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Colecciones y territorio en el Museo Municipal de Playa


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LAS COLECCIONES…

El principio esencial de los museos radica, a mi modo de ver, en exponer las evidencias que permiten comprender el devenir o comportamiento de un proceso de la naturaleza o la cultura en cualquiera de sus expresiones, y eso solo es posible si se logra atesorar un conjunto de objetos que debidamente registrados, investigados y conservados se erijan en documentos cuyos textos permiten, mediante la interpretación, la referida comprensión. Las colecciones son los soportes del discurso museológico y en torno a ellas gira el quehacer de los museos, al menos en la museología tradicional.

Sin un público receptor no existe la posibilidad de que las colecciones comuniquen la información que portan y aunque el desarrollo tecnológico ha multiplicado los canales mediante los cuales acceder a las colecciones de un museo desde cualquier parte del mundo, la exposición de los bienes muebles en el recinto museal sigue siendo una oferta de incalculable valía en el conocimiento, hecho que avala la permanente movilidad de personas entre continentes, regiones y países tras las evidencias que les permita entender, desde la otredad, el lugar que ocupan en el mundo contemporáneo, máxime si reconocemos la tesis de que solo nos reconocemos culturalmente en diálogo con otras culturas.

Pero los museos no solo forman y atesoran colecciones como evidencias del devenir de un espacio geográfico ante otro, sino también como lugar para el conocimiento del territorio en que se encuentra emplazado por parte de sus propios habitantes. Resulta hoy de suma importancia el papel de los museos en la consolidación de la identidad de los habitantes en un territorio y es esta la razón de ser de los museos municipales. La recontextualización de objetos (paradigmáticos o cotidianos) en el recinto museal, coloca a los moradores del lugar ante un ineludible sistema de significaciones al que por su rareza o visualidad no podrán dejar de evaluar sin que se pregunte: ¿en qué medida estoy culturalmente identificado, e incluso representado, en esta colección?

De modo que, si por un lado el coleccionismo es una compleja labor que exige de una sistemática estrategia en un período de tiempo generalmente largo, por otro, el producto final es un documento histórico no solo de las coordenadas que acompañaron el proceso sino también de la institución encargada del mismo. Un asomo a las fuentes y los modos de entradas de piezas a una colección y a un museo dicen de un tiempo histórico en sus aristas económicas, sociales y culturales. Desde estas bases nos acercamos a la exposición transitoria Labuenacoincidencia, organizada por la museóloga Teresita Labarca Delgado en colaboración con Jennifer Ancinar Martínez y Yovanni Abreu Córdova en el Museo Municipal de Playa.

LA BUENA COINCIDENCIA

Para la reapertura del Museo Municipal de Playa, el pasado 18 de mayo, la historiadora del arte Teresita Labarca puso en práctica la investigación que sostiene en la colección de artes plásticas de este museo, a la que le unen, además de los estrechos vínculos por su formación profesional, la activa participación en la formación de la misma desde el primer lustro de la década del 80, momentos de un movimiento en las artes plásticas que pasaría a la historia como el “Nuevo Arte Cubano”.

Para la muestra, Teresita toma como punto de partida uno de los más significativos valores de la colección de artes plásticas del Museo Municipal de Playa: contar con exponentes de un conjunto de autores de reconocida valía en la plástica cubana desde el período republicano hasta la contemporaneidad, y como núcleo la presencia en ella de ocho premios nacionales. En palabras al catálogo expresa la investigadora:

Cuando en la década del 80 del pasado siglo comenzó a conformarse la colección, quizás pocos pensaban que a la vuelta de los años un museo municipal se preciara de poseer y mostrar valiosos exponentes de la historia de la plástica cubana, toda vez que el premio instituido por el Ministerio de Cultura en 1994, se otorga a los creadores con significativos aportes al desarrollo y proyección nacional e institucional de las artes plásticas en Cuba.

