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Adriano Rodríguez o el cantar de la memoria (II parte)


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Tropicana y algo más

“... el estudio lo es todo… sobre todo cuando se era negro y se quería triunfar en la música… en 1936, con trece años matriculé en el Conservatorio Municipal de Guanabacoa para aprender solfeo y teoría y me tocó un instrumento que ya no existe, el Onoben… casi nadie sabe que cosa es eso… bueno… y me ganaba algo cantando en el portal del teatro Carral haciendo canciones junto a Nelo Sosa, que después se hizo muy famoso en los cuarenta con su conjunto Colonial, un sonero nato, con una intuición para la música… cantábamos y había un maestro de obra muy conocido que nos pedía cualquier canción y así pasaban horas y horas todo por diez centavos; el escuchando y nosotros cantando… para aquel entonces yo sabía una buena cantidad de canciones de los trovadores y de compositores cubanos que hoy nadie canta, pero estaban de moda en aquellos años…

“… el estudiar me trajo mi primer nombrete en el mundo de la música, me empezaron a llamar “el profe”, no por lo que sabía sino por el hecho de que canción que salía el lunes ya el martes yo me la sabía con pelos y señales y le daba mi sello… si no que le pregunten a Pedro Vargas, don Pedro… de él aprendí la grandeza de la interpretación, yo estudiaba y analizaba cada una de sus canciones y como colocaba la voz… cada detalle de su trabajo…; no había un tema suyo que no me supiera por difícil que fuera su versión… tanto que eso me permitió hacer carrera en algún momento con sus canciones, pero eran sus canciones cantadas al estilo de Adriano…”

Y desde ese momento se hizo cantante profesional…

“…ser cantante profesional era un sueño que fui logrando en la medida que pasaron los años… lo que si es cierto es que lo mío era cantar canciones románticas, pero la gente comenzó a identificarme con lo afro por el trabajo junto a Fernando Ortiz y Merceditas Valdés, pero yo cantaba más que eso… en los años cuarenta había pocos cantantes negros haciendo lo que yo hacía… la mayoría cantaba en septetos y conjuntos, eran muy buenos por cierto… pero lo mío era lo romántico, las grandes canciones y las arias de las óperas, lo lírico… y escuchar a los grandes cantantes de los que estudiaba todos sus detalles y eso me permitió encontrar mi modo de hacer cada canción… y sin dejar de buscar los frijoles como se pudiera… el debut profesional o como solista fue en 1940 acompañado al piano por Carlos Faxas, aunque años después estuve trabajando ocasionalmente en su grupo… en esos mismos años conocí a Rita Montaner en una presentación que se hizo en la toma de posesión del alcalde de la Habana Supervielle… fue la única vez que estuvimos juntos en un escenario… hablamos de muchas cosas y Guanabacoa no podía faltar… qué clase de mujer esa…

“… entonces un buen día llegó Tropicana… antes había estado en el coro de CMQ… donde canté como solista gracias a mi amigo Ramón Calzadilla… la gente cuenta cosas que si las miras son su leyenda… en mi caso más que leyenda fue suerte… Calzadilla me escuchó en Tropicana y a partir de ahí nos unió una gran amistad y que voz más privilegiada tenía ese mortal… con él también aprendí mucho… te decía que la gente cuenta las cosas a su manera… en CMQ tuve dos etapas, una primera cuando estaba en su coro, el que tuve que dejar porque ensayaba todos los días y a veces yo tenía para el pasaje, para venir de Guanabacoa… las cosas estaban duras… en ese coro aprendí mucho, como donde quiera que he estado y trabajado… y la segunda cuando Calzadilla me vio en la puerta esperando para hacer una suplencia o lo que apareciera cantando… no se me olvida que me saludó y cuando supo por qué estaba allí subió con una maleta de partituras y le dijo a los productores de programas —muy serio— …ahí está Adriano Rodríguez uno de los mejores cantantes que hay en Cuba y que yo conozco buscando trabajos y estas son sus partituras y las mías, en qué programa vamos a cantar… aquello fue una muestra de amistad que no puedo olvidar… lo sé porque subí detrás de él …”

“… volviendo a Tropicana… mi entrada en Tropicana fue como parte del grupo de mi hermano Giraldo Rodríguez, que según decía Guillermo Barreto, había sido uno de sus maestros… para una superproducción llamada Carabalí… y a partir de ahí trabajé en muchas producciones de Rodney un hombre muy creativo y dinámico… el director de la orquesta en esa época era Bebo Valdés… después hice allí mismo ya como solista Tambo y Copacabana… que en uno de los ensayos me pidieron que cantara sin micrófono y había un hombre que se alejaba y se alejaba del escenario mientras yo cantaba… coño y aquello me dio una idea de hasta donde llegaba mi voz… en esas producciones estaban Celia Cruz y Celeste Mendoza, entre otros… y Nat King Cole… si porque yo conocí a Nat King Cole y tuvimos una amistad en ese tiempo… era un hombre muy sencillo… me decía Ogguere que era el título de la canción que yo cantaba… y me daba palmadas en la espalda a manera de aprobación porque su español era elemental… de esas cosas no hay grabaciones ni nada… todo ha quedado a la memoria y las anécdotas de los que hemos logrado sobrevivir… que para estas fechas somos muy pocos…

¿Entonces su entrada a Tropicana le permitió una mejoría económica?

