This Bridge Called My Back: el legado de una experiencia contra hegemónica desde un feminismo otro


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Justo hace un año, una tarde noche recibí una llamada de Luisa para consultarme sobre una invitada que parecía llegar al Coloquio contra viento y marea. Su paso por Cuba siempre había sido así, imprevisto. Sin embargo, lejos estaba yo de saber que de esa consulta se derivaría un encuentro de trabajo productivo en el que Aurora Levins, nuestra invitada, me susurraría al oído un montón de proyectos sueños, tal como decía Haydee Santamaría, la fundadora de esta institución que debía ocurrir entre los artistas e intelectuales y los trabajadores cotidianos de esta Casa.

Uno de ellos, parecía un sueño compartido. Desde que empecé a trabajar en el Programa de Estudios sobre Latinos de la Casa de las Américas tengo una obsesión: este homenaje. Contraria a muchas y muchos de los investigadores del campo de los estudios culturales mis grandes referentes no son Pierre Bourdieu, ni siquiera el tan querido Stuart Hall. Desde que en mi mano tuve por primera vez Borderlands, me he permitido tener a Gloria Anzaldúa cerquita y constantemente instigándome.

En ese diálogo perpetuo y gracias a mi abuela espiritual Sonia Rivera Valdés, un día supe de la primera antología que reconocía la producción cultural de las Women of colors. Se trata de This Bridge Called My Back. Writing by Radical Women of Colors. Una antología que Gloria Anzaldúa y Cherríe Moraga tuvieron a bien realizar en un acto casi tan disruptivo como sus escrituras.

Pensemos un poco cómo se llegó ahí. Como socióloga, las determinantes de lo social en la construcción de los discursos me interesan sobremanera y aunque mucho se ha dialogado sobre ellas en relación con la antología en cuestión, realmente ha sido poco en esta área de las Américas.

Los años setentas significaron la entrada en crisis de un movimiento feminista que si bien había tenido sus momentos de esplendor a partir de los años 20 con el movimiento sufragista y posteriormente el llamado nuevo feminismo, parecía hablar desde un discurso en el que la diversidad del universo femenino no estaba representada en sus luchas. Aparecen entonces las feministas radicales o feministas de la diferencia con debates antes insospechados como el lugar del feminismo lesbiano, la transexualidad, el vínculo con el movimiento gay masculino, los feminismos heterocentrados blancos, la independencia de partidos y sindicatos. Instauran el concepto de género como aproximación y perspectiva epistémica que rompe el sexo como categoría de trabajo.

El mundo había vivido el inicio de los movimientos anticolonialistas, la lucha antirracista de Malcom X, las masacres por la supremacía blanca, el movimiento antibelicista en los Estados Unidos contra la Guerra de Vietnam, el Mayo del 69, la Revolución cubana, la experiencia de los Panteras Negras y los Young Lords dentro del propio territorio del Norte, el sueño aun no cumplido de Martin Luther King, la gran marcha hacia Sacramento que iniciara La Causa Chicana lideradas por Dolores Huerta y César Chávez o los Boinas Café en Chicago. Pero en cada uno de estos memorables hechos faltaba algo, faltaba una perspectiva que luego de 1989 denominamos interseccional: La comprensión de la relación causal entre los aspectos estructurales de la violencia y la discriminación contra las mujeres de color han estado determinadas por los cruces de las disimiles formas en las que se expresan las relaciones raciales, de género y de clase.

A partir de los setenta y ya bastante entroncado en los 80 estadounidenses se da una lucha otra contra el patriarcado en la que las voces de las mujeres chicanas, lesbianas, negras, asiáticas, y nativa americanas ponen en el centro de la cuestión denuncias contra la lesbofobia interna del movimiento feminista, el ascenso de una especie de machocracia, a veces violenta, dentro de los propios movimientos políticos y sindicales ya señalados, y en última instancia ponen en valor una manera de decir y expresar su yo internos, nunca antes vista.

