Arnaldo Tamayo Méndez, el primero de todos


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¿En qué momento de sus sueños aquel niño huérfano, limpiabotas y ayudante de carpintero, se vio volando más allá del cielo? ¿Cuántas veces en su escuelita rural de Lorenzo Alejo o en las escuelas públicas a las que asistió, pintó paisajes con luna brillante y lejana? ¿Por cuánto tiempo fijó la vista en los aviones de guerra norteamericanos que surcaban, intocables, el infinito? ¿Quién le iba a decir a aquel guajirito guantanamero, introvertido y travieso, que iba a ser el primer cubano en llegar hasta el cosmos?

Es que, a Arnaldo Tamayo Méndez, a los 17 años, la vida le cambió. Una Revolución “de los humildes, con los humildes y para los humildes” abrió un mundo de posibilidades que el joven, como tantos otros, supo aprovechar: se incorporó al primer llamado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del General de Ejército Raúl Castro Ruz para constituir las Columnas Juveniles del Trabajo, devenidas Asociación de Jóvenes Rebeldes; con ello, pudo también contarse entre el primer grupo de jóvenes que escaló a la Sierra Maestra, subió los Cinco Picos y se trasladó a Pinares de Mayarí, donde, también entre esos primeros, pudo acceder al  estudio sobre técnicas de aviación e involucrarse entre quienes decidieron estudiar aviación en la URSS.

De regreso en Cuba, su inteligencia, conocimientos y actitud revolucionaria le llevaron a ir escalando lugares dentro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, hasta llegar a ser piloto instructor de Primera Clase (1968) y Teniente Coronel (1976). Hacia 1977, Cuba se incorpora a un programa científico liderado por la URSS, destinado a propiciar la participación de varios estados socialistas en la carrera espacial, conocido como Programa Intercosmos; por nuestro país, es Tamayo uno de los seleccionados como aspirante a cosmonauta.

No fue tarea fácil; le esperaban rigurosas pruebas de aptitud, que superó satisfactoriamente antes de introducirse donde pocos llegan: la Ciudad Estelar. Recibe la instrucción de los mejores especialistas soviéticos, y se prepara para lograr el gran sueño, ser copartícipe del vuelo conjunto a bordo de la nave Soyuz 38; como tripulación de respaldo esperaba su oportunidad, por Cuba, otro joven cosmonauta igualmente preparado, José Armando López Falcón.

Pero no hubo contratiempos, y el 18 de septiembre de 1980, las 15:11, el cohete portador Soyuz despegó desde el cosmódromo de Baikonur, Kazajistán, a fin de colocar en órbita la nave Soyuz 38, con una tripulación soviético cubana:  Yuri Romanenko, Coronel Piloto Cosmonauta y Héroe de la URSS, y Arnaldo Tamayo Méndez.

Este vuelo, desde y hacia el complejo orbital Saliut-6, representó para el cubano no solo el privilegio de ser el primero en llegar al espacio; con ello, se erigía también primer latinoamericano, afrodescendiente y tercermundista en lograr tal hazaña; fue encargado, además, de llevar a cabo los experimentos iniciales sobre el estudio de distintos aspectos en la cristalización de la sacarosa y el registro de la respuesta humana a estímulos visuales y sonoros, en condiciones de ingravidez.

Para reconocer su proeza, fue creada por el Consejo de Estado de la República de Cuba la condecoración Héroe de la República de Cuba, que les fue otorgada por vez primera a Tamayo y Romanenko el  26 de septiembre de 1980; y de esa fecha en adelante destaca a miembros de las FAR y del MININT, y a aquellos hombres y mujeres, cubanos o extranjeros, destacados por acciones extraordinarias en defensa de nuestra Patria y las conquistas de la Revolución, o por excepcionales aportes a la causa del socialismo y en la lucha contra el imperialismo.

 


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