Resulta muy grato acercarme a la obra de uno de los grandes músicos jóvenes a quien, además, tengo la satisfacción de conocer desde su niñez.
Gastón Joya, es de las personas que tienen un talento musical natural, acompañado de una sólida formación académica con profesores que guiaron y conformaron su personalidad artística. Es de la generación que despuntó desde los primeros años en el conservatorio “Guillermo Tomás” en su natal Villa de Guanabacoa, en las clases de violonchelo, instrumento con el que inició sus estudios musicales.
Pero el placer por la música comenzó mucho antes, en su propio hogar, donde no faltaba la canción trovadoresca, el filin, la música campesina que escuchaba en la radio o en las descargas familiares en las voces de la madre y abuela que le inculcaron el gusto por los géneros de la música cubana que mejor nos identifican. Y a su padre -a quien recordamos como un excelente instrumentista- le debe su pasión por el contrabajo.
A lo aprendido se suma una intensa trayectoria artística en la que ha integrado tanto agrupaciones sinfónicas, como populares y sobre todo jazzísticas. Numerosas colaboraciones en las que ha compartido con músicos de diversas generaciones y latitudes le han permitido alcanzar una madurez musical que apreciamos en este, su segundo fonograma, ahora con su propio proyecto; un cuarteto de jazz integrado por los muy jóvenes y también talentosos Marcos Morales en la batería; el pianista Adrián Estévez y Nam Sam Fong, guitarrista.
El CD Mama Ina es prueba de su versatilidad, imaginación e inteligencia musical; virtudes que se disfrutan de manera especial desde el tema que da título al disco, dedicado a su abuela materna, en el que se aprecia además la sensibilidad forjada en el entorno familiar.
La experimentación con clásicos de la canción cubana como No te empeñes más, reverencia las particularidades sonoras y armónicas del filin. El encuentro con la obra de Marta Valdés, Gastón lo recuerda como uno de los momentos que marcaron su niñez al disfrutar la interpretación de sus canciones en la voz de Sara González –otra imprescindible-, un memorable concierto al que asistió, como tantos otros, de la mano de su padre, bajista de la agrupación que acompañaba a la trovadora. Desde entonces Marta y en especial esta canción es una de sus preferidas, y la considera una jazzista, por sus novedosas concepciones armónicas, que tanto nutrió el ambiente filinesco de la cancionística cubana.
La Sitiera, guajira del compositor pinareño Rafael López, con más de seis décadas de creada, es otro testimonio sonoro de los temas que lo han acompañado en su crecimiento espiritual, y que confiesa disfrutaba en la versión de Barbarito Diez, nos la entrega con una actualidad total inmerso en los códigos del jazz latino sin desvirtuar su esencia.
Igualmente con la versión del clásico tango de Carlos Gardel, El día que me quieras, se prueba una vez más su capacidad creativa al armonizar la excelencia pianística de Alfredo Rodríguez Jr., en otra muestra de amistad, con el lirismo melódico del contrabajo, en un diálogo sonoro que mucho se disfruta.
La Nueva Trova también representada por uno de sus emblemáticos fundadores Silvio Rodríguez recrea uno de sus temas que canta a la vida Venga la esperanza.
Gastón, con impecable técnica en función de la expresividad, logra en estos arreglos un empaste en el que se conjuga equilibrio y transparencia con fluidez rítmica.
Ask me, en coautoría con Carlos Alfonso, evidencia también sus facultades para el canto y la fusión de elementos rítmicos y estilísticos del lenguaje danzonero, en una atmósfera en la que predomina la presencia de nuestras raíces africanas.
En Impori, vocablo yoruba en el que se inspiró en forma de divertimento, se destaca el solo de drums, en franco reconocimiento a Enrique Plá, uno de los referentes esenciales del jazz, de presencia determinante en el desarrollo de las potencialidades de la percusión en el panorama sonoro de Cuba.
Otro invitado, de los más completos instrumentistas de su generación, el trompetista Julito Padrón, conjuga en el tema La Gitana la habilidad y libertad que caracteriza al jazz cubano con un lenguaje que contribuye a una resultante sonora muy especial y que refuerza con la cita de fragmentos de clásicos populares con admirable precisión y sabor a descarga en Paola y Lila.
La vivacidad, frescura e ingenuidad que caracterizan la infancia, fue inspiración para el tema Paola y Lila, dedicado a las niñas de otro de sus hermanos, Harold López-Nussa, con quien ha compartido numerosas experiencias musicales en Cuba y en varios escenarios del mundo.
Las composiciones propias van conformando un estilo donde otro de sus aciertos es el tratamiento del bajo desde un virtuosismo mesurado en función de sus necesidades expresivas, transmitiendo disfrute con la interpretación.
Gastón posee sus propias virtudes, que han madurado, a pesar de su juventud; es un instrumentista que ha bebido y depurado lo mejor del jazz norteamericano; con las leyendas de bajistas cubanos que le antecedieron para conformar su propio perfil.
En sus ejecuciones se unen ingenio, pasión, buen gusto, el sentido del jazz en un tono intimo llevado al contrabajo, como instrumento protagónico de expresión y tradición renovada y enriquecedora.
El amor familiar y la amistad fluye en esta Joya discográfica, “más allá del apellido”; y siguiendo las palabras de uno de los genios del violonchelo Pablo Casals: “El verdadero respeto por la música consiste en darle vida, este es el primer mandamiento” y no hay nada más sublime que compartir y disfrutar la vida y la música con la familia y los amigos.
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