Ante al golpe de estado en Bolivia. Declaración de la Casa de las Américas


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Una vez más las fuerzas progresistas y populares de nuestra América han sufrido un artero golpe. En medio de un contexto esperanzador que ha visto en el transcurso de unos meses las victorias electorales de Andrés Manuel López Obrador en México y de Alberto Fernández en Argentina, la derrota del uribismo en las elecciones parciales de Colombia, las masivas movilizaciones antineoliberales en Ecuador y Chile, y la reciente excarcelación de Lula con su anunciado regreso al ruedo político; en ese contexto, repetimos, las fuerzas de la reacción, en alianza con el imperialismo, han depuesto al presidente indígena boliviano Evo Morales.

El golpe de estado a Evo –quien lideró una radical transformación en Bolivia que le ganó desde un primer momento tanto el apoyo popular, como el inevitable rechazo de los sectores conservadores dentro y fuera de su país– está dirigido, en primer lugar, contra un exitoso proyecto político, económico y social de izquierda, pero también es una impúdica muestra de venganza, de racismo y de fundamentalismo religioso por parte de la reacción, que esta vez no ha disimulado su brutalidad y no descarta el magnicidio.

En un momento histórico en que se escucha el clamor de los pueblos del Continente reclamando en las urnas o en las calles su espacio y su dignidad, no podemos ceder ante el desvergonzado asalto de la derecha ni abandonar las más legítimas aspiraciones de las mayorías. Quienes creemos que la integración cultural de nuestra América es una condición para nuestra plena realización política y social, apoyaremos por todos los medios a nuestro alcance esa aspiración, que no puede realizarse al margen de la justicia social y de la emancipación humana.

Nos encontramos en la antesala de un nuevo giro de la historia. El reloj de nuestra América, que sonó con Bolívar y con Martí, y más de una vez nos ha movilizado con sus campanadas, suena de nuevo. No tenemos derecho a permanecer en silencio. Urge respaldar la unidad de acción de los pueblos, comprometidos con la paz y el bienestar humano, y –a fin de cuentas– con la decisión de salvar de la destrucción el planeta que habitamos.


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