Lo auténtico y lo autóctono en expresiones del Patrimonio Cultural Vivo en Cuba


lo-autentico-y-lo-autoctono-en-expresiones-del-patrimonio-cultural-vivo-en-cuba
Las Charangas de Bejucal, entre las festividades tradicionales autóctonas en la cultura cubana

Cuando de elementos del Patrimonio Cultura Vivo y sus procesos de salvaguardia se habla, nos deleita a los cubanos pensar sobre todas las cosas en aquellos más originarios valores tradicionales que existen o se generan particularmente en nuestro entorno, realidad que se revierte en identificar lo que solamente conocemos, razón que ubica la dimensión de lo local en un plano muy favorable, mientras nos limita en gran medida aceptar todo el abanico de prácticas identitarias legitimadas en toda la geografía nacional. Por muchos años el colectivo de especialistas del Sistema Nacional de Casas de Cultura que se dedican a estos temas hemos confrontado contenidos que nos acerquen mucho más a la realidad de un reconocimiento mucho más diverso de una cultura popular tradicional que se genera desde todas las comunidades cubanas.

Es por ello que se considera necesario su conocimiento e interpretación de forma integral o total, segmentar geográfica y contextualmente la mirada antropológica de nuestros sellos identitarios sería inapropiado para la cartografía cultural actual, representaría para las futuras generaciones una falsa visión del significado de esa diversidad que nos caracteriza y que heredamos por siglos.

Muchos elementos de la Cultura Popular Tradicional en Cuba identifican barrios, localidades y/o regiones que son reconocidos con solo hacer referencia a los mismos. La mayoría de estos son un vivo reflejo de las costumbres y el desarrollo alcanzado por las civilizaciones que han antecedido a la actual, por lo que constituyen importantes testigos que permiten un acercamiento al pasado para poder entender mejor nuestra historia.

Quisiera entonces abordar un tema que fue parte de un programa integro de la Revista “De Tarde en Casa” del Canal Educativo de la TV Cubana, del cual he recibido diversos agradecimientos; sobre todo, de Centros Universitarios de todo el país, referido a una de las más discutidas referencias existentes, provocadas precisamente por la interpretación heterogénea de los términos en fórum y espacios académicos relacionados con la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Vivo en Cuba: la dualidad “auténtico” y “autóctono” y su uso en estos procesos tradicionales.

Si tenemos en cuenta que se trata simplemente de dos adjetivos se nos hace menos complejo el fenómeno, pero si nos adentramos y escrudiñamos sus respectivos significados dentro del diverso mundo del Patrimonio Cultural Vivo y sus cultores en un escenario como Cuba, entonces nos damos cuenta que merece mayor comprensión y valoración. ¿En cuántas ocasiones decimos: ….lo más autóctono de nuestras tradiciones…? pregunto entonces; ¿tenemos en realidad un basamento claro y seguro para identificar a un fenómeno con tal magnitud o dimensión? sin duda, hemos creado un slogan o estereotipo en el manejo del vocabulario referido a la cultura popular tradicional; sobre todo, en estudios, tesis, experiencias y demás. Conocemos la resistencia creada en el proceso de desuso actual de terminologías propias en el trabajo de salvaguardia de nuestros valores tradicionales, utilizados por varios años, como: rescate, conservación (solo no recomendable en el patrimonio cultural vivo), folclore o folclor (y todos sus términos asociados), entre otros, ahora bien, contamos con otros ejemplos que universalmente y con más frecuencia en nuestra labor de atención a los sellos identitarios existentes en nuestro país nos damos cuenta del falso y equivoco manejo de los términos en cuestión; “auténtico” y “autóctono”.

Auténtico es sinónimo de original, verdadero, real, exacto, genuino, legítimo, verídico, entre otros y es antónimo de ficticio, falso, copia, imitación, ilegítimo, etc. La cualidad de ser auténtico se llama autenticidad. Se puede usar tanto en objetos como personas. Por ejemplo, “probar la autenticidad de un producto” o “la autenticidad de aquel sujeto es dudosa después de las acusaciones contra él”.

 

Pues si lo aplicamos a nuestra realidad patrimonial, se trata de todo aquello que por diversas vías, sobre todo, valores reconocidos y generados por la propia comunidad y sus portadores de tradiciones como parte indisoluble y necesaria para sus vidas, esto le imprime una validación, hecho que autentifica su realidad, demostrando que no es algo falso. A tener en cuenta como aspectos para el verdadero reconocimiento de las manifestaciones y expresiones del Patrimonio Cultural Inmaterial como procesos o fenómenos auténticos en las comunidades: -el conocimiento etnológico y socio histórico del tema en particular; -la validación científica de estos procesos en el contexto sociocultural donde se desarrollan y su continuidad, además de la -habilidad y dominio de los valores culturales a través de los que se expresa y donde se halla la impronta distintiva de una tradición transmitida de una u otra generación.