La llegada en 1981 de This Bridge Called My Back es resultado de este contexto. Como expresa el destacado investigador chicano David Maciel:

Para fines del siglo XX emergió una generación de destacadas escritoras chicanas influidas por el postmodernismo, los estudios de género y queer, los enfoques transfronterizos (que buscan los puntos de interconexión de espacios culturales localizados en varios países) y otras novedades literarias. Su sentido de etnicidad se aprecia a través del lente de la diversidad —incluido el lesbianismo— y se manifiesta en nuevos rumbos en la búsqueda de identidad y de construcción de mitos (Maciel, 2021, pp. 267-268).

 A los textos de la propia Cherrie Moraga y Gloria Anzaldúa acompañan otros de Nellie Wong, Rosario Morales, Naomi Littlebear Morena, Chrystos, Genny Lim, Mitsuye Yamada, Max Wolf Valerio, Barabra cameron, Jo Carrillo, Gabrielle Daniels, Judit Moschkovich, Audre Lorde, hattie gossett, Barbara y Beverly Smith, Cheryl Clarke, Barbara Noda, Mirtha Quintanales, Pat Parker. Todas ellas en las ediciones en inglés. Y a las que se suman en la hermosísima versión en español denominada Esta Puente, Mi Espalda. Voces de mujeres tercermundistas en los Estados Unidos Ana Castillo, Norma Alarcón, Anita Valerio, Aurora Levins, Jo Carrillo, Sonia Rivera Valdes, Lucha Corpi, Morena Martinez, La Colectiva del Rio Cambahee, Elsa Granados, Cruz Gomez, Gabriela Gutierrez, Shirley Muñoz Flores y María Pérez junto a otras tantas, se unían a Gloria y a Cherríe en un intento por, como expresa la introducción:

[…] hacer una puente sobre las diferencias que históricamente han vencido a la mujer de color hasta callarla, borrarla y fragmentarla. Como mujeres de color, las fuentes de esas diferencias se encuentran dentro de nuestras comunidades  progresistas tercermundistas, feministas anglosajonas, y dentro del contexto más amplio de la “América Blanca Patriarcal”.[…] –las mujeres de color podemos servir como la puente entre las columnas de la ideología política y la distancia geográfica; ya que en nuestros cuerpos coexisten las identidades de opresiones múltiples a las que hasta ahora ningún movimiento político, no obstante su origen geográfico, ha podido dirigirse simultáneamente. (Castillo, 1988, p. 1)

Estas mujeres, las del libro del 81 y su versión ampliada en el 88 y llevada al español, estaban realizando desde el campo cultural literario y de las artes visuales una transformación en el discurso y en la representación del feminismo. Esta Puente y This Bridge… constituyen disrupciones a nivel simbólico, hermenéutico, pero también a nivel estructural. Por primera vez, se reunían bajo una declaración formal las mujeres que representaban a los cuatro grupos de mujeres de color dentro de los Estados Unidos: afrodescendientes, asiáticas, latinas y nativas americanas. Se trataba de una generación que compartía el poder de la palabra como fuente de transformación. La escritura les había empoderado y como ellas mismas expresaran: “debido a su educación estaban en una posición de poder hablar (o sea escribir) por sí mismas”. (Castillo, 1988, p. 5)

Al adentrarnos en el contenido de ambos libros se verá que muchos de los textos versan sobre el fatigante ejercicio simbólico del blanqueamiento racial, la molesta palabra que jerarquiza y discrimina a los sujetos por su color de piel y otros atributos físicos asociados a la epidermis. Estos actos de discriminación, en el caso de las mujeres, terminan siendo verdugos que someten desde cruces e intersecciones entre las naturalizadas violencias de género y las raciales. Entre estos textos se encuentran Cuando crecía de Nellie Wong

Yo sé ahora que una vez deseaba ser blanca

¿Cómo? Preguntas tú

déjame contarte la manera

cuando crecía la gente me decía

que era oscura, y yo creía en mi misma oscuridad

en el espejo, en mi alma, en mi propia visión estrecha

[…]

cuando crecía me sentía

sucia. Creía que dios

hizo a la gente blanca limpia

y no importaba cuanto me bañara

no podía cambiar, no podía mudar

mi piel en el agua gris […]

 

En esta línea retórica también se encuentran Para el color de mi madre y La güera de Cherríe Moraga, Para los que no son bastardos de los Peregrinos de la lakota Barbara Cameron, Todas corremos la misma suerte de Rosario Morales, La prieta de Gloria Anzaldúa.

