A 130 años del fallecimiento de José Fornaris


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José Fornaris, fue un poeta bayamés que nació en 1827 y murió un 19 de septiembre del año 1890.

Era yo muy pequeña, pero aún alcanzo a recordar, que mi madre cantaba una canción que alegraba nuestras tardes, escrita la letra así comenzaba:

/¿No recuerdas, gentil bayamesa/  Que tú fuiste mi sol refulgente, / Y risueño en tu lánguida frente/ Blando beso imprimí con ardor? /.

Supe posteriormente que Francisco del Castillo, deseaba ofrecerle a su amada una bella serenata y para ello, habló con Carlos Manuel de Céspedes, para que lo ayudara con la música completada con los versos de José Fornaris.

Para la historia de nuestra cancionística, La Bayamesa, es la primera canción trovadoresca cubana.  Zoila Lapique, nuestra amiga y   reconocida investigadora, reconoce que, a pesar de la persistencia de la línea melódica europea, esta canción, comienza a destacarse por cierta atmósfera criolla en su música —al inicio de la frase melódica con anacrusas y la terminación femenina— y en el texto. “Son las canciones amorosas que nos hablan de la belleza y ternura de la mujer cubana, de nuestros verdes campos y del cielo siempre azul”.

Lo más interesante de todo esto, es que tanto Fornaris, como Céspedes y del Castillo, eran unos jóvenes calificados de sospechosos, porque los tres creadores, se mostraban afines a la causa independentista de la Patria que los vio nacer y algunas improvisaciones realizadas los delataban abiertamente.

En el año del surgimiento de la canción, había Fornaris, participado con su amigo Céspedes, con el cual estaba emparentado, en la conspiración de 1851, contra España, razón por lo cual, eran estrechamente vigilados. En muchas ocasiones, las autoridades coloniales consideraban a los tres amigos, entre otros, como   enemigos de la Colonia, y por ello, condenados a encierros y destierros.  A pesar de todo ello, Fornaris, no se decidió a acompañar a Céspedes al alzamiento de 1868, conocido en nuestra historia como el Grito de Yara. Y una vez la historia se  repite,  pero en esta ocasión  con más  redobles de libertad: Tres amigos Francisco Vicente Aguilera, Francisco Maceo Osorio, y Pedro Figueredo Cisneros “Perucho”, fundaron  un Comité Revolucionario y cuentan ,  que  Francisco Maceo Osorio le pidió  a Pedro Figueredo Cisneros,  que con sus conocimientos de música , compusiera “La Marsellesa de Cuba” y por ser Bayamo,  la cuna de la Revolución, en principio fue denominada también  La Bayamesa, la que  es hoy, al pasar de los años, nuestro Himno Nacional.

Cuba, una Isla de poemas y canciones, de gran rebeldía y plena de sueños y esperanzas.

Pues bien, volviendo a quién especialmente nos ocupa, el poeta bayamés José Fornaris, es de destacar, que fue además periodista, abogado ensayista y dramaturgo. Como los lectores pueden observar, no solo recordamos a este poeta, por los versos de la primera canción la Bayamesa, y otras creaciones, sino por sus “Cantos del Siboney”, que reflejan la existencia reposada de los indios, los primeros habitantes de nuestra Isla, los siboneyes y taínos, que motivó una represalia del Gobierno Español que interpretó, que el poeta con ellos, quería aludir a la explotación que la Colonia perpetraba contra los criollos. A pesar de estas interpretaciones, la obra fue editada en 1855 y bien acogida y desde ese momento, Fornaris, es el primer siboneyísta con un marcado acento de cubanía y esto claramente se puede observar en este fragmento de su poema “La Madrugada en Cuba”, donde las palabras lo expresan todo: 

/Cómo reluce en las hojas la luna de madrugada! /Sobre los verdes guayabos tiende el perico las alas, / que parecen con la luna abanicos de esmeralda/de revoltosos totíes las negras plumas resaltan / como ramas de azabaches sobre los mangos y jagua/.

Muchos de los poemas de Fornaris, se cantaban acompañados del tiple y/o de la guitarra como los versos de El Siboney, que fueron muy conocidos por el pueblo:  

/La espero aquí en las jaguas/que están al pie de la encumbrada sierra/ ¡Soy siboney! ¡Bendita está mi tierra! /Soy el hijo del sol y de las aguas/.

Como algo curioso podemos explicar que Perucho Figueredo, antes de escribir lo que es hoy nuestro Himno Nacional, llevó al pentagrama, dedicada a una amiga:” La Piragua”, una Danza Cubana o contradanza de 1856. El Periódico, del mismo nombre que la danza era el órgano de los poetas y escritores siboneyístas, que dirigía precisamente José Fornaris junto a Joaquín Lorenzo Luaces, en La Habana.

Fue el poeta al que dedicamos este trabajo, excelente editor, trabajó también con Luaces, en una Antología de poetas cubanos, y además elaboró obras didácticas como Figuras de Retórica, Compendio de Literatura Universal y Elementos de Retórica y Poéticas, que definen muy bien su condición profesoral, tan característica de nuestra cultura desde las propias raíces.

Los estudiosos de la obra de Fornaris, destacan su importancia en sus creaciones teatrales., muchos de ellos, lo consideran a la altura de la Avellaneda y de Luaces. Trató el bayamés, de reflejar en sus creaciones, las costumbres en la sociedad colonial.

En 1870, José Fornaris viajó por España, Francia e Italia. Aprovechando sus conocimientos de Literatura, Historia, latín y griego, desarrolló actividades docentes en Paris, mientras permaneció en esta ciudad europea. Rafael María de Mendive, comentó las poesías de Fornaris, en la Revista de la Habana, en 1855 y también Juan J. Remos, lo hizo en 1918. Cintio Vitier, le dedica un espacio en “Lo cubano en la poesía”, en el año de 1970.

De Fornaris, son estos versos, donde las sabanas, las montañas y ríos de nuestra Isla cobran alados protagonismos:   

/Yo vi la frondosa ceiba en las extensas sabanas, vi los jobos y los cedros en medio de las montañas, / vi las soberbias caobas como reinas soberanas, /vi a la margen del arroyo los mangles y las majaguas a cuya sombra apacible vistosas aves cantaban!/.

No hemos querido que pase la fecha sin recordar a este creador cubano de nuestro Bayamo heroico, cuna de la primera canción trovadoresca cubana un cantor que ha dejado una honda huella en la entrañable historia de nuestra letra y de nuestro pentagrama nacional.

Aún resuenan en nuestros oídos aquellos últimos versos de la canción, imposibles de olvidar:

/ Recordando las glorias pasadas /disipemos, mi bien, la tristeza / y doblemos los dos la cabeza/moribundos de dicha y amor/.


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