África en Hemingway


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Ernest Hemingway, el gran escritor norteamericano narró en parte de su prolífera obra, la experiencia de su vida aventurera y de sus pasiones, la caza, la pesca, la guerra, el amor.

Con un estilo claro y sencillo puso a disposición de los lectores, cada etapa que vivió. Y por su puesto sus incursiones, al continente africano también se reflejaron en sus escritos. Su pasión por la caza y por un mundo inexplorado lo condujo a vivir momentos espectaculares en los dos Safaris a África en los que se enroló.

El primero entre noviembre de 1933 y febrero de 1934, él junto con su segunda esposa Pauline  Pffeiffer arribaron a Monbasa , Kenia, donde pasaron tres meses de safari. Su gran caza en la zona sur de Ngorongoro,  y en la llanura Serengeti cerca del Monte Kilimanjaro y el tiempo pasado al aire libre, sirvió de inspiración para los cuentos “Las nieves del Kilinmajaro” y “La breve vida feliz de Francis Macomber ", las crónicas “Disentería amiboidea en África”, “Fraude en el deporte de la caza”, “Apuntes de la caza peligrosa” y la novela “Las verdes colinas de África” (1936) donde hace un recuento pormenorizado de la expedición.

Pero no todo fue disfrute en la sabana, ya que contrajo la disentería a los pies del Kilimanjaro, el monte más alto de África, un imprevisto que forzó su evacuación aérea hacia Nairobi.

Luego de esta experiencia el escritor permanece alejado de África pero no de la caza, practicada en los Estados Unidos y en el Club de Cazadores del Cerro, en La Habana, Cuba, después de que se instalara en Finca Vigía, en 1939 (donde  reside hasta 1960).

Volvería a África después de veinte años, para efectuar su segundo y último safari africano, acompañado por su cuarta esposa Mary Welsh y su hijo Patric quien vivía en Tanganica (Tanzania) La expedición transcurre entre septiembre de 1953 y marzo de 1954.

Esta vez transita por varias zonas conocidas de su viaje anterior, áreas cercanas al Kilinmajaro y a Laitokitok zona de Tanzania. Aquí disfruta la experiencia de trabajar como guardabosques en una reserva Masai.

Para complacer a su esposa realizan un viaje al Congo Belga, durante el cual tienen dos accidentes de aviación, el primer desastre ocurrió el 23 de enero de 1954, en un vuelo turístico de Nairobi al Congo en el que la avioneta se estrelló cerca de las Cataratas Murchison (Uganda), aunque el matrimonio escapó casi ileso.

Sin reponerse aún del susto, la pareja tomó otro avión al día siguiente con el fin de alcanzar la ciudad ugandesa de Entebbe para recibir atención médica, pero el aparato explotó en pleno despegue.

 

Esta vez, Hemingway y Mary se salvaron de milagro, aunque la peor parte se la llevó   él, al sufrir una fractura craneal, múltiples heridas internas y quemaduras; lo que influirá con posterioridad en el deterioro de la salud del escritor y los hace concluir el safari.

La segunda aventura africana de Hemingway concluyó en marzo de 1954 e inspiró una obra autobiográfica póstuma, "Al romper el alba" (1999).

Las experiencias africanas de Papa, como lo llamaban sus allegados, no solo se concretaron a cacerías y viajes por la región, también estableció estrechas relaciones con varias tribus de los territorios visitados, los Kikuyos, Wanderobos, Masais y Wakambas, con los cuales compartió durante las expediciones como portadores de armas, rastreadores, descuartizadores y Hemingway a su vez participaba en sus fiestas y rituales.

Hoy, en el Museo Ernest Hemingway, otrora Finca Vigía,  se conserva gran variedad de objetos coleccionados por  el literato en sus viajes,  que forman parte de los bienes patrimoniales que atesora la institución. Lanzas, bastones de mando, collares, brazaletes, una valiosa colección de fotografías, y atractivas taxidermias, evocan los días africanos de Hemingway.     

Pese a sufrir enfermedades tropicales y un par de accidentes de avión, Ernest Hemingway disfrutó tanto de sus dos safaris en el continente africano, que dejó escrito: "Nunca conocí una mañana en África en la que no me despertase feliz".


1 comentarios

Sonia
24 de Mayo de 2020 a las 18:34

Excelente crónica, que nos conduce a la lectura de sus libros

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