José Martí: su aporte a la psicología cubana


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Dos Ríos, pintura de Carlos Enríquez.

Hace exactamente 169 años, en la Villa de San Cristóbal de La Habana, una estrella itinerante se aloja en el cuerpo y en el espíritu de un hermoso niño, que la posteridad conocería como José Julián Martí Pérez (1853-1895), «cubano inmenso que [según el doctor Eusebio Leal Spengler (1942-2020), eterno historiador de La Habana] escribió acerca de cuanto tocó su sensibilidad»

Por lo tanto, la pujante ciencia psicológica, cultivada en la praxis educativa, religiosa y periodística por el venerable padre Félix Varela Morales (1788-1853), y enriquecida desde la vertiente pedagógico-editorial por don Enrique José Varona Pera (1849-1933), no pasó desapercibida —en modo alguno— para un pensador de la estatura excepcional del Apóstol.

Cuando el más universal de los cubanos comenzó a incursionar en los campos de la poesía, la literatura y el periodismo, la Psicología ya había roto su vínculo filial con la Filosofía (scio mater), y se convirtió —por derecho propio— en la «ciencia del espíritu».

Para comprender por qué el fundador del periódico Patria identifica la Psicología con la «ciencia del espíritu», sería necesario precisar el hecho de que esa disciplina de las ciencias neurales y sociales estudia las leyes, categorías y principios sobre los cuales se estructura la vida psíquica y espiritual del homo sapiens

Por otra parte, la espiritualidad es el conjunto de acciones que la persona realiza y que le dan pleno sentido a su vida, y está directamente relacionada con el mundo de los valores, pilares fundamentales de la cultura universal y la fuerza impulsora del desarrollo integral del ser humano.

Con respecto a la unidad cuerpo, mente y espíritu proclamada por el poeta mayor de la patria grande latinoamericana, el multilaureado poeta y ensayista Cintio Vitier (1921-2009), advierte que «en toda su obra literaria y periodística existe una referencia continua al hecho de que las necesidades del cuerpo y del alma, los valores de la razón y la esperanza, se compensen, articulen y equilibren […]».

En el momento en que la avidez cognoscitiva y espiritual de Martí se interesa en escudriñar los intersticios de la «ciencia del espíritu», la psicología había comenzado a edificar un sistema doctrinal, por lo cual el genio martiano no solo percibe que la elaboración de ese cuerpo teórico-conceptual y metodológico se encuentra en proceso de desarrollo, sino también le hace aportes medulares a la psicología insular.

El concepto filosófico-antropogénico de hombre, la formación integral que el ser humano debe recibir a lo largo de la vida, así como la unidad indivisible entre lo cognitivo, lo afectivo y lo espiritual, constituyen —sin duda alguna— el legado martiano al desarrollo de la psicología nacional.

Por lo tanto, José Martí es, junto a Varela y Varona, uno de los padres fundadores de la psicología cubana.


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