Bailarín / Danseur como imagen de todo lo posible.


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Mi cuerpo en plenilunio.

Mi cuerpo en una pluma.

Mi cuerpo al sacrificio.

Mi cuerpo en la penumbra.

Mi cuerpo en claridad.

Mi cuerpo ingrávido en la luz

vuestra, libre, en el arco

Nancy Morejón

Danseur / Bailarín, cuerpo danzante y lente fotográfico se lían en una suerte de pas de deux salvador. Con exquisita factura composicional, el libro de ediciones Helvétius (Francia, 2023), bajo la selección de Marc Sagaert a partir de las fotografías del joven cubano Arnol Sthal, es un puzle compacto entre fotografía y cuerpos de danzantes. Presentado en la Alianza Francesa de La Habana y disponible para consultas, préstamos y circulación en la mediateca de la institución, llega como elegante cierre de una etapa de su intenso proceso creativo. Comenzó siendo una de las posibles partes del proyecto mayor gestado durante el atasco pandémico y tras las fracturas generadas por los aislamientos forzados y precavidos que distanciaron danza y cuerpos. Redimensionar la arquitectura del Palacio de Prado (sede de la Alianza Francesa y set fotográfico de los danzantes), era ensanchar el cuerpo, su mirada, tensiones, impulsos y susurros congelados para capturar la autonomía del cuerpo alejado de su cotidiana motilidad escénica.

Danseur / Bailarín hoy se nos devuelve cúmulo de recuerdos e interpretaciones de todas las huellas que el propio proyecto pudo tejer en sus itinerarios de realización: residencia artística, performance, exposición fotográfica, pieza coreográfica y ahora el libro-memoria, síntesis de la potencialidad de un cuerpo que se devela en la medida que reafirma su presencia, su ser transformador, generador de emanaciones. Ceremonial para la duda y la certeza, la forma y el concepto, el movimiento y lo estático, el individuo y la masa, el acompañamiento y la complicidad. Ceremonia que presenta a un cuerpo contemporáneo y, a la vez, arcaico. Danseur / Bailarín, al tiempo que va cerrando una puerta, abre nuevos horizontes, nuevas bienvenidas.

Siendo fina trama entre imagen y movimiento del universo que nos trajo el baile asociado a la muestra fotográfica de igual nombre, exhibida dentro de la agenda del Mes de la Cultura Francesa en Cuba 2023, ahora nos hace olvidar el set, el escenario, el enclave donde mora ese cuerpo fotografiado y coreografiado para aprehender que la atención perfora la cuarta pared y el mirar del lector-espectador, como quien se adentra y vive en los porqués del proyecto total. Danseur / Bailarín en sus más de ciento cincuenta páginas apaisadas en papel cromo mate, en escalas de grises y de cubierta dura, se vuelve escenificación enmarcada en el secuencial pase de sus hojas, como fotograma manipulado por la dinámica que le quiera aporta el lector. Dejándonos ser componedores de nuestra propia mise en scène. De una mascarada para otro baile imaginado; el de las imágenes creacionales que habitan el libro a modo de testimonio de un tiempo-cuerpo irreal y verdadero. Quieren ellas (las imágenes) y ellos (los cuerpos), otorgarle al movimiento una fuga también aparente, pues han quedado por siempre atrapados entre el deseo de ser perpetuidad del instante.

Del libro y sus partes

Presidido por la cita a Marc Le Bot, “El arte es la experiencia del enigma, de la ambivalencia, de la alteridad”, en el prefacio que deja escuchar la voz del señor Laurent Burin des Roziers, excelentísimo embajador de Francia en Cuba como presentación del libro, se van articulando las cinco secciones que combinan los textos de Marc y las fotografías de Arnol, mientras que el trabajo denodado de maquetación y diseño de Alfredo Rodríguez Diago, logró una acertada y virtuosa puesta en visión editorial.

“Vivir es bailar”: tal como sostenía Martha Graham, la danza es el lenguaje oculto del alma. “Danza sagrada, danza profana”: la danza nos cautiva, nos sumerge en un estado de asombro, de estupor, de encanto; la danza nos comparte esta fuerza que parece pertenecer al más allá del cuerpo, más allá del mundo.

“De manos y pies”: hermoso focus sobre trozos de cuerpos, justo sobre sus manos y pies. Desde ahí, Marc hace un sintetizado recorrido por tránsitos principales de la danza en Cuba, enhebrando momentos fundacionales, nombres nuestros imprescindibles y otros del mundo que, con sabía y atribución nos permiten ir descubriendo los porqués de esos cuerpos en apariencia cercenados e integrados. Quizás aludiendo a la danza como “el arte de unificar el cuerpo con el espíritu, conciliar la intención con la acción, reunir el espacio y el tiempo, hacer de la tierra el cielo, con pies y las manos, auténticos malabarismos”.

“El baile de lo fijo”: Captura. Cruces. Poses. Cortes. Fijación. Cuerpos masculinos devueltos en más de sesenta fotografías tomadas entre mayo de 2019 y mayo de este año. El encuentro con la coreógrafa Rosario Cárdenas y su compañía, con los múltiples danzantes que la maestra ha formado, los que permanecen a su lado y quienes han expandido sus saberes hacia otras latitudes geográficas y expresivas. Tal vez como certeza de que “el bailarín ni se va ni viene, pero qué importa, dado que la infinidad, la belleza, la eternidad, seguirán aquí mañana”.

Hacia el cierre y a modo de epílogo del libro, en mi entrevista certifico la validez del proyecto global coronado por la publicación de Danseur / Bailarín. En lo interno y en lo externo del cuerpo apresado, tanto en la foto como en “la danza”, parecería que la imagen nos permite una y muchas lecturas a través de lo (no) danzado y lo potencialmente danzable. Legítima ecuación de bienvenida a la fotografía, ella y el cuerpo-danzante conviven en el escenario para materializar la expansión del hecho corpográfico. Poética del cuerpo y poética del espacio se concretan en la imagen, en el ritmo, en la composición y derivas del discurso foto-corpo-gráfico. En él, el (des)encuadre es vector elocuente, al develar al lector-espectador aquello que el cuerpo bailante hace mientras “no baila”, o sea, en el aquí y el ahora de lo aparentemente “fijo”.

Y sí, hay en el límpido amasijo de cuerpos, imágenes, textos, la sana vocación transformada que provoca subvertir tiempo y espacio al descubrir o presentir cada impulso, cada acento, cada salto o pose, al cambiar lo aparencial de la forma que sujeta se inserta en lo singular de Danseur / Bailarín como imagen de todo lo posible.


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