Labuenacoincidencia reúne en la sala transitoria obras de Alfredo Sosabravo, Premio Nacional en 1999, Adigio Benítez Jimeno en el 2002, José Gómez Fresquest en el 2005, Pedro Pablo Oliva Rodríguez en el 2006, Nelson Domínguez Cedeño en el 2009, Ever Fonseca Cerviño en 2012 y Pedro de Oraá en el 2015. Todos protagonistas de las trasformaciones de la enseñanza del arte en Cuba a partir de la fundación de las Escuelas Nacionales de Arte (ENA) en 1962, todos participes del mirar antropológico a la cultura cubana sin distinción de regiones o espacios geográficos. Para subrayar el espacio de coincidencia apunta con ingeniosidad Labarca:

Se cumplen 20 años del otorgamiento a Alfredo Sosabravo; 15 años a Adigio Benítez y un lustro a Ever Fonseca. Nelson Domínguez cumple 70 años de vida, José Gómez (Fremez) 10 años de fallecido. Pedro de Oraá editó catálogos para los premios Antonio Vidal y Adigio hace 60 años hizo lo que consideró su primera exposición en Caracas.

Se suman a la muestra un conjunto de poemas, dedicatorias y, con la colaboración de los propios artistas, de catálogos de exposiciones recientes en la que aparecen comentarios y las críticas especializadas, así como obras de autores en la colección que en algunas de las ediciones fueron nominados al Premio: Eduardo Roca (Choco), Ernesto García Peña y Flora Fong.

¿Cómo logró el Museo Municipal de Playa conformar una colección que con el tiempo elevaría su valor documental? ¿Qué lugar ocupan estas obras en relación con la producción de sus autores y la historia del arte cubano?

Testigo de su tiempo, la colección de artes plásticas del Museo Municipal de Playa se inicia el 18 de febrero de 1981 con la donación de dos óleos sobre lienzo de José Segura Esquera: Figurafemenina (1946) y Paisaje (1951)), por parte de su viuda, Estrella Soto de Segura, vecina de la Ave. 17 nro. 4402 entre 44 y 46, en el municipio, a las que siguieron dos transferencias el 7 de abril: otro óleo de Segura existente en la Escuela Secundaria Básica Jesús Menéndez y, de Córdova Espinosa, Almachete, óleo sobre lienzo fechado en 1976, procedente de la Escuela Vitalio Acuña, según consta en la planilla de inventario de la misma. En ese mismo día, 7 de abril de 1981, el escultor Enrique Moret dona MadreBolivariana (1979), pieza realizada en terracota. La Dirección Municipal de Cultura de Playa y el Instituto de Ecología de Atabey en aras de una mayor protección y divulgación ingresaron piezas a esta colección.

Una fuente de ingreso de suma importancia para el arte contemporáneo fue la compra a través del Fondo Cubano de Bienes Culturales. Por esta vía la colección de artes plásticas del Museo Municipal de Playa logró adquirir piezas de Gilberto Frómeta Fernández, profesor de la ENA y el ISA que obtiene la distinción por la Cultura Nacional en 1986, José Franco, Humberto Castro García, la camagüeyana Flora Fong García, René Portocarrero, Aldo Menéndez González, Fundador del Taller de Serigrafía Artística de La Habana en 1983 y merecedor de la Distinción por la Cultura Nacional en 1983, César Leal Jiménez, Eduardo Roca (Choco), Evelio Lecour, el holguinero Arturo Cuenca, Antonio Vidal Fernández, miembro del Grupo los Once y fundador de la UNEAC, Raúl Milián, el pinareño Luis Contino Roque, Minerva López y Pedro Pablo Oliva. En su mayoría representados en la colección del Museo de Arte Cubano de Topes de Collantes.

Desde lo local a lo nacional, la colección de artes plásticas del Museo Municipal de Playa tendrá mucho que decir a sus vecinos, pero no solo del desarrollo cultural de su territorio sino de Cuba toda.


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