La “Tumba Francesa”, genuina y auténtica manifestación identitaria.


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Tumba Francesa

El sistema Nacional de Casas de Cultura desde sus inicios le ha concedido gran importancia a los diferentes procesos de salvaguardia y viabilidad de nuestros valores identitarios generados en las propias comunidades cubanas, donde ha visto al instructor de arte, promotor cultural y especialista de Cultura Popular Tradicional como los principales gestores de ese Patrimonio Cultural Vivo, visto desde el propio acompañamiento a los portadores o cultores de tradiciones hasta la función de facilitadores de todo un arsenal de encomiendas sistematizadas de forma recurrente in-situ sin ningún tipo de prejuicio e inconformidad en los propios escenarios donde se gestan las prácticas tradicionales, heredado desde el propio ejercicio de la confección del Atlas Etnográfico de Cuba: Cultura Popular Tradicional en los años 60 hasta el más reciente con la elaboración de los inventarios en contextos comunitarios, dando respuesta al cumplimiento de las Directrices Operativas de la Convención del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO (2003).

 

La Tumba Francesa, inscrito en 2008 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Sin duda, uno de los procesos que con mayor intensidad se manifiesta dentro del enramado que se teje dentro de la atención a cada uno de los elementos del Patrimonio Cultural Inmaterial, es precisamente el de la estimulación, asignatura pendiente por parte de otras instituciones docentes y culturales que guardan relación con tan significativo Patrimonio, aunque a decir verdad aún estamos en deuda al no sentirnos satisfechos con lo alcanzado hasta nuestros días.

Para comenzar este tema me gustaría emitir algunos criterios que han sido parte de los análisis y valoraciones en diversos coloquios, talleres y demás espacios en los que se debate con profundidad preocupaciones como éstas, la dual correspondencia entre la sostenibilidad cultural y artística (revertida en la salvaguardia y viabilidad) con la sustentabilidad económica, ha sido por mucho de los temas más debatidos y repetibles dentro de las agendas y elementos expuestos en éstos fórum.

 

En primer lugar, de esto se trata, ante el llamado de una mayor horizontalidad en  políticas de tipo social y comunitaria, se le debe otorgarle mayor protagonismo y a la vez oxigenar mucho más los gobiernos locales y éstos a su vez a los cultores, jerarquizando el verdadero rol que le corresponde en la cultura de su pedacito, para ganar esta conquista urge en primer lugar determinar los alcances del Estado, sugerimos entonces la emergencia y diversidad de iniciativas por lo que sus políticas y legislación que lo acompaña se deben rehacer sobre la marcha, teniendo en cuenta cada una de las particularidades de las localidades donde se celebra cada una de ellas, es un llamado a la actualización y aprovechamiento de los soportes e iniciativas imponiendo el diálogo constante y permanente con cada integrante de las manifestaciones identitarias como portadores, informantes y guardianes de la tradición. Para la sustentabilidad y sostenibilidad resulta imprescindible el proceso de transformación que debe producirse en los gobiernos a escala de lo local, es una necesidad recíproca, por ello, el conocimiento y respeto a la cultura de su territorio, sus raíces, su historia, su identidad y particularidad es esencial, aunque se debe aprovechar mucho más las propias relaciones y conexiones territoriales, la independencia y autonomía de la estructura local facilitaría dicho proceso. Hay necesariamente que socializar las experiencias más viables que se han alcanzado en estas expresiones y manifestaciones, desbrozar el camino en el orden administrativo desde lo más local puede contribuir sin duda a nuevas y eficaces fórmulas de gestión cultural en cuanto a Patrimonio Cultural Vivo se trata, provocar el debate hacia estas encomiendas en los espacios académicos o simposios ya creados en los territorios sería de gran utilidad; se trata de ganar en cultura económica y jurídica del fenómeno.

Por un lado, ante estas preocupaciones identificadas; impronta de una realidad objetiva circundante, sin una solución inmediata, unido al deterioro de éstos elementos tradicionales, sobre todo; en vestuario, calzado e instrumentos musicales, afortunadamente por otro lado crecía una mayor conciencia; tanto nacional como internacionalmente de su importancia como papel dinamizador, histórico y antropológico para la cultura cubana, fueron apareciendo varios  hitos como fortalezas,  mostrando una mayor promulgación y visibilidad en éste sentido: - aparece una Convención para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial por parte de la UNESCO (2003),-  se crea como respuesta la Comisión Nacional de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial del Ministerio de Cultura de la República de Cuba (2004),-  se le dedican los Congresos Internacionales “Comunidad- 2000” y “Cultura y Desarrollo” (2005) al tema de la Cultura Popular Tradicional, - aparece la figura de un especialista que atendiera la línea de trabajo en cada Casa de Cultura y Centro Provincial de Casas de Cultura en el país (1998), mientras, - se intensifica el proceso de estimulación; al ya existente  Premio Nacional Memoria Viva que auspicia el Instituto de Investigaciones de la Cultura Cubana Juan Marinello (1995), se une el Premio Nacional de Cultura Comunitaria por el propio Consejo Nacional de Casas de Cultura (1999) y es entonces que aparece también la Beca de la Cultura Popular Tradicional a individuos, familias y grupos portadores de la cultura cubana. (2002)

