Ya es viernes 18 de enero de 2019, así que arranca el fin de semana con las actividades de la quinta jornada de esta 34 edición del festival internacional Jazz Plaza.

Como aperitivo estuvo (en la tarde) un excelente conversatorio con el percusionista, arreglista y productor peruano-japonés-estadounidense Tony Succar; clausurando el coloquio internacional de jazz, que se celebró durante estos tres últimos días, en las instalaciones de la Fábrica de Arte Cubano.

Succar completamente conectado con los asistentes, estuvo contando las peripecias para llegar hasta el lugar cimero que ha obtenido con su proyecto UNITY, que le ha abierto las puertas para trabajar con muchos importantes músicos del mundo. Ello se produjo luego de haber llevado con gran éxito, a tiempo de salsa; varios temas emblemáticos del desaparecido artista estadounidense Michael Jackson.

Como colofón, aprovechando los pocos minutos restantes, Succar junto a la agrupación puertorriqueña 8 y más, regalaron a los asistentes una breve, pero intensa descarga latina, completamente improvisada.

Al terminar, andaba casi con el tiempo justo para llegar desde Fábrica de Arte Cubano a la Sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba, donde el pianista y compositor cubano Harold López-Nussa se presentaba en formato de trio, con el suizo Gregoire Maret y el cubano Pedrito Martínez, como invitados. Con ello repetían una sesión que hicieran juntos hace un par de años en el club Blue Note en Nueva York, y que luego lograran rehacer ocasionalmente en otros escenarios de Estados Unidos y Europa.

En esta ocasión, Harold convocó a su inseparable hermano Ruy Adrián en la batería y al bajista Julio César González, para ejecutar un interesante programa, que permitiera al público asistente, deleitarse con el trabajo de sus artistas invitados.

Desde el arranque con la obra Elegguá (escrita por Harold), Manet mostró su excepcionalidad ejecutando la armónica; mientras que Pedrito Martínez hacía lo mismo desde las congas. Durante todo el trayecto, fueron alternándose excelentes improvisaciones de uno y otro, con las del anfitrión de la velada. Notas relevantes para todos con sus interpretaciones en la pieza Hialeah (también de Harold), en Lobo’s Cha (firmada por Ernán López-Nussa), Danza de los ñanigos (de Ernesto Lecuona) y Guajira (compuesta por Ruy Adrián).

El único tema donde solo quedó el trio base en escena fue Paseo, de la autoría de Harold López-Nussa; con magnifico solo de Julio César en el bajo.

Para el cierre, Harold reservó la pieza Bacalao con pan (de Chucho Valdés) ejecutándola según la versión que López-Nussa hiciera para su disco El viaje, del año 2016. Con ella hicieron delirar al público, que los hizo regresar para ejecutar una pequeña coda del mismo tema, donde Pedrito Martínez (al igual que en Guajira) también tuvo protagonismo con su voz.

Un rato más tarde y a solo escasos metros de allí, se celebraría la jornada nocturna, programada para la sala Avellaneda del propio teatro.

Correspondía su turno esta vez, a un acontecimiento bastante sui generis en Cuba: el primer concierto de una banda de nueva creación, formada por músicos foráneos de amplio palmarés.

Se trató de Moshulu band, uno de los llamados súper grupos musicales, formado por los conocidos músicos estadounidenses Jeff Berlin en el bajo, Dennis Chambers en la batería y David Sancious en los teclados, en adición al israelí-estadounidense Oz Noy en la guitarra.

Las primeras noticias sobre esta formación se conocieron en octubre del pasado año por medio de Berlin; y aunque la idea inicial era de completar la agrupación con Greg Howe en la guitarra eléctrica, terminaron decantándose por el sonido de Oz Noy.

El poco tiempo de trabajo del grupo, supuso una complejidad adicional, pues aún no podían contar con un extenso repertorio. Sin embargo, el mayor reto estribó en convencer a un público para quienes el llamado Jazz/fusión es casi desconocido; pues es uno de las vertientes del jazz menos cultivadas en el país, y menos representadas en estos certámenes anuales de jazz cubano.

Sin embargo, la maestría de cada uno de los artistas sobre la escena, logró establecer lazos directamente con el auditorio, que se enfrentaba a una amalgama de sonidos, donde prevalecía el jazz aromatizado con claras influencias de distintas vertientes de rock. Ello sucedió desde los primeros compases de la pieza inicial titulada Flight of Hamel, creada por Sancious.

El repertorio escogido incluyó la obra Cosmic background (compuesto por Oz Noy para su disco Fuzzy, del año 2007), Lien on me y Esmeril kicks it up (ambas con firma de Berlin, incluidas respectivamente, en sus álbumes Lumpy Jazz(del 2006) e In harmony’s way (del 2001)). Sancious por su parte, agregó las obras And then she said (de su disco Just as I thought, de 1980) y Prelude #3, incluida en su fonograma True stories, de 1978.

Aprovechando un breve descanso de la banda, el virtuoso Jeff Berlin, decidió rememorar viejos tiempos, y regalar al auditorio (desde el bajo) una versión en solitario de la conocida obra Tears in Heaven, de la autoría de Eric Clapton; la cual fue recompensada con una gran ovación. Esta versión la grabó en su disco Taking notes de 1997, aunque en esa ocasión lo hizo con acompañamiento de batería y teclados; reservando la versión en solitario exclusivamente para las presentaciones en vivo.

Quienes extrañaban la virtuosa ejecución de Chambers en las primeras piezas del concierto, se vieron recompensados ya en las postrimerías; pues para terminar, seleccionaron una de las obras creadas por el estadounidense Miles Davis, en 1971, para el disco Jack Johnson (también conocido como A tribute to Jack Johnson).

Luego de recibir la esperada ovación ante un público totalmente de pie en la sala, se despidieron los visitantes, con la promesa de regresar nuevamente a Cuba a mostrar los avances de Moshulu band; formación que definitivamente tendrá un nexo vitalicio, con el certamen en que tuvieron su bautismo.

Definitivamente un día de lujo en el Jazz Plaza, que continuará mañana con otras excelentes propuestas