Otra de las líneas es la lucha contra la violencia (de género y otra índole) que aparece en disimiles grados, en La Guera ya mencionada, en Sueños de la violencia de la escritora e interprete musical chicana Naomi Littlebear; La inivisibilidad es un desatre innatural Reflexiones de una mujer asiaticoamericana de la japonesamericana Mitsuye Yamada,

También hay denuncias relevantes a actos racistas y xenófobos del gobierno estadounidense, de sus instituciones y a la propia pasividad de sus habitantes frente a tales actos, como es el caso del texto de Mitsuye Yamada con A la señora donde expone sus criterios sobre la orden ejecutiva 9066 que permitió la existencia de campos de concentración para japoneses durante la segunda guerra mundial, más de 110 mil personas desde 1942 hasta 1944; el poema vibrante de Chrystos, Camino entre la historia de mi gente; el magnífico llamado de atención de Audre Lorde, Las herramientas del amo nunca desarmaran la casa del amo, el poema de la activista chicana María Saucedo La masacre del parque Humboldt

Aparecen otros textos que se desenvuelven en relación a las identidades, las identificaciones y la lucha del feminismo diverso como el hermoso testimonio de Anita Valerio, el poema de la chicana Jo Carrillo, Y cuando se vayan llévense sus retratos que emplaza a las feministas occidentales, EL poema de Ana Castillo Entre primavera y otoño, la declaratoria de Cheryl Clarke El lebianismo: un acto de resistencia, la Carta a amá de Merle Woo, de Sonia Rivera Valdés De verdad verdad ¿por qué te fuiste de Cuba?, Una declaratoria feminista negra de la Colectiva del Ri3o Combahee, La revolución no es limpia, ni bonita, ni veloz de la feminista negra Pat Parker, Hablar en lengua de Anzaldúa, La literatura feminista de la chicana de Norma Alarcón: una revisión a través de Malintzin, el grupo de poemas de Lucha Corpi, En busca de mí misma como héroe de la china Nellie Wong, Cascada de estrellas. La espiritualidad de la chicana/mexicana/indígena de Inés Hernández.

Luego de este inventario solo me permito, para concluir, establecer algunas de las características fundamentales de estos textos:

Sin aun no existir como concepto, la perspectiva interseccional, está marcada en cada uno de los textos. La denuncia a las opresiones por raza, sexo, clase y etnia constituye el principal objetivo de estas escrituras y en última instancia el aprendizaje practico e ideológico para resistirlas.

El carácter referencial de sus poéticas y testimonios enriquece y diversifica una lucha que se cree homogénea, aun cuando se trate de colectivos, etnoraciales, sexo genéricos similares. Cada experiencia es única y eso queda en estas páginas bastante claro. Otra característica es la transformación del pensamiento feminista diverso en una práctica o movimiento donde el activismo de todas y cada una de estas mujeres fue central.

La colocación de un conocimiento otro en un mercado académico-artístico diferente que las posicionó como referentes ha sido una pieza fundamental para hablar hoy de un legado tras casi cuarenta años de la primera edición de This Bridge. Y es que:

 These women poets haves crutinized their lives, wrestled with their diferent inheritances of geography, of place; with race, class, sexuality, body, nationality and belonging, and molded it all into sources of insight and wisdom. Among them, they have lived three hundred and sixty-three years, spanning continents, threading  dreams,  holding  visions[1]. (Alexander, 2005)

Hoy luego de una año justo cocinando este homenaje, Aurora no está aquí porque está hospitalizada esperando una intervención médica seria, pero no ha dejado de ayudar, muchas de las imágenes que han visto, ella me las facilitó, incluso me llevó a lograr un dialogo con Cherríe de quien les leeré una carta enviada especialmente para este evento.

A ambas y a todas las mujeres que dieron este primer paso, gracias por lo que nos han legado.

 
[1] Estas mujeres poetas han analizado sus vidas, luchado con sus diferentes herencias de geografía, de lugar; con raza, clase, sexualidad, cuerpo, nacionalidad y pertenencia, y lo moldeó todo en fuentes de conocimiento y sabiduría. Entre ellas, han vivido trescientos sesenta y tres años, atravesando continentes, enhebrando sueños, sosteniendo visiones (traducción de la autora).

 


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