Sería oportuno señalar los inequívocos criterios de la población a otorgarle la condición de tradicional y a su vez de auténtico a unidades artísticas pertenecientes al movimiento de artistas aficionados o compañías y agrupaciones profesionales, solo por el hecho de contar con un repertorio compuesto por géneros tradicionales, como también muchos cultores pertenecientes al llamado “sector profesional” forman parte también del panorama tradicional y auténtico al no perder su condicionante, siendo parte del engramado que se teje en comunidades o familias portadoras de tradiciones, es muy común encontrar este fenómeno en los exponentes del verso oral improvisado como parte distintiva del punto cubano.

Esto requiere interpretar la importancia de estas expresiones auténticas y el verdadero lugar que ocupan en la cultura cubana; nuestras denominaciones etnodemogáficas y sus aportes culturales reconocidos por sus prácticas se nutren de la existencia y validación de los sellos identitarios que han formado nuestro etnos-nación. Muchos de ellos declarados Patrimonio Cultural de la Nación y cuentan orgullosamente en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

No todas nuestras expresiones auténticas se califican como autóctonas, mientras también es válido decir que todas las autóctonas si son a su vez auténticas. La condición de “tradición autóctona” es menos existente por el sentido de peculiaridad que presenta, para qué entiendan mucho mejor; “autóctono” es un adjetivo que puede aplicarse al ser vivo, al producto o al lugar que es originario o nativo del país en el que se encuentran. Lo autóctono, por lo tanto, es propio de un sitio. La adaptación de los seres autóctonos al entorno hace que, para la agricultura y la ganadería, sea muy importante conocer las propiedades de los animales y las plantas. El cultivo de una especie autóctona tiene más probabilidades de desarrollarse, y de manera más sencilla, que el cultivo de plantas alóctonas.

Específicamente en los elementos del Patrimonio Cultural Vivo lo autóctono es visto desde dos elementos; el sentido contextual en ser propio de ese lugar y la condición de ser único, por tanto en esa condición podemos señalar algunos ejemplos de prácticas tradicionales, algunas más conocidas que otras:

En la zona occidental del país podemos nombrar como expresiones autóctonas; entre otras: el sucu-sucu: modalidad del son, propia del municipio especial de Isla de la Juventud. Difiere del son, por poseer un aire más pausado y esquemas rítmicos más sencillos, la rumba de Navidad: agrupación que, montada sobre un coche y acompañada de guitarras, tumbadoras y saxofón, cantaba coplas alusivas a la Navidad por las calles de Mantua, provincia de Pinar del Río, las charangas de Bejucal: festividad que responde al complejo carnavalesco cubano, aunque parecida a las parrandas de la región central difiere en las carrozas y su forma de presentación por niveles verticales. En la zona central encontramos el buey suelto: variante del son montuno autóctono de Ranchuelo y Caibarién en Villa Clara; baile en parejas e improvisan los cantos los propios bailadores, en Lajas, Cienfuegos encontramos el punto lajero dentro del panorama del punto cubano, mientras la sirivinga es un tipo de fiesta, modalidad de tingo-talango, y a la vez un baile semejante a la caringa, que se acompaña con una bunga compuesta de tres, claves, taburete, machete y sirivinga. Es una modalidad propia de la región de Trinidad y data de 1775. Desde el punto de vista musical puede ser considerada como una variante de la caringa, por lo que también se le conoce por caringa trinitaria, también en Trinidad tenemos la managua: variante del guaguancó; se ejecuta el vacunao pero con los hombros y los movimientos son mucho más fuertes debido a la influencia del bantú propio de la región, la rumba de botella: modalidad danzaria de la rumba, que se caracteriza por que el bailarín debe realizar todos los movimientos del baile alrededor de una botella, sin tumbarla, para tener el derecho a bebérsela después. En algunos lugares, como en Yaguajay, la complejidad del baile, conocida por «como no», es realmente grande. Musicalmente se trata de un estribillo, y los ritmos elaborados por el quinto son los que guían a los bailadores, tonadas trinitarias: agrupación coral que, acompañada con tres pequeños tambores tensados mediante cuñas, salía por las calles de Trinidad durante la Navidad y otras fechas festivas. El género que interpretaban era el fandango; las copas aludían en su texto a diversos problemas de carácter familiar y social. Si vamos al Oriente cubano encontramos la agrupación: “Los Richard”: en Granma, municipio Guisa, comunidad el Congrí, existe una familia de haitianos y sus descendientes donde cultivan los géneros tradicionales cubanos (son, guarachas) pero interpretados en creole, también el paracaídas: variante del son montuno, propio de la región de Manzanillo, provincia de Granma.

Esperamos que cada uno de los historiadores, antropólogos, estudiosos, especialistas, y demás interesados en el tema, tengan en cuenta estos elementos en el uso de un vocabulario propicio a las nuevas exigencias y realidades científicas relacionadas con los procesos de salvaguardia de nuestro Patrimonio Cultural Vivo.

Gracias


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte