El Jazz Plaza 2020 que yo viví (Quinto día)


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Harold López-Nussa.

El Jazz Plaza 2020 que yo viví (Primer día)

El Jazz Plaza 2020 que yo viví (Segundo día)

El Jazz Plaza 2020 que yo viví (Tercer día)

El Jazz Plaza 2020 que yo viví (Cuarto día)

Mi quinto día del Jazz Plaza 2020, comenzó a las 6:00 p.m. en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba. Varias decenas de personas llenaban el espacio, para disfrutar de la propuesta del pianista y compositor cubano Harold López-Nussa.

Justo antes de los primeros acordes, el Comité Organizador del certamen, entregó el premio Aniversario 35 a los pianistas Gonzalo Rubalcaba y Harold López-Nussa. Esta distinción se confiere a personalidades cubanas destacadas en el desarrollo y promoción del Jazz en el país y el mundo.

Pocos minutos después, el anfitrión de la tarde, agradecía el premio e introducía a sus compañeros de ruta para esa tarde. En la batería, como es habitual, su hermano Ruy Adrián López-Nussa; mientras que en el bajo y la trompeta, estarían sus frecuentes colaboradores Julio César González Ochoa y Maiquel González.

Harold López-Nussa, Julio César González, Maiquel González y Ruy Adrián López-Nussa.

Julio César González y Maiquel González.

En esta tarde, Harold aprovechó para compartir con el público un programa que incluía varias de las piezas de su autoría, que conformarán su nueva producción discográfica, que saldrá al mercado en este año bajo el título Te lo dije.

La primera de esas obras se nombró Habana sin sábanas. Movida y contagiosa, sirvió para que cada músico del cuarteto presentara credenciales con excelentes improvisaciones.

Minutos más tarde ejecutarían Guyau café, compuesta por el francés Michel Legrand para la banda sonora de la película musical Los paraguas de Cherburgo, de 1964. En este arreglo, que contó con muy buena acogida por parte de los asistentes, se produjo un excelente diálogo entre Harold al piano y Maiquel empleando el fiscorno.

Harold López-Nussa y Maiquel González.

El ambiente relajado luego de esta interpretación, sirvió como punto de partida al trepidante Lila’s mambo, presentado en escena por las dos hijas del pianista. Aunque el trabajo de Harold en esta obra fue notable en los teclados, su hermano Ruy Adrián obtuvo los mayores aplausos cuando pudo reponer a tiempo, una baqueta quebrada en medio de una intensa controversia entre la batería y los teclados.

Ruy Adrián López-Nussa.

New day, la conocida obra que dio título a su sexto álbum del año 2013, fue la siguiente propuesta; antes de que llegara a escena la cantante Melvis Santa, para poner su potente voz en la obra El manisero, del compositor cubano Moisés Simons. Con su interpretación, la cantante aderezaba el cadencioso trabajo del piano y la trompeta a lo largo del tema.

Julio César González, Ruy Adrián López-Nussa, Harold López-Nussa, Maiquel González y Melvis Santa.

Poco después subiría a escena Kelvis Ochoa para interpretar Jocosa Guajira, compuesto a 6 manos por Harold, Ruy Adrián y él. Este tema, dio la posibilidad a Julio César González de deleitar a todos con su improvisación desde el bajo, mientras que luego combinaba su trabajo con el de la batería y la trompeta durante el segmento final, complementando la voz líder de Kelvis, secundada por momentos por Maiquel González.

Harold López-Nussa, Kelvis Ochoa y Julio César González.

Una nueva creación, titulada Los Van Van mix New Orleans fue una suerte de primer homenaje a la orquesta Los Van Van. En ella se combinan perfectamente la trompeta y la batería, recordaban el sonido habitual de las bandas de New Orleans; resultando en contraste con el piano con acento cubano que interpretaba Harold.

Para completar el homenaje a Juan Formell y Los Van Van, llegó Eric “Cimafunk” Iglesias para subir la temperatura, al interpretar la pieza El baile del buen cansao, creada por Formell, para el disco de igual título, que lanzara su agrupación en 1982.

Harold López-Nussa y Eric Iglesias (Cimafunk).

Otro acercamiento al cine, lo constituyó el hermoso homenaje a la creación del maestro Leo Brouwer, con la recreación de su obra Un día de noviembre. La misma forma parte de la banda sonora de la película homónima, dirigida por Humberto Solás, en 1972. El arreglo de López-Nussa es bastante fiel al original en cuanto a su estructura; definiendo en este caso, como protagonistas, al bajo y la trompeta.

Para romper la magia de la atmósfera creada por la pieza de Leo Brouwer, volvieron los tres cantantes invitados a escena, para en el cierre, homenajear a Pello el Afrokán, con la obra Mozambique. En la misma, los tres vocalistas obtuvieron espacio para interpretaciones; mientras los músicos lograban el deleite del auditorio.

Harold López-Nussa, Cimafunk, Melvis Santa, Julio César González, Kelvis Ochoa, Maiquel González y Ruy Adrián López-Nussa.

Llegaba así el final de esta presentación, ovacionado largamente por el público; al punto de tener que salir a saludarles por segunda vez, antes de retirarse definitivamente.

Un rato más tarde, a las 9 de la noche, a solo unos metros de allí, en la sala Avellaneda del propio teatro, se preparaban otras dos presentaciones, de gran interés para el público.

La primera, corrió a cargo del veterano multiinstrumentista, compositor y educador estadounidense David Liebman; quien en su palmarés ostenta trabajos con John Socfield, Chick Corea y Eddie Gómez, por solo mencionar a unos pocos. En esta ocasión, se hizo acompañar por los músicos cubanos Emilio Martiní (guitarra), David Faya (bajo) y Yosvany Betancourt (drums).

David Liebman.

Para este cuarteto, Liebman seleccionó un exquisito programa de cuatro temas, interpretado desde el saxofón soprano; instrumento en el cual, se erige como uno de sus principales exponentes. El primero de ellos, un muy conocido estándar de jazz, de 1936, de la autoría de Juan Tizol y Duke Ellington titulado Caravan. En él, Liebman hizo gala de sus dotes como ejecutante e improvisador en su instrumento, acompañado por acertados solos de Martiní en la guitarra y de Betancourt en la batería.

David Liebman, David Faya, Emilio Martiní y Yosvany Betancourt.

Emilio Martiní.

La siguiente obra, fue una conocida pieza del estadounidense Wayne Shorter, titulada Footprints (creada en 1966); para la cual estuvo como invitado Orlando “Maraca” Valle; logrando protagonizar un excelente intercambio con Liebman, en un vistosa controversia entre flauta y saxofón.

                                  Orlando Valle (Maraca).                                                                                            Maraca y David Liebman.

Para bajar el ritmo y prepararse para el final, a continuación llegó la recreación de la obra Tres palabras, del cubano Osvaldo Farrés, en la cual nuevamente Liebman y Martiní, obtuvieron relevancia a partir de sus interpretaciones.

Cerrando este segmento, los artistas trajeron a escena, la música de John Coltrane, una de las principales inspiraciones de Liebman. Para ello, escogió un tema con aires flamencos titulado Olé, que da título al noveno disco de Coltrane, publicado en el año 1961. En el mismo, Liebman acudió a la flauta durante la introducción; mientras que sus compañeros le apoyaban con rítmicas palmadas. Esta obra permitió al bajista David Faya, mostrar su técnica y capacidades de improvisación; tal como lograran Liebman y Martiní, en el saxofón y la guitarra, respectivamente.

David Liebman y David Faya.

David Liebman y Emilio Martiní.

Visiblemente emocionados por los aplausos del público, Liebman y sus compañeros abandonaron la escena, para que llegara la música del saxofonista, productor y educador boricua Miguel Zenón. Este artista, cuenta con una docena de discos propios, participación como invitado en más de 70 producciones y varias nominaciones a los premios Grammy; todo lo cual le ha valido para ser considerado uno de los principales referentes en el saxofón alto.

Zenón, llegó al Jazz Plaza con deseos de mostrar su más reciente trabajo discográfico titulado Sonero: la música de Ismael Rivera, publicado en el año 2019. Como se hace habitual en su trabajo, sintetiza en lenguaje de jazz, ritmos y géneros populares de su tierra. Para ello, llegó acompañado de sus habituales músicos (quienes participaron en la grabación del disco): el venezolano Luis Perdomo en el piano, el neozelandés Hans Glawischning en el contrabajo y el puertorriqueño Henry Cole en la batería.

Luis Perdomo, Hans Glawischning, Miguel Zenon y Henry Cole.

La primera pieza seleccionada fue El negro bembón, compuesta por el boricua Félix Manuel Rodríguez “Bobby” Capó; y que fuera uno de los grande éxitos de Ismael Rivera. El arreglo presentado generó improvisaciones relevantes desde el piano y el saxofón. Asimismo, Zenón abrió un espacio para que sus compañeros (guiados por el pianista Perdomo), transformaran el cuarteto original en un segmento de trío formado por la batería, el contrabajo y el piano.

Luis Perdomo, Hans Glawischning y Henry Cole.

Tal como aparece en el disco, la siguiente obra presentada fue La gata montesa, un bolero-chá original del compositor puertorriqueño Israel Plata. Esta obra destaca por los juegos rítmicos a lo largo de todo el tema, incluso como contraste, a los intensos solos de Zenón. También disertó en esta ocasión el contrabajista Glawischning.

Luis Perdomo y Hans Glawischning.

Aprovechando su viaja a La Habana, y para deleite del público, Zenón invitó a la cantautora cubana Haydée Milanés, para interpretar la conocida obra La gloria eres tú, del compositor cubano José Antonio Méndez. La voz de Haydée recibió un hermoso acompañamiento por parte de los músicos en escena, guiados por las notas de Zenón desde el saxofón alto, mientras la cantante sugería la armonía con su fraseo vocal.

Luis Perdomo, Haydée Milanés, Miguel Zenon y Hans Glawischning.

Para el cierre de la noche, tal como en el disco, Zenón escogió el tema El nazareno, tema salsero de corte religioso, compuesto por el panameño Henry Dávila Williams, e incluida originalmente en el álbum Traigo de todo, lanzado por Rivera en 1974. Para esta pieza Zenón volvió a hacer gala de tu trabajo, mientras que también el pianista venezolano mostraba su maestría, trabajando de conjunto con la batería y el contrabajo. Para la segunda mitad de la obra, Zenón volvería al centro del escenario, esta vez para interpretar en solitario, abriendo posteriormente espacio para que nuevamente sus compañeros colaboraran en formato de trío de jazz, con gran destaque para el baterista Henry Cole, durante la parte final del tema.

Luis Perdomo y Haydée Milanés.

Complacido el auditorio, les tributó multitud de aplausos, con los que se cerraban (en la sede del Teatro Nacional de Cuba) las cortinas de la quinta noche del Jazz Plaza 2020.


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