 

La Beca de la Cultura Popular Tradicional a individuos, familias y grupos portadores de la cultura cubana tiene como propósito, en primer lugar, estimular los valores tradicionales existentes en la geografía nacional, en segundo lugar; sustentar económicamente los diferentes elementos que le son inherente a cada una de las expresiones tradicionales para el mantenimiento, viabilidad y sentido de continuidad como parte de su posible deterioro cultural, su fin solo es utilizarlo para vestuario, calzado e instrumentos musicales. Hasta la actualidad el Consejo Nacional de Casas de Cultura ha entregado dicha Beca a 87 agrupaciones portadora de tradiciones de la cultura cubana, 358 artesanos populares tradicionales, 544 exponentes de la oralidad, 312 exponentes del punto cubano, así como a 97 constructores y reparadores de instrumentos musicales.

 

En este año se le entrega la Beca de la Cultura Popular Tradicional a las tres “Tumbas Francesas” existentes en la cultura cubana; varias son las razones que amparan tal decisión: - Estratégicamente debe existir mayor seguimiento y estimulación a las expresiones declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación y Patrimonio de la humanidad por la UNESCO; recordemos que fueron precisamente las primeras manifestaciones cubanas en Declararse “Obras maestras del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad” en el 2003, además, - Por constituir manifestaciones tradicionales centenarias que han mantenido sus elementos identitarios, – por su sentido de continuidad y resistencia cultural, - Es una expresión tradicional que solo la encontramos en Cuba, no la encontrarás en ningún otro lugar del mundo; de ahí su estirpe de autenticidad, además las tres Tumbas Francesas cuentan con el Premio Nacional Memoria Viva y el Premio Nacional de Cultura Comunitaria.

 

Por tal motivo la brindamos información relativa a través de la historia y riqueza cultural de cada una de estas expresiones y manifestaciones tradicionales de la cultura cubana, lo cual avala su encomiable e inigualable importancia para la identidad cultural de cubanos y cubanas:

 

El fenómeno “Tumba Francesas” es el resultado de la inmigración de colonos franceses como consecuencia de la sublevación de esclavos en Haití a finales del siglo XVIII, las mujeres, en su mayoría esclavas domésticas, no sólo se pernearon de las costumbres festivas de sus amos, sino en ocasiones también heredaban los vestidos, chales y pericones de las señoras, los cuales fueron incorporando a las propias fiestas y toque de tambor, que unido a la influencia de la elegancia y el estilo de los bailes de salón por parte de los hombres, como: el “masón”, el “yubá”, el “fronté”,  y la “cinta”. Se interpretan con el refinamiento de las danzas de salón y se caracterizan por la formación de parejas y la elegancia de los movimientos, donde se conjugan el estilo francés y los ritmos cubanos de procedencia africana. Surge como una imitación de los esclavos a los bailes a que sus amos franceses acostumbraban hacer en los salones, bailando al ritmo de los tambores africanos con la misma cadencia y elegancia de los bailes franceses, así fueron identificándose con el modo de bailar de estas personas; surgieron así las “tumbas francesas”; primero en el campo y posteriormente en la ciudad.

 

En la actualidad contamos con tres agrupaciones portadoras de “Tumba Francesa”; la Tumba Francesa de Bejuco, en Sagua de Tánamo (única de tipo rural), la Pampeduor o Santa Catalina de Rissi en Guantánamo y La Caridad de Oriente en Santiago de Cuba.

 

Comenzamos entonces con la Tumba Francesa “La Caridad de Oriente”, fundada en Santiago de Cuba el 24 de febrero de 1862; originalmente se llamó “Sociedad de Tumba Francesa Lafayette”, posteriormente recibe el nombre actual: “La Caridad de Oriente”, como símbolo y honor a la “Virgen de la Caridad del Cobre”. Los esclavos que bailaban Tumba Francesa se diferenciaban de los demás por la forma de vestirse, además de los chales y los botones de las mujeres, se ponían pañuelos en la cabeza amarrados al frente o por detrás, utilizaban enaguas de encajes y vuelos para resaltar más las batas decoradas con encajes y cintas de colores, los hombres se cubren con el chal, conservan los cuellos de las camisas bien almidonadas y un alfiler que le dan mayor elegancia. El calzado utilizado era de tipo pantuflas o alpargatas, las pantuflas eran de telas doble como una lona, y la de las mujeres eran floreadas y de tacón.

 

El conjunto instrumental que utiliza esta agrupación está integrado por tres membranófono: el “bulá”, el “segón” y el “premier”; cada uno con sus funciones musicales, el “premier” es el de mayor dimensión, por lo que el sonido es más grave, su posición es en el centro de los tambores, considerado el principal y guía d ela música, mientras el “bulá” se sitúa al lado derecho del “premier”, es algo más pequeño que éste, siendo también su parche de menor diámetro, sus sonidos se sitúan en un sentido más agudo; su función es de mantener un sentido repetitivo fijo, el tercer tambor es considerado también un “bulá” pero algo inferior en cuanto a proporciones; bautizado como el “segón”, el cual realiza el mismo toque que el “bulá”, otro instrumento de importancia es el “catá”; instrumento idiófono, construido a base de un árbol seco y ahuecado, se toca con dos palitos llamados “bolillos” boa (bois)  catá; sus sonidos son los más agudos, fuertes y penetrantes,

 

Los bailes que se utiliza en la Tumba Francesa es el “masón”, el “yubá” y el “fronté”; el “masón” es un baile de pareja que imita el baile de los amos, alguien empieza a cantar una alabanza al “masón”, mientras un coro de mujeres lo secunda repitiendo un estribillo:… es el composé que canta y compone…, se organiza el coro y avisa al “catá”, indica que comienza la música, los bailarines se aparejan y realizan diversas evoluciones y figuras, como: el  paseo en filas, ruedas al centro, cadenas en espiral, cambios producidos a la señal de un silbato, en el “yubá” participan parejas y bailadores individuales que danzan en el centro, mientras los demás hacen un circulo alrededor para cantar y bailar; un bailarín se coloca entonces en el centro haciendo figuras para establecer una controversia con la tumba principal o “premier”, en estos momentos se hace el “front” o “fronté”, ocasión de mayor clímax, donde los bailadores siguen el paso al compás de los tambores que no cesan de tocar y con gran ritmo, atan sus pañuelos al pecho del bailarín cruzándolo del hombro a la cintura  por el cuello y en el antebrazo acción donde se desean éxito. Los movimientos danzarios se ejecutan con el cuerpo recto, la cabeza se mueve a uno y otro lado, sincronizadas con los pies que se deslizan alternadamente hacia atrás con una esbeltez de aire desconocido. A estos tres tipos de bailes se le añade el conocido como “carabiné” y la popular “tajona”.

 

Considerado por muchos como un toque de baile de salón que sale a la calle, no como la conga con su típico ritmo callejero y fuerte, el de la tumba no deja de ser un toque de estirpe africano, pero menos fuerte, en la “Tumba Francesa” se mueve mucho la pelvis pero de forma elegante y cordial, la mujer y el hombre se mueven con mucha facilidad, es como si estuvieran dormidos, además no levantan los pies del piso, el movimiento es muy discreto, muchas de las mujeres catalogan la manera de suspender los vuelos de sus batas como una herencia de los señores franceses.

 

En la Tumba Francesa “La Caridad de Oriente”, pertenecieron los patriotas Guillermón Moncada (comparsa) y Quintín Banderas, ambos tocaban, cantaban y bailaban, mientras Antonio Maceo acostumbraba a reunirse con sus integrantes para lograr listar nuevos mambises a la causa independentista.

 

Cuando hablamos de la “Caridad de Oriente” no podemos dejar de mencionar a exponentes, como: Consuelo Venet Danger (Tecla); y Glaudiosa Venet Danger (Yoya), las cuales son considerados tesoros humanos vivos e íconos distinguidos que jamás serán olvidados.

 

La Tumba Francesa “Santa Catalina de Rissi” se encuentra en Guantánamo, surge en honor a la patrona de la ciudad el 30 de Diciembre de 1905, hasta nuestros días forma parte de la Asociación Cultural en su sede ubicada en la legendaria comunidad portadora de tradiciones la “Loma del Chivo”, salvaguardando desde entonces el legado musical y danzario que les pertenece por herencia; su transmisión en un principio fue de tipo familiar, después se hizo de forma vecinal.

