No solo porque se honra al llevar el nombre del más universal de todos los cubanos. No solo porque consolida una tradición que desde el siglo XVIII recoge el empeño de bibliotecas privadas y públicas. No solo porque desde 1899 ya se soñara con una Biblioteca Nacional entre las nuevas instituciones que debían nacer con el estado cubano.

Surgió como un sueño para la cultura y la educación. Se batió contra la desidia de gobernantes de turno y exhausto peregrinar por diferentes espacios. Sobrevivió a los embates de un incendio, el polvo, la humedad. Ha sido celosa depositaria de la herencia documental de encumbrados intelectuales. Ganó el amor de los incondicionales miembros de la Sociedad de Amigos de la Biblioteca Nacional y de la Junta de Patronos, impulsores de convertirla en insignia de la cultura nacional; se ganó el espacio físico que ostenta actualmente, logrado por la recaudación de un impuesto de medio centavo sobre cada saco de azúcar de 325 libras para la compra del terreno y la construcción del edificio, y por el apoyo popular del proyecto. 

Abrazó a la Revolución naciente, se hizo eco de los cambios y asumió los retos con nuevos bríos; fue sede y baluarte en el momento de definición de la política cultural de la nación; durante un tiempo tuvo la doble condición de Biblioteca Nacional y Biblioteca Pública, y hoy compila las obras escritas ―publicadas o no― y todo tipo de documentos resultantes tanto de la creación artística como de la investigación histórica, científica, la recreación, el deporte, la información general y específica sobre los aspectos de la vida del país, individuos y acontecimientos que de una forma u otra han contribuido a formar rasgos esenciales de la nacionalidad; así como materiales de todas las áreas geográficas del mundo, obras representativas de la cultura universal donde España constituye una prioridad por ser fuente cultural y lingüística del continente latinoamericano, y también otros países de donde provienen inmigraciones que han tenido una influencia en la formación de la nacionalidad y cuyos integrantes son factores relevantes de la cultura cubana. En su gran mayoría colecciones únicas e históricas de acceso a especialistas e investigadores, con una Sala Circulante al servicio del público en general.

Ha capacitado a un ejército de bibliotecarios, rectorea el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas, brinda una programación cultural para todas las edades, continúa el legado de publicaciones propias, desde 1909 con la Revista de la Biblioteca Nacional, hoy Librínsula. Está vinculada a la vida internacional del libro desde su condición de fundadora de la Asociación de Estados Iberoamericanos para el Desarrollo de las Bibliotecas Nacionales de Iberoamérica (ABINIA), la participación en la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios e Instituciones (IFLA) y el intercambio cultural con numerosas bibliotecas del mundo.

Son múltiples y valiosas las razones que ponderan a nuestra Biblioteca Nacional de Cuba José Martí como la Biblioteca de todos. Es el esfuerzo y el amor de sus trabajadores y de sus visitantes, de quienes hemos apoyado y defendido su existencia en todos esos momentos que marcan, este 18 de octubre, 117 años de historia.