“… Tropicana garantizaba tres o cuatro noches de trabajo estable y eso era por lo menos fuente para desayuno, almuerzo y comida… casi me podía casar y tener una familia… era un privilegiado… ¿te hablé de mi amistad con Ricardo Abreu, Papín?... era todo un caballero y un hombre con un sentido del humor único… Papín siempre estaba haciendo bromas y jamás ví que le faltara el respeto a alguna persona, al contrario era un ejemplo de humildad a pesar de su grandeza como músico…”

“… yo no me puedo quejar de los años cincuenta… además de tener trabajo estable tuve la suerte de hacer grande amigos… todo eso sin dejar de estudiar… si porque yo siempre estaba buscando como superarme… volviendo a los cincuenta… además de Tropicana tuve la suerte de trabajar en Sans Soucy con Alberto Alonso… gracias a él yo supe hasta donde era potente mi voz y como el tiempo empleado en estudiar —recuerda que hasta ese momento había solamente estudiado en el Conservatorio de Guanabacoa y el resto del aprendizaje había sido de forma autodidacta sobre todo analizando a los cantantes de aquellos años— comenzaba a rendir sus frutos… Alonso me dio el rango de figura principal en su producción Bamba Iroko… este Negrón de Guanabacoa que había comenzado cantando en los portales del cine Carral ahora estaba de tú a tú con figuras como Benny Moré que algunas veces se paraba a verme cantar… cantaba a capella…  adiós a las fondas por un tiempo… ya tenía un salario responsable y estaba formando una familia que terminó en cuatro hijos…”

“… era figura del cabaret en esos años… pero mi repertorio estaba formado por canciones de tema afro… yo podía cantar más que eso pero lo afro, además de prestigio me daba la posibilidad de estar cerca de grandes músicos… de seguir aprendiendo… en lo afro había comenzado con Fernando Ortiz, pero también estuve con el grupo de Trinidad Torregosa, el de Jesús Pérez y sobre todo el de Alberto Zayas, donde conocí a González Manticci que era su director musical… años después jugábamos Voleibol en los descansos durante los ensayos de la Orquesta Sinfónica Nacional y del Coro Nacional, le dieron dos infartos y no se daba por enterado…. estoy entero, era su frase… era un tipo muy simpático… vivía en un  piso 25, un día yo iba para casa de un amigo que vivía en el mismo piso que él, empezamos a subir las escaleras juntos pues no había luz, el iba delante de mí y me decía sube cobarde, y subió los 25 pisos sin parar…”

“… pero yo veía llegar mi hora de triunfar en el canto… sobre todo porque cantaba aquellas canciones que a todos gustaban… era, posiblemente, el único cantante negro en Cuba que no hacía sones… lo mío eran, además de las canciones, las arias de ópera… y todo lo que escuchara, no importa lo difícil que fueran o el intérprete al que se lo escuché… ese tema debía ser cantado por mí, Adriano Rodríguez…”

“… es cierto que había cantantes mulatos como Miguel de Gonzalo, Miguelito Valdés que cuando cantaba le ponía los pelos de punta a cualquiera; Barbarito Diez con la orquesta Romeu, pero él cantaba danzones… tu sabes que mucha gente pensaba que Barbarito era blanco… jajaja … había una mujer que nos confundía… no se por qué… y así estuvo hasta que le presenté a Barbarito…”

“… cantar afro también me permitió estar cerca de un músico de la talla de Gilberto Valdés… fue Rodney quien nos presentó en Tropicana… él necesitaba cantantes para un concierto que estaba organizando en la Universidad de La Habana… después de aquel día fuimos grandes amigos…”

“… Gilberto era una persona muy especial… si hablabas con él sin verlo pensabas que estabas hablando con un negro carabalí, y cuando lo veías era blanco, con los ojos azules… recuerdo que en el año 1966 me llamó y me dijo “oye negro e mierda —el hablaba así— ven ven que te voa partir el craneo, ven pa que vea la choza que me dieron”, era un tremendo apartamento… otra vez me dijo “negro e mierda ven pa que oiga una música blanca que hice…jajájajá”, era una canción… yo canté muchas de sus obras que eran canciones de estilo afroide, una mezcla tremenda, negra y lírica… recuerdo que estábamos montando una obra suya en el coro nacional y me dijo “oye hay poco negro aquí, eta gente e racita, tu no te cuenta porque tuere el mejo cantante e Cuba”… Una vez me llamó para que cantara una canción que había compuesto para mí, me dio el papel, empecé a cantar y me paró y me dijo “oye negro e mierda estás cantando como lo blanco eta gente del coro te eta jodiendo, cota valo e ma sale sale” y me sacó de la casa y cerró la puerta, pensé irme pero enseguida abrió y me dijo “dale entra pero deja e blanco afuera”… “esas eran las cosas de Gilberto Valdés...”

 

Continuará…


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