La Tumba Francesa guantanamera “Pompadour”, al igual que la “Caridad de Oriente”, constituye una danza de salón en la cual los bailadores intentan imitar el “minuet”, el “rigodón”, así como otros bailes pertenecientes a la aristocracia francesa, pero con instrumentos de origen africano. El baile consiste en tres partes diferenciadas notablemente una de otra: el “masón”, el “yubá” o babul y el “fronté”, mientras los instrumentos musicales que se utilizan son cinco: el “catá”, el “premier” o redublé, que es el tambor más grande, el “bulá” y el “second” que son las llamadas "tumbas", la tamborita y el chachás, además el vestuario peculiar lo compone con las bailadoras con amplias y largas batas, pañuelos de colores anudados en la cabeza, collares, portan abanicos y otros accesorios sonando los chachás en sus manos. Los hombres usan pantalones y camisas blancas, a pesar de que son pocas las improvisaciones que realiza el “composé”, sus cantos han mantenido su riqueza como parte del auténtico movimiento danzario.

Como peculiaridad de esta expresión tradicional es su sentido de continuidad y de transmisión, al contar en la actualidad con un grupo infantil de “tumberitos”, formando parte del Proyecto “Identidad”, logrando un reconocimiento social y comunitario a nivel nacional.

La “Tumba Francesa de Bejuco”, es la única de su tipo con características y tipología rural al encontrarse en la zona montañosa a poca distancia del río de la cabecera municipal de Sagua de Tánamo en la provincia de Holguín, al contrario de las demás aún se desconoce la fecha exacta de su verdadero surgimiento, varias han sido los criterios sobre la llegada de los colonos con sus esclavos a la comunidad de “Bejuco”; algunos piensan en la imposibilidad de su traslado a la Isla a raíz de la inmigración franco-haitiana, no obstante otras fuentes historiográficas demuestran que con los amos franceses se trasladaron hacia el Oriente de Cuba, específicamente hacia Santiago de Cuba, y desde ahí se irradió a otras zonas de la región, una emigración compuesta por esclavos que los acompañaron, ahora sí;  alrededor de este origen se ha generado la leyenda relacionada con su primera practicante reconocida: Candelaria Nobles, a la cual todos los años se le rinde tributo y homenaje por lo que ha significado para la cultura cubana y universal.

Desde el punto de vista músico danzario la “Tumba Francesa de Bejuco” responde con sus bailes y ritmos a la imitación de la faena de éstos esclavos durante las jornadas laborales que tuvieron lugar en los secaderos de café de las propias plantaciones. Luego la expresión se extendió a las áreas citadinas como parte de las reuniones de cofradías que se realizaban en aquella época, aunque se dice por algunos informantes-practicantes que su supervivencia cultural dependió de su relación con los ambientes urbanos en la Tumba de Bejuco, su aislamiento no condujo a la desaparición en las primeras décadas de la República.

De vital importancia, de gran valía y como parte del proceso de devolución a la comunidad de una práctica casi en el olvido por varias décadas lo fue sin duda el ejercicio del Atlas Etnográfico de Cuba y la existencia de gestores como los Instructores de arte en la década del 60 del pasado siglo, en específico la instructora de danza Nieves de Armas, la cual descubrió que existía un manantial que era necesario brotar y recuperar, en la actualidad sus cultores mantienen su práctica de transmisión oral y su estructura fundamentalmente cerrada  a través de ritmos ya conocidos en este tipo de manifestación tradicional, como: “maison”, “yubá”, “frente”, “carabiné” y “tahona” o “tajona”, así como los cantos por parte del composé  (cantante solista en las fiestas de Tumba Francesa), si escuchamos sus cantos se caracterizan fundamentalmente por ser expresados en lengua creole, pero con elementos del castellano, por lo que se consideran expresiones de carácter bilingüe, mientras cuyas temáticas se refieren a la Guerra de Independencia, a la mujer, la jocosidad, agradecimiento a un amigo, por otro lado el vestuario se compone en las mujeres con trajes largos de gran amplitud, adornos con encajes y pasa cintas de varias vueltas, aunque en la actualidad el punto culminante con el tejido de la cinta no es común encontrarlo, mientras los trajes de los hombres se caracterizaban por la utilización de camisas guerreras o chambras con alforzas y bolsillos delante, también se ponían a veces sombreros de yarey o de panamá, su calzado era normal al igual que el pantalón. Los hombres se ponían también pañuelos amarrados de diferentes colores (rojos, negros, etc.) en los brazos, aunque los mismos se los ataban cuando se destacaban como bailadores, éstos elementos se mantienen como parte de la autenticidad de elementos que le son inherente, en bien de la cultura cubana!!!


1 comentarios

Pilar.
5 de Septiembre de 2020 a las 10:45

Maravillosa.

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