar, nos logra transmitir un mundo interior muy especial para su personaje que, de algún modo, justifica la decisión con la que culmina el texto audiovisual.

Buey fue galardonado con el premio colateral que otorga la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica (ACPC).

Miénteme bien Jackie Chang llama la atención, inmediatamente, por su sugerente título y, en especial, por la apelación al nombre del famoso actor chino. La historia cuenta el encuentro entre Chan Lee, un fotógrafo que en un bar encuentra a una muchacha: Gloria, a quien, después de tomarle algunas fotos, invita a su departamento para comer.

Narrado sin diálogos y con el apoyo de flash backs que van construyendo la impresión y los deseos de Chan Lee acerca de Gloria en la medida en que prepara los platos para la cena, la obra se destaca por la fotografía (Lorenzo Casadio) y la edición (Susana Ortega).

Miénteme bien Jackie Chang recuerda, desde su transtextualidad, al director taiwanés Ang Lee y al inglés Peter Greenaway, principalmente en el regodeo erótico-cultural y del goce visual de la comida como espacio para el verdadero conocimiento de los dos personajes, motivador del desenlace del filme.

Lo que parece ser la historia de un asesino en serie, obsesionado con el registro fotográfico de mujeres muertas sobre un plato de comida, es, en realidad, una fábula sobre la búsqueda de una compañera que comprenda y respete el sentido cultural de las buenas maneras y el gusto por el acto de compartir la comida.

Huesitos, con solo 3 minutos de duración y hecho en la técnica de 2D, es destacable, en primera instancia, por la construcción de su historia: una niña recoge huesos en la calle y los lleva a un local donde los selecciona, para intentar, mediante una máquina, devolverles la vida, solo que el ser resucitado —una rana—, solamente posee su esqueleto. El interés de la protagonista por esta práctica aparentemente cotidiana y tan escabrosa, lo conoceremos cuando se quite la capucha que le cubre la cabeza.

Desde lo visual, llama la atención en este filme que no está pensado a través de diseños góticos, casi siempre asociados a este tipo de trama, sino mediante colores claros, con líneas de dibujo casi infantil, con lo cual consigue provocar más sorpresa durante el desenlace del argumento.

Lo otro plausible en Huesitos es la coherencia de la historia, apoyada en una buena edición y que casi todos sus componentes técnicos-artísticos han sido elaborados por su propia realizadora.

Por la originalidad de su historia y la calidad de su realización, fue el Premio al Mejor filme de animación en la 13 Muestra Joven ICAIC.

También realizado por jóvenes realizadores y el único cortometraje que no ha sido exhibido todavía, es Estela. El filme fue la Tesis de graduación en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños de su realizadora Joacenith Vargas.

Una mujer blanca, cincuentona, con un comportamiento huraño, llega a la entrada de un edificio donde ha ocurrido un suceso que tiene alborotada la cuadra: una señora mayor es trasladada urgente hacia el hospital. Un señor mayor grita desde el balcón. La mujer, Estela, asiste, esquiva, a los acontecimientos, y entra al edificio, cuando llega al piso superior, encuentra al mismo anciano desesperado por atención en la sala de su apartamento. Ella le cierra la puerta rápidamente, y entra a la residencia contigua.

Mientras riega sus matas, ve, por casualidad, dónde guardan la llave sus vecinos y se atreve a entrar. Su reencuentro con el anciano, con problemas de demencia senil, desata una relación extraña donde se confunde lo morboso con la compasión.

En primer lugar, Estela regala las actuaciones excelentes de Mario Balmaseda y Edith Massola. El primero, como el anciano desamparado y la segunda, protagonista del filme, ahora a través de una caracterización que recuerda mucho la mujer introspectiva, hecha en un corto anterior: La trucha, también tesis de graduación de la EICTV, en la especialidad de dirección, de Luis Ernesto Doñas.

En esta ocasión, y al contrario de aquella, su Estela se mantiene todo el tiempo contenida, en un personaje que logra, con su hacer, dejar en el espectador la duda de si su relación con el anciano es de compasión o de deseo, pues entre ambos personajes apenas existen diálogos. Joacenith Vargas, su realizadora, va construyendo el relato a partir del devenir de la mujer por la casa vecina y el clímax de su relato ocurre, justamente en el momento en que ella decide ser solidaria con el anciano, quien se ha orinado en la cama.

Rodada casi completamente en interiores, con una fotografía muy pasiva, y dejando toda la suerte de su filme a las dotes histriónicas de sus dos actores principales, Estela discursa sobre la soledad y el deseo reprimido.

Para concluir este comentario, solo me queda por mencionar, entre los cortometrajes cubanos que están concursando en este Festival, a Upstairs (Escaleras arriba), la obra más reciente de uno de nuestros más veteranos y siempre sorprendentemente joven director: Enrique Pineda Barnet (Mella, La Bella del Alhambra, Verde verde); pero sobre este filme escribiré en otra ocasión.

 

 

 

NOTAS:

 

  1. Sobre este filme escribí en esta columna: “Meñique o el riesgo de adaptar un clásico en tiempos de globalización” (29 de julio de 2014).
  2. Al respecto se puede consultar: “El regreso de los nuevos realizadores” (28 de marzo de 2014) y “XIII Muestra Joven ICAIC: For Dorian, Huesitos, El mundo sumergido, Buey” (4 de abril de